18 de mayo de 2022

Ayer nos encantó el documental de Netflix dedicado a la vida monástica en Athos. Rectifico, les encantó a mis hijos porque a mí me indignó bastante la potestad y soberanía de la que gozan estos veinte monasterios ortodoxos griegos, rusos, serbios, georgianos, búlgaros y rumanos tan absolutamente machistas y rancios que impiden el acceso a todas las mujeres , no ya a estos monasterios que podría ser entendible, sino a todo el territorio autónomo bajo soberanía griega....

Se desprende del documental que la vida de estos monjes es esforzada, sacrificada pero al propio tiempo idílica ya que disfrutan de una entorno absolutamente privilegiado en el Monte Athos de la Macedonia Central. 112 kilómetros de costa en un terreno montañoso con notables y destacados afloramientos rocosos y pronunciadas pendientes, salpicado por un litoral de acantilados bellísimos. El pico más alto alcanza los 2033 metros de altitud y se corona con el precioso nombre de Metamorfosi Sotíros, "La Transfiguración del Salvador". Este nombre bautiza a toda la república monástica. Castaños, pinos, hayas y robles dan sombra y procuran silencio y recogimiento a una comunidad masculina censada en 2416 almas. En verano reciben peregrinos, solo varones. En ocasiones se han avistado focas y delfines. Tal vez tampoco dejan que se acerquen las hembras, vaya por Dios. En enero de 2008, una docena de mujeres griegas muy valientes violaron la prohibición de entrada sostenida durante mil años, para protestar y oponerse a las reclamaciones de cinco monasterios de la comunidad sobre unas 20.000 hectáreas de tierra en la vecina península de Calcídica. Creo que si en este siglo XXI se concediese el dichoso diamonitrion a mujeres peregrinas y voluntarias, el lugar se enriquecería y se convertiría en un centro cristiano sin parangón en el mundo, pero qué lejana queda esta realidad en un mundo tan machista y atrasado en demasiados lugares del planeta.