"El viajecito pequinés"
El termómetro digital exterior del hotel de lujo Shangri-la China World en pleno corazón del distrito financiero marcará una temperatura de más de treinta grados centígrados, que la humedad relativa del aire convertirá en una calima monzónica irrespirable. Me pasearé desnuda con una mascarilla por la habitación 703 meditando si la alergia me permitirá acudir al evento. Abriré deslizando unas cuantas veces el armario, contemplando en el espejo de las puertas correderas mis sinuosas curvas y los maravillosos senos valorados en seis mil dólares cada uno por obra de taller plástico - mi cirujano es el mejor porque es el más clandestino, solicitado, caro, elitista, confidencial, sibarita, con la papada más abultada y carnosa entre barba y cuello que en el mundo entero pueda existir.¡ Es una eminencia. Sublime. Excelente! Sus manos están valoradas en más de tres billones de dólares - . Pensaré mientras me contemplo por delante y por detrás, qué vestido elegir, que sea apropiado para acudir del brazo de mi amante, que "encienda su pasión y le haga compartir mis sueños". Es decir, que encienda su pasión y me convierta en una auténtica antorcha humana, que a todos deslumbre, que todos admiren, que todos deseen. Me pondré delante del espejo para probarme los cien modelitos de Alta Costura y los cincuenta pares de zapatos que me haré llevar para la ocasión. Me pobraré ante el espejo las veinte barras de color de labios que siempre viajan conmigo en tan memorables ocasiones. Me tiraré de los pelos, enojada, por mi incapacidad de decidirme. Encenderé el televisor para distraer mi atención y me reiré de las fisonomías de las presentadoras chinas, haciéndoles burla estirando mis ojos para darles forma chinesca. Luego me arrepentiré y correré raudo al baño para darme la crema correctora de patas de gallo, que me habrá costado, como siempre, la friolera de trescientos dólares el tarrito y maldeciré a esas asquerosas chinas, que comen arroz tres delicias con mondadientes gigantes de madera. De paso abriré el grifo de la ducha y tardaré como es habitual en mi, casi tres cuartos de hora en conseguir el punto exacto de temperatura. Me arrepentiré y decidiré optar por un baño bien caliente y espumoso. Aprovecharé para darme una mascarilla facial, pero eso supondrá que tenga que quitarme la mascarilla y no sabré, no podré, no querré respirar el maldito aire chino infestado de polución y cualquiera sabe si de la gripe aviaria. Decidiré tomar el baño y renunciaré al