12 de junio de 2008

"Los cinco de Lidremo"

En aquella casa sólo quedaban cinco miembros. Los demás se fueron marchando poco a poco a lo largo de los años. Una familia extensa. Ahora cinco. Lo curioso de la circunstancia es que al quinteto no le unían lazos extrechos familiares. Mario era primo lejano de Sara. Sara era sobrina nieta de Inés. Inés, abuelastra de Pedro. A Pedro no les tocaba nada los demás. Luz había sido recogida de un canastillo abandonado en la parada del autobús que conducía a Lidremo y nunca la reclamó nadie, ni siquiera desapareció el canastillo que se fue mustiando en la parada hasta verse reducido como a hojas de un árbol cansado de ser padre de sus ramas. Finalmente aquellas hojas de paja y mimbre alguien las vió volar por el cielo limpio de una calurosa mañana de verano, pero ese alguien tampoco estaba allí para contarlo.
Los cinco miembros no se atrevían a preguntar por los demás. Temían que cualquier pregunta inoportuna avivase en alguno el deseo de marcharse, de abandonar la casa. Luz lloraba a veces a escondidas en su cuarto ante la sola idea de verse desamparada en el seno de aquella mansión que se iría descomponiendo y deshilachando como el canastillo que nadie quiso. Ella tuvo suerte. Inés la recogió cuando regresaba de comprar ovillos en Lidremo para tejer un jersey a Pedro. Cambió de opinión. Invirtió toda la lana en tejer ropita para aquella niña desnudita. Prendas de color azul marino. Sara le recriminaría siempre que cuando menos podía haber regresado a la aldea para cambiar los ovillos por otros de un color más apropiado para un recién nacido. Inés replicaba que poco importaba el color: "Lo importante es que esta niña ha encontrado una familia que va a cuidar de ella y la va a querer vista como vista". Inés no abandonó nunca más el caserío. Encargaba a los demás todo lo que pudiese precisar desde ovillos hasta especies para condimentar la comida. Inés se encargaba de las labores domésticas. Sara estaba en edad de estudiar y casi no colaboraba en las tareas de la casa. Mario trabajaba de fresador en la fábrica de Ourisco de sol a sol y cuando regresaba al caer la noche entregaba el sobre con la soldada diaria a Inés y sin mediar palabra se sentaba a la mesa a cenar las viandas sin abrir la boca. Luz se lo quedaba mirando curiosamente y se preguntaba cómo era posible comer sin masticar y permanecer callado sin decir una palabra nunca.
Pedro no permanecía ocioso un solo segundo. Siempre trajinando de aquí para allá. No se sentaba a la mesa a comer. Comía de pie con muchas ansias y prisas por terminar cuanto antes, como si aquello del yantar fuese un trámite absurdo por el que había que pasar raudo. No se le conocían indigestiones y tampoco quejas o desaires. Cumplía con los encargos de Sara e Inés sin chistar y jugaba con Luz por las tardes, le ayudaba a vestirse por la mañanas el uniforme y por las noches el pijama, la acompañaba a la escuela, la recogía después. Todo muy rutinario. Siempre la misma cosa. Luz sabía que en aquella casa la última palabra la tenía Inés y que los varones eran seres taciturnos, melancólicos, mudos como si fuesen tontos. Luz desconocía que significaban taciturno, melancólico y creció pensando que todos los tontos eran mudos o viceversa. Luz se limitaba a asimilar lo que oía, las sensatas palabras de Inés mezcladas con las insensatas de Sara, que eran como burradas muy gordas puestas en la boca de piñón de una muchacha muy bella, tan bella como un animal, le decía Pedro. Pedro sentía algo dentro de sí por Sara pero no podía llamarlo amor porque ellos se consideraban familia.

Un día Pedro trajo de correos una carta de Lidremo. En el remite Sara leyó que la enviaba Ricarda, una prima lejana de Mario. Aguardaron a que éste regresase por la noche y después de cenar, Sara la leyó para todos con Luz reclinada en su regazo. La carta hablaba de la intención de Ricarda de regresar a la casa. Explicaba unos extraños motivos que el quinteto no acertaba a descifrar. Pedro susurró al oído de Inés que lo dejase de su cuenta, que él se haría cargo. Los demás, intuyéndo sus palabras, respiraron aliviados. Pedro sabría lo que hacer y deshacer, como en pasadas ocasiones. ¡Maldita manía la de ésos, que habiéndose marchado en su día, ahora les daba por regresar, argumentando cosas peregrinas y sin motivo!¡Malditos, malditos!

Pasaron muchos años, tantos, que recomponer la historia de tantos huesos enterrados bajo suelo, en la era, cuando los cinco dueños y moradores del caserío ya hacía tiempo que no vivían, resultaba difícil. Pero un agente de Guardia Civil muy avezado, con paciencia infinita, consiguió trazar un árbol genealógico de los cadáveres desenterrados, para dejarlo en el cuartel en un dossier de los archivos, como una especie de memoria testamentaria. Lo hizo muy a su pesar, ya que era nieto de Luz, aquella niña que Inés adoptó y vistió con prendas de lana de color azul oscuro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Amiga Gemma:
Sé que te sonará a excusa barata.. incluso diría que a mentira lisa y llana...pero la verdad es que llevaba aqui más de una hora escribiendo el comentario mayor que han visto los siglos (lo digo por su extensión) y de repente se me colgó el pc, cuando ya había llenado decenas de renglones de sutiles juegos de palabras... y aunque ahora intente recordarlos, no puedo.. y eso que sales ganando.
(¿Se pueden decir palabrotas de las muy muy malsonantes en tu blog?).
Bueno, te tendrás ke conformar con los restos de la batalla.(Perdida)
Decíamos ayer que el relato me parecía una invectiva contra la familia consangrienta...o contra los cambios... o miles de lecturas más... y ke era desasosegante, hitchcockiano (es un peligro este término porque "hitch" significa "mover de un tirón", "cock" es "gallo", pero también "polla" y permíteme que deje la cosa ahí, que estamos en horario infantil. Mi vida es una sucesión de horarios infantiles. Pero sin bollicaos. No sé si me explico...).
[Ahora me corroerá la duda de si ese punto tras el paréntesis es correcto. No pienso consultar más RAEs, que se me me puede colgar el aparato.]Ahora entiendo por qué mi amante suele decir entre risas que presumo de producir descargas de endorfinas pero a la hora de la verdad me quedo en lo de finas.
A lo que iba hace dos horas...
El texto me lleva a pensar en esas familias virtuales, llamémosle así, que tanto proliferan (eso quisieran ...Tiene muy difícil eso de "proliferar").
Al final uno escoge a sus componentes, sin otros lazos que el de la la seducción de la letra ni siquiera impresa. Se acomoda uno entre sus variopintos miembros, todo son holaaaas, besitos y achuchones y muacksss y "eres la caña" y uno se siente en Xanadú o Shangri-La.
De repente aparece el incordiante ser de carne y hueso que habíamos olvidado por completo durante el trip y nos dice que vayamos a bajar la basura o, peor aún, a subir la basura (un día te hablaré de mi extraña familia real con minúsculas, que es lo que se merecen).
Entonces dan ganas de coger una pala. Y no para hacer castillos de arena, como Roger y Héctor en la playa.
Peeeero, si por un acaso surge el acoso del ocaso, un dolor de barriga, pongamos por caso, ¿quién te prepara la infusión?
¿Te sirven de paliativo los repetidos "¡ánimo, Travis!!!", del monitor? Quiá!
Es la denostada e "ignorada" patrona quien te da los masajitos en la barriga mientras te besa y repite eso tan lenitivo de "culito de rana" y te sirve la manzanilla, con ese punto de azúcar que ella sabe que tú quieres. No digamos ya si tienes que hacer de tripas corazón. ¿Verdad, amiga Gemma, que yo no puedo...ni me apetece... sujetarte la frente en esos momentos?
Pues a eso iba...hace tres horas.
Bueno...amiga Gemma...por ti, sí lo haría. Pero que no salga de aquí.
Hala..te dejo una canción que tiene mucho que ver con lo que he escrito. Habla de un ingenuo que se liga a una cachondona que al final resulta ser un tipo con toda la barba ¡Y acaban comiendo perdices!! Otro día te la traduzco. Oye...y muchas gracias por infundirme este hipérico.. Hacía mucho tiempo que no me divertía tanto como en estos momentos.
[No, si al final va a resultar que esa tú eres el Pedro del cuento].
Así_es,_si_así_os_parece

Gemmayla dijo...

Hola Travis:

Si éste tu "comment" es genial, soberbio, no quiero ni imaginar como sería el que fue engullido por la ballena de lo virtual, con esa bocota que se zampa Pinochos y Gepettos y suelta exabruptos, convertida en "trolls" de la basura que sube a casa y nunca baja. También, amigo Travis, hay "familia" virtual indeseable, insoportable. Los indeseables proliferan por todas partes. Ayer, sin ir más lejos que tuve un día de "putísima mare, collonut" - se admiten exabruptos, tacos y palabrotas en mi blog, pero que sean en gallego, catalán o francés que son más musicales, más "funkytown", más "Andreu Buenafuente", tú ya me entiendes - pero me topé con un portero de finca, que es como uno de esos cuñados que te tocan en suerte para amagargarte de por vida la existencia familiar política, y hoy, que el día lo he tenido bien, pero no tan boyante como ayer, una empleada del super me ha amargado bastante la compra. Y es que en este país parece haber un "Paquito" y no precisamente "Chocolatero" detrás de cada españolito de a pie. Prolifera una tiranía, una mala leche, una gentuza dictadora amargada y despótica a cada pasito que das, que a veces a uno se le quitan las ganas de salir de casa. Gentes crispadas y neuróticas y luego el Prozac nos lo tenemos que tomar los otros, los "guays", ¡qué coño superguays! Tú y yo somos somos superguays. ¡Salta a la vista! Juasjuas.
En fin, que has dado en la diana crítica de lo que pretendía trasmitir mi relato. Has ido mucho más allá.
"Lolas" como las de la canción nos las encontramos también a cada paso. No es preciso ser un travestido. Lobos disfrazados de corderos y viceversa. ¡Ya lo sabes!
Pero que estupendísima canción.
En cuanto a las bolsas de basura, todos los ayuntamientos debieran aceptar que los vecinos pudiésemos arrojar las bolsas por la ventana cuando pasa el camión en una fiesta popular nocturna de órdago ¡La hostia! Camiones preparados para este ceremonial diario escatológico. Recuérdame que patente esta idea.
¡Vivan las huelgas! ¡Apadrinemos a un jeque arábe! Amor, paz, huelgas pacíficas y fuera guerras y caras hostiles, como de asco!
Muy féliz finde, Travis !!!

Smuakssssssssssssssssssssss !!!

Besotísimossssssssssssssssssss!!!

Gemmayla