27 de febrero de 2008

"Experimento electoral futurista. Cara a cara. Face to face."

Pe Zeta - Subiré las pensiones y bajaré los alquileres de la vivienda.

Yojar - Bajaré los precios de los cereales, la leche y el pan y subiré los sueldos funcionariales.

Pe Zeta - Subiré los incentivos y fondos para la investigación, bajaré el índice de inmigrantes irregulares en el país.

Yojar - Bajaré los niveles de delincuencia en las calles y subiré el índice de escuelas privadas en detrimento de las públicas.

Pe Zeta - Subiré por las escaleras. Bajaré en el ascensor.

Yojar - Bajaré por las escaleras. Subiré en el montacargas.

Pe Zeta - Subiré cuando tu bajes.

Yojar - Bajaré cuando tu subas y nunca antes ni después de tí.

Pe Zeta - Subiré el precio de los medicamentos genéricos. Bajaré las listas de espera en los ambulatorios.

Yojar - Bajaré los índices de lesiones por reyertas. Subiré el listón a los atletas de salto de pértiga.

Pe Zeta - Subiré las cuestas de enero en bici y bajaré las de febrero en patinete.

Yojar - Bajaré el número de presos extranjeros en las cárceles y subiré el de presidiarios nacionales - especialmente delincuentes de guante blanco -. ¡Eso es hacer patria!

Pe Zeta - Subiré faldas y bajaré pantalones!

Yojar - Bajaré faldas y subiré cremalleras en los días de frío.

Pe Zeta - Subiré el talón de Aquiles y bajaré el número de artículos de la Constitución.

Yojar - Bajaré el telón de la función y subiré el de acero inoxidable resistente a la corrosión.

Pe Zeta - Bajaré los índices de octanos. Subiré los índices de audiencia.

Yojar - Subiré los índices cefálicos. Bajaré los expurgatorios.

Pe Zeta - Subiré y bajaré.

Yojar - Bajaré y subiré.

Pe Zeta - Es ley de vida bajar y subir. Buenas noches y buena suerte.

Yojar - Lo que sube, baja. Buena suerte y buenas madrugadas.

Pe Zeta - Yojar, sube a por mi.

Yojar - Pe Zeta, baja a por el pan.

18 de febrero de 2008

¡Viva el vino!

La Ley Seca Española Antialcohólica 26/2015, de 23 de noviembre, entró en vigor el 1 de enero de 2016 creando entre la ciudadanía un clima de estupor, desconfianza y escepticismo sin fin. La frontera resultaba casi imposible de dilucidar, para distinguir con precisión meridiana entre las zonas en las que estaba totalmente prohibido consumir bebidas alcohólicas y los espacios en los que se podía beber, si se habilitaba una sala o zona especial.

