26 de enero de 2022

De Magritte al cielo, al cielo de Madrid....

Ayer al regresar a casa muy eufórica tras mi visita de Magritte en el Thyssen, miré al cielo desde una ventana de casa y no podía dar crédito: lucía pintado a lo René Magritte de una manera espectacular, casi pictórica. Puede que los artistas que ya nos faltan nos acompañen en nuestras visitas a las exposiciones de sus obras y luego nos obsequien con algún detalle significativo, como quién ve una pluma blanca en la acera y corre a buscar un ángel. Puede que así suceda o solo sea nuestro anhelo ferviente de que así suceda. El caso es que ayer el cielo madrileño lo decoró Magritte con el permiso de Dios. La madre de René, Regina Magritte se suicidó el 12 de marzo de 1912. Al parecer, ya lo había intentado en otras ocasiones y el padre de René, desesperado, la encerraba en su habitación cuando él debía acudir a su taller de sastrería. Cuenta la leyenda que el niño de 13 años René contempló el cuerpo muerto de su madre envuelto en una sábana a orillas del río Sambre donde se ahogó, y que esta imagen tan trágica y dolorosa para un niño, inspiró el cuadro del beso de los amantes. Sea cierta o no esta leyenda que al parecer ha sido desmentida, el suicidio de su madre fue un hecho consumado. René Fran¢ois desde luego adoptó el apellido materno como artista. Esta experiencia tan traumática muy seguramente le seguiría toda su vida. En estos dos años de pandemia se está resintiendo la salud mental de la inmensa mayoría de la población mundial. Suicidios y depresiones nos conmueven impotentes sin saber qué hacer. Desde luego no hay que dudar en pedir ayuda y acudir a terapia, pero también hay algo sustantivo que podemos hacer por nuestra propia salud mental y no es otra cosa que refugiarnos en el arte: la música, la pintura, la escultura, la arquitectura, el teatro, el cine...curan, cuidan de nosotros y debemos acudir a todas estas manifestaciones artísticas sin dudarlo para aliviarnos de toda angustia existencial. La Cultura está demostrando ser espacio seguro. Por tanto, querido amigo, estimada amiga, no dudes en buscar consuelo en la cultura. Mucho ánimo, a todo el mundo.

16 de enero de 2022

La Estatua de la Libertad calza sandalias.....

Gracias al concurso El Cazador que se emite en RTVE y que me gusta mucho ver siempre que tengo ocasión, supe que la Estatua de la Libertad calza sandalias. Pese a tener una pequeña estatuilla que trajimos de Nueva York en uno de nuestros viajes, nunca había reparado en ese detalle. No sé bien con qué intención lo dispuso así su escultor, el francés Frédéric Auguste Bartholdi. Tal vez para señalar al mundo entero la fragilidad de este estado y facultad natural intrínsecos a todo ser humano. Así que me he propuesto averiguarlo. Parece existir consenso en que para elaborar el rostro se inspiró en el de su madre y en otros diferentes rostros femeninos, siendo el de nuestra preciada Libertad una síntesis de todas ellas. Es decir que la Libertad sería femenina, toda una señora emulando la diosa Libertad de la mitología clásica, que efectivamente se representaba con estola y sandalias. Pero el espectador en este mundo de toda obra de arte tiene siempre la última palabra, por tanto, personalmente las sandalias me sugieren no solo ese calzado que solemos en tiempo de calor sino, dado que la tenemos a la Señora Libertad siempre a la intemperie, la arriba mencionada fragilidad, lo expuesto a quebrarse, algo que debemos cuidar y mimar con enorme esmero, un delicado y sagrado bien a preservar, proteger y resguardar. Y no escondemos nuestra libertad propia bajo la cama, ni en caja fuerte ni en un cajón sino que la queremos enarbolar cada día con nuestra torpe pero propia libertad de expresión. Escuchamos y leemos por doquier opiniones de lo más variadas. Demasiada gente confunde hoy en día la libertad de expresión y opinión con difundir bulos y mentiras, mancillando nuestra preciada y preciosa libertad. De hecho, se palpa en el ambiente bastante miedo a expresarse libre y plenamente. Es positivo que cada uno de nosotros nos impongamos filtros por educación y cortesía y no soltar la primera estupidez que nos asalte en la cabeza, pero es del todo negativo, harto preocupante que nos sumemos como borregos a difundir esos bulos y mentiras sin someterlos al filtro de una crítica rigurosa, que no censura. Leamos mucho, escuchemos con atención los criterios de las personas que saben, que dominan lo suyo. No nos quedemos con un solo criterio. Aceptemos también escuchar al que piensa diferente si sus argumentos parten de la lógica y el sentido común. Está la opinión pública en el filo de lo imposible a punto de ser engullida cual tsunami por la enorme ola de la desinformación, los pérfidos alogaritmos y los malévolos trolls y troyanos. No lo permitamos. Cuidemos nuestra propia libertad de expresión y la de los demás. Solo así podremos ser realmente libres y a ratos felices.