30 de julio de 2019

El exilio de Ovidio...

En Domus Augusti, en la Casa de Augusto, en la colina del Palatino, el rumor se expande como un tsunami de habladurías vituperinas. Hasta Rómulo y Remo cuchichean en su tumba. Ya es una trágica noticia en las siete colinas de Roma. El emperador Augusto se encuentra rezando con su conciencia quebrada por el remordimiento y la amargura en el Templo de Apolo Palatino. Si la fachada de columnas de mármol de Carrara pudiese hablar y la biblioteca colindante, Biblioteca Apollonis, pudiese relatar como testigo la malignidad de un ser humano y la expresión del fracaso familiar, el eco de la verdad fulminaría a esta familia con un rayo de Júpiter implacable y tajante, mortal. Sería el fin de la era augusta, el fin de una familia tocada de muerte por las intrigas y traiciones, los envenenamientos, la promiscuidad enfermiza como válvula de escape de una hipocresía absoluta parental e insostenible. Augusto, momentos antes, ha dictado un edicto tan injusto cómo cruel y despiadado, conminando al poeta del amor y la felicidad, Ovidio, a abandonar sin dilación las tierras itálicas y a trasladarse de inmediato a Tomi, ese iceberg mortal de los getas, en la costa occidental del Ponte Euxino, que luego se llamaría el Mar Muerto, como un homenaje a tamaña injusticia sin nombre. Sin mediar proceso judicial alguno, sin garantías jurídicas de tribunales y Senado, esto era peor que un "exilium" o "exulatio" con confiscación de bienes. Ovidio sería relegado, expulsado de Italia como un indeseable, un Sócrates peligroso para la sociedad. Era como denostar el amor, la alegría de vivir, la libertad individual y sexual encarnado todo ello en un solo hombre: Publio Ovidio Nasón. Era como decirle a Roma e Italia entera y gritarle al mundo que las instrucciones del arte amatorio quedaban confinadas y clausuradas, que el placer sexual ya no tendría cabida en las alcobas, en aras de un puritanismo hipócrita y estéril. Ovidio que no era poeta ni vicioso ni grosero, que nunca perdió el respeto por si mismo y por los demás, y por ello era doblemente peligroso, quedaba estigmatizado y confinado de por vida. En la isla de Elba recibe el insigne poeta la funesta noticia. Su amigo Máximo Cotta intenta consolarle. Ninguno de los dos entiende nada. No hay justificación posible. Esta decisión imperial fatal no tiene ningún sentido. Ovidio es una persona libre de toda culpa. ¿Será Julia la Menor, nieta de Augusto, la causante involuntaria de este despropósito? Pobre Julia, obligada a tantos matrimonios sin amor. No le permitió su abuelo ni tener una casa a su gusto. A Augusto le desagradaban las casas grandes y suntuosas e hizo que la demolieran. Augusto hizo abandonar en una montaña al hijo ilegítimo que tuvo Julia con el senador romano Silano, y a ambos los condenó al exilio. El marido de Julia, Paulo, fue ejecutado como conspirador de una revuelta. ¿No serían en realidad estos sendos exilios de Julia y Ovidio motivados por esa frustrada revuelta y conspiración? La Historia no lo ha podido demostrar. Ovidio se ve obligado a guardar silencio hasta sus últimos días. No parece nada creíble la teoría de que Ovidio hubiese sido espectador cómplice de las veleidades adúlteras de la princesa. Ninguna súplica enterneció la dureza de corazón de Augusto. Ovidio aceptó la escolta que le brindó su amigo Sixto Pompeyo para atravesar la escarpada Tracia. En diciembre del año 8 d. C Ovidio abandona su amada Urbe. Embarca en Brindis, atraviesa a pie el itsmo del Golfo de Corinto. Embarca en Cenareas , ante Troya, como un Héctor derrotado, vira hacia el Golfo de Imbros y desembarca en Samotracia. En primavera llega a su destino final, Tomi, en la costa romana de Dibrudja, al sur del delta. En una isla de un lago vecino podemos hoy día encontrar el sepulcro de un hombre insigne, el mejor poeta del amor, la alegría de vivir y la libertad amatoria. Pero, turista depredador, déjalo en paz y no vayas. Deja descansar en paz al poeta de "Tristia", de la tristeza infinita que solo viven los poetas y artistas que vivieron tan cruel castigo y destino funesto final. No creo que precises que te diga sus nombres.