A vista de pájaro en los lugares de trabajo cualquiera podía ver grupos de personas en las azoteas creando un paisaje urbano de macrobotellón de lo más pintoresco. Unos con la lata de cerveza Con, otros con el vasito de vino, algunos con la copita de orujo. A la entrada de los edificios públicos y privados en vía pública, los empleados con el pitillo consumiendo unas caladas tiritando de frío en pleno invierno miraban hacia las azoteas maldiciendo que en “ciertos lugares” ya no se podía fumar a gusto porque apestaba a vino barato de tetrabrick insoportable. Los bebedores-fumadores discutían en las azoteas con los no- fumadores- sí- bebedores porque éstos últimos reivindicaban su parcelita particular, su espacio sin humo para tomarse su copichuela a gusto. Las azoteas de las residencias de ancianos eran dignas de filmación para una peli del viejo Almodóvar emulando a Buñuel, porque algunos se hacían conducir en camilla o silla de ruedas por celadores para fumar y beber a pacha lo obtenido en el trapicheo por los pasillos. En los lavabos y retretes de restaurantes, bares, empresas, estaciones, grandes almacenes,... la pestilencia a humo y alcohol propiciaba desmayos y lipotimias entre los más sensibles, especialmente entre los abstemios no fumadores, que se consideraban fumadores bebedores pasivos y víctimas de una absoluta indefensión. Las movilizaciones populares se sucedían entre escapadas a las azoteas y escusados. Muchos portaban pancartas que exhibían lemas alusivos al deseo casi colectivo de que las botellas del buen Rioja, Ribera del Duero o el Priorato regresasen a las mesas de restaurantes y comidas campestres. Los indigentes tomaban furtivos tragos de brick Don Simón escondidos en los soportales y portales. Los inquilinos de las fincas deploraban el estado lamentable en que se encontraban por las mañanas las escaleras de su casa, el hedor de orines, alcohol y tabaco. La venta de petacas anchas, planas, de dimensiones discretas en cuero o metal aumentaron hasta tal punto que las existencias se agotaban y los fabricantes no daban abasto. Las petacas con nombres, símbolos o logos eran las más demandadas. Se diseñaron unas que causaron furor en todas partes. Eran de metal y llevaban inscrito el lema, ”¡Viva el vino!”. Estaba permitido llevarlas encima escondidas en el bolso de mano o en cualquier bolsillo interior disimulado, pero el artículo 33 de la nueva Ley Seca prohibía su exhibición o que su forma se marcase dando indicios de su existencia debajo de la indumentaria del viandante bajo severas multas que podían ascender a 500 euros españoles – unos 700 dólares americanos –. Las sanciones por consumo en espacios públicos alcanzaban cifras astronómicas, tan abusivas que a cualquiera se le quitaban las ganas de beber hasta en su casa. El transporte de botellas y latas de vinos, cervezas y licores debía hacerse en transporte blindado y su carga y descarga restringirse a los martes laborables de cinco a seis de la mañana hora española. Los muelles de carga debían reunir unos controles rigurosos de sigilo y reserva, con lo cual la discrecionalidad estaba servida porque los servicios de transporte no podían ajustarse cumplidamente a tan estrictos horarios. En una palabra y en resumen, el caos estaba servido y las autoridades pacatas y abstemias habían caído en picado en el vicio oculto de beber a escondidas en los lavabos de los edificios ministeriales. A un político se le desató la lengua en una conferencia de prensa y después de un patético discurso sobre los Estatutos de Autonomías, se le escapó “¡Viva el vino!....ups, ¡Viva el vinilo!, quise decir”. En definitiva, que abolidas la fiesta de los toros y la tauromaquia, prohibidas las bebidas alcohólicas, la capa de ozono del cielo español contaminada y desgarrada por los despropósitos del cambio climático, la ciudadanía se interrogaba “¿Pero qué cosa es España?”.

11 de febrero de 2008



"No funcionó"

No funcionó. Ni siquiera compartiéndolo una que otra vez con su mejor amiga - entrañable e íntima desde la infancia - en un "ménage à trois" nada bien visto por padres, familiares y amigos. No funcionó, pese a que lo llevó hasta los confines de Europa, le hizo conocer los fiordos noruegos, fineses, islandeses, de Groelandia y de la costa oeste de Escocia, bordeando las empinadas montañas que nacieron bajo el nivel del mar, bañadas de agua dulce glaciar. No funcionó aunque se gastó en él la friolera de casi veinte mil euros entre mimos, ñoñerías, cuidados y fruslerías. No funcionó. No funcionó. No podía recriminarle nada a su amiga del alma Eva, porque confíaba plenamente en ella. Sabía que le prodigaba idénticos desvelos. Se daba perfecta cuenta, especialmente cuando decidían quedar los tres para hacer escapadas juntos, haciendo oídos sordos a los comentarios maldicientes, los cuchicheos aviesos, las miradas recriminadoras.

No funcionó. No funcionó. El Renault Megane no funcionó cuando más falta le hacía a Marisa. Debía acudir a aquella cita laboral crucial sin falta y sin demora, pero el coche se le averió en plena M-30 y desde aquel preciso instante, a pesar del nuevo dispendio de taller, a pesar de llevarlo a cuatro talleres de reparación distintos para solicitar diferentes presupuestos, diversos puntos de vista, a pesar de todo esfuerzo y quebradero de cabeza, no funcionó y lo malvendió a un concesionario Renault. Ahora tocaba comprase auto nuevo. Los demás hacía tiempo que se lo advertían. El transporte público no le permitía llegar hasta los confines del mundo.