24 de junio de 2019

Me tiene fascinada Filmin con la de títulos que se pueden ver....solo hay un problema hacia al final de la película con los subtítulos que se desconfiguran y o bien desaparecen o bien se retardan y te ves obligado a reiniciar el equipo o a agudizar el escaso oído en el dominio de inglés y francés, y si la película es sueca, no hay oído que valga...con todo es increíble el catálogo de películas disponibles....

Magistrales interpretaciones de Claes Bang y Terry Notary, sin desmerecer las de Elisabeth Moss, Dominic West y Christopher Læssø . Y espectacular el niño que le reclama al protagonista, encarnado en el niño actor Elijandro Edouard, cuyo nombre me ha costado encontrar. El argumento va desgranando una serie de miserias en el protagonista, alguien que de entrada nos parece un tipo muy agradable, educado y civilizado, por una serie de concatenación de fatales episodios. No podemos como espectadores juzgarle severamente, porque muy probablemente como hombres y mujeres occidentales a nosotros nos sucedería lo mismo. La película te sumerge poco a poco en una honda reflexión sobre el mundo extraño que hemos creado a estas alturas del Siglo XXI en nuestro mundo occidental. Es tan extraño, individualista, egoísta, ególatra que difícilmente podemos sustraernos a él. La desconfianza y la soledad lo presiden todo. Y si prestásemos atención a cada segundo de nuestras vidas, a los episodios aparentemente más insignificantes que nos asaltan a diario, solo tal vez podríamos enderezar nuestras ya torcidas vidas. Podríamos empezar por saludar a nuestros vecinos y brindarnos algo de atención y ayuda, porque esta deriva terminará muy mal... Eric Rohmer en esta joya, que es una verdadera delicia ochentera, presenta el eterno dilema del individuo que no sabe nunca si elegir preservar su espacio e individualidad o preferir espacios de convivencia con el prójimo; el dilema también entre la vida urbanita en la gran ciudad o el estilo de vida que nos puede procurar el mundo rural o simplemente vivir a las afueras de una gran ciudad como París, Madrid o Londres. En ese dilema seguimos. Ahora podría Rohmer estudiar la rebelión de los "chalecos amarillos", personas trabajadoras que tuvieron que dejar París por la carestía de la vida en esta ciudad y la subida del precio de los carburantes, viviendo en las afueras, se les ha puesto igual de imposible para llegar a fin de mes. Igual estamos sufriendo en España en ciudades como Madrid, Barcelona, Palma, Ibiza...altamente gentrificadas y carísimas, gobierne quien gobierne, mientras se gentrifican Comunidades Autónomas enteras y la verdad, es que ya no sabe uno a donde ir a vivir para llegar a fin de mes sin apreturas y austeridades...

22 de junio de 2019

"Libre te quiero pero no mía"...

Hoy durante el almuerzo, mientras disfrutábamos de unos macarrones a la carbonara gratinados al horno que me han salido de rechupete, les he contado a mis hijos que estoy embelesada leyendo el capítulo de "Impón tu suerte" de Enrique Vila-Matas dedicado a Bolaño. De cómo se conocieron ambos escritores y sus respectivas esposas en Blanes. Les he dicho a mis hijos que yo solo he estado en Blanes en una ocasión cuando tenía trece años y nos llevaron las monjas de excursión y me quedé enamorada de un lugar al que nunca más he vuelto. Bolaño tuvo la inmensa suerte de residir allí y componer sus mejores novelas. Hablando de Bolaño y de sus encuentros con Vila-Matas y otros escritores, de repente he recordado a José Luis L. Aranguren y al poeta Agustín García Calvo. Les he dicho a mis hijos, "Me vais a disculpar pero me debo de estar haciendo muy mayor porque esta interesante conversación me ha trasladado a mis tiernos dieciocho años y a la sala de conferencias de la UAM, donde asistí a unas charlas impartidas por Aranguren y García Calvo, y el embeleso y fascinación que sentí al escuchar las sabias palabras de aquellas dos eminencias". Entonces mi hijo mayor ha dicho "García Calvo el del poema Libre te quiero pero no mía, que tan bien cantaba Amancio Prada". Y recordar este magnífico poema, me ha llenado de emoción y los macarrones me parecían manjar de dioses de fin de mes. Mi hijo menor nos miraba con cara de extraterrestre, pero prestando máxima atención. Le he dicho, "si quiere estudiar Filosofía, debes leer a Aranguren". Ha asentido con la cabeza como es habitual en él, joven de pocas palabras. Después de comer he encontrado en la hemeroteca de El País los artículos de prensa de Aranguren y se los he enviado por guasap. Algo verdaderamente increíble, teniendo en cuenta que uno estábamos sentado al lado del otro. Cosas de esta época hiperconectada. Y mientras recogíamos la mesa, les he puesto "Libre te quiero" de Agustín García Calvo cantada por Amancio Prada en Youtube. Creo que he despertado a alguien de su siesta, pero me da igual. Es música de ángeles. Mientras la escuchaba pensaba en Nazanin y Yuyee y en tantas personas inocentes que hay encarceladas hoy en día y en lo que ha costado llevar a la cárcel a los malditos bastardos de La Manada. La vida qué tremendamente injusta es. Así que dedico "Libre te quiero" a Nazanin y a su marido Richard que están en huelga de hambre por el injusto encarcelamiento de ella en una prisión de Irán. Y pienso en Bolaño y en aquel país suyo que vivió terrible represión y persecución y tortura de gente inocente. Y en como gobiernos infames te pueden joder bien la vida. Pienso que en realidad pese a que hemos avanzado mucho, el ser humano sigue sin evolucionar al ritmo de tantos a avances científicos y tecnológicos. Y mientras el ser humano no avance seguirá habiendo gobiernos infames y corruptos.

1 de junio de 2019

Sexta misiva al poeta de La Canción de Oro...."Cantemos al oro, padre del pan"....

Mi muy querido y admirado poeta Rubén Darío, cronista de las azules miserias y glorias humanas. Vengo a contarte que la sociedad entera española seguimos consternados por el suicidio de Verónica, la joven madre de 32 años que ha dejado huérfanos a una bebé de un añito y a una niña pequeña, a un marido devastado y a una familia destrozada. Todo por un maldito vídeo La primera lección –que no parece tan difícil– sería aprenderse de carrerilla el artículo 197.7 del Código Penal que reza: “Será castigado con una pena de prisión de tres meses a un año o multa de seis a doce meses el que, sin autorización de la persona afectada, difunda, revele o ceda a terceros imágenes o grabaciones audiovisuales de aquélla que hubiera obtenido con su anuencia en un domicilio o en cualquier otro lugar fuera del alcance de la mirada de terceros, cuando la divulgación menoscabe gravemente la intimidad personal de esa persona”. Pero, estamos en esta era de redes virtuales intoxicadas y alienantes, cargadas de hiel y odio, de malignas intenciones y de toda carencia de valores. Tras la lectura de tu relato "La Canción de Oro", como siempre escrito de manera magistral, me ha dado por pensar qué hubiera sido de Verónica si en vez de ser una operaria humilde de Iveco, hubiese sido tan rica como la actriz Jennifer Lawrence, quien también fue víctima en su día de la difusión de fotografías suyas íntimas. Nos dices, poeta, que " Cantemos al oro, porque podemos ser unos perdidos, y él nos pone mamparas para cubrir las locuras abyectas de la caverna, y las vergüenzas de las alcobas adúlteras"...el oro, el vil metal, el Don Dinero que diría Quevedo, habría permitido que Verónica siguiese con vida, porque pronto una cohorte de abogados, psicólogos, terapeutas..le habrían levantado una "mampara para cubrir la locura abyecta de la caverna" mediática y virtual. Se habría podido cobijar en su gran mansión rodeada de todo tipo de mimos personales a golpe de talonario a esperar a que pasase la tormenta del oprobio y bochorno. De hecho, pasado unos meses o pocos años, sería ensalzada por su valentía, por haber ganado suculenta indemnización gracias a su séquito de abogados y expertos en leyes que habrían logrado una aplicación del artículo 197.7 del Código Penal coronado con una cifra multimillonaria en dólares o euros. Pero Verónica era una trabajadora en la fábrica de camiones de Pegaso-Iveco en San Fernando de Henares, Madrid, una modesta trabajora, que si ya estaba en su puesto de trabajo habiendo sido madre de una bebé de solo un mes, no se le estaba respetando su baja maternal. Así que, efectivamente, Verónica no se suicidó. A Verónica la mataron y una vez más las mujeres hemos tenido que salir a la calle a gritar bien alto que las mujeres tenemos derecho a ejercer una libertad sexual que lo sea realmente y no esta Letra Escarlata puritana e hipócrita que culpabiliza y estigmatiza a la víctima si tuvo la osadía de fotografiarse desnuda o salir con minifalda o regresar a casa tarde sola de noche. Al machismo enquistado como un cáncer en nuestra sociedad hay que exigirle ya de una vez que entienda que somos seres libres y que con nuestra sexualidad y con nuestro cuerpo hacemos lo que nos vienen en gana. Qué asco de mundo, mi querido poeta.