Interiores. Visillos de París
La etiqueta de estos visillos reza que proceden de París, ese París que me prometiste un día. Tal vez lo visite, pero no será aquel París soñado, la Ville lumière, la Ciudad de la Luz que juntos nos juramos compartir. Tomaré un avión y con una venda en los ojos me encaminaré hasta la cúpula blanca de Montmartre y acariciaré con el tacto de mis dedos las orillas del Sena. Cerca del viejo molino junto a la cumbre iré a bailar al aire libre en los jardines del Moulin de la Gallete. Me marcaré un vals yo sola abrazada a la triste sombra de mi alma o quizás mi ángel de la guarda quiera ser mi pareja de baile por una vez. Camille, Pablo y Amedeo me contemplarán y sonreirán asomados a la barandilla del balcón de Bateau-Lavoir. Paseando ebria de olvido llegaré a Le chat Noir y puede que Erik Satie quiera tocar al piano para que yo pueda cantar "Je te veux" con mi voz desgarrada y dulce sin público ni escenario de cabaret. Fatigada de tanto bailar y cantar y vivir, me dejaré caer por