20 de septiembre de 2024


 

Los malos van al cielo...

No soy de Broncano y tampoco de Motos. Ese tipo de programas televisivos me aburren. Además a las diez de la noche a mí ya me gusta estar en el sobre con mis 🎧 y movil para ver y escuchar en Youtube mis vídeos favoritos. Me gustan mucho los clips de sesenta segundos de Doctor Fisión, Doc. También los de @elescocesgamer sobre la Edad Media. Me pregunto cómo logran editar vídeos tan maravilloso de tan alta calidad. Anoche escuché un lujo de entrevista de Álex Fidalgo a dos invitados estupendos: Ramiro Calle y José Mota. Muchas noches veo también vídeos de este gran humorista insuperable y no puedo parar de reír. A Ramiro Calle lo tuve de profesor de yoga una semana en mi etapa de estudiante universitaria en la UAM. A la semana de darnos clase una joven nos congregó a los alumnos para decirnos que Ramiro ya no impartiría más clases y sería sustituido por una nueva profesora. Esta nueva profesora no me gustó. Luego probé en otros lugares, pero nadie instruía yoga como Ramiro Calle, así que cambié el yoga por el aeróbic. Un día vi en un quiosco los primeros fascículos de yoga de Ramiro Calle y fui comprando todos hasta reunirlos en una edición preciosa encuadernada, mientras opté por practicar yoga en casa con estos fascículos como guía. Ayer Ramiro Calle improvisó una pequeña sesión de meditación en la entrevista de Fidalgo que me dejó tan relajada que he podido dormir esta noche de un tirón. Calle y Mota coincidieron en que estamos viviendo la etapa de la historia más desnortada y peor. Personalmente, creo que no. Si analizamos, si quiera superficialmente, la historia contemporánea del siglo XX que no hace tanto dejamos atrás, podremos comprobar que fue un siglo catastrófico con dos Guerras Mundiales y nuestra guerra incivil fratricida y tantísimos hechos y sucesos monstruosos. Lo que sucede es que internet y las redes sociales nos han despegado de nuestro egoísta ombligo y nos han mostrado y muestran a diario todos los horrores que acontecen en nuestra aldea global. Bulos y mentiras han existido siempre, pero ahora se propagan más rápido que el rayo. La globalización para bien y para mal es ya nuestro santo y seña. No podemos obviar lo qué sucede en el rincón más recóndito de nuestro 🌍. Produce desde luego vértigo admitir lo insignificantes que somos. Ramiro Calle y José Mota dijeron que el odio lo preside todo, pero a mí me parece que el rey y señor de nuestras minúsculas existencias es en realidad el miedo. Ramiro Calle nos ofreció algunos consejos para sacudirnos el odio y el miedo y ser capaces de perdonar. Es la misión imposible de nuestras vidas: saber perdonar. Si por ejemplo, desgranamos la preciosa letra de la bella canción de J. D. Souther, quién tristemente nos ha dejado en estos días, "You' re only lonely" y en vez de dedicársela a un amigo u amiga con el que tomamos distancia, se la dedicáramos a un enemigo personal, nos sería muy difícil, por no decir imposible, decirle que nos llame, si no tiene ningún hombro sobre el que llorar. Imaginemos que en vez de a un enemigo personal, la letra de esta canción fuese destinada a un ser monstruoso histórico, un Stalin o un Hitler o a cualquiera ser monstruoso del momento actual. Le lloverían piedras al cantautor. Muchas noches me gusta ver y escuchar en Youtube testimonios de personas que aseguran haber estado clínicamente muertas y haber experimentado una ECM. La mayoría manifiesta que el infierno no existe. Todos transitan un túnel que les lleva a una luz que es todo amor y aceptación universales. Muchos narran que se encuentran con sus seres queridos fallecidos en moradas espectaculares de una belleza arquitectónica imposible de describir. En el Más Allá no existen la enfermedad, la vejez, la muerte. Tampoco el odio, el miedo y ninguna de las emociones humanas negativas. Cabe concluir tal vez que los malos, perversos, los monstruos también irán al cielo. Eso se nos hace imposible de aceptar. Los seres humanos, tan limitados, no nacimos para el perdón, la plena confianza en el prójimo y en nosotros mismos. Los seres humanos siempre hemos estado desnortados. Siempre hemos sido vulnerables, frágiles y ningún pasado fue mejor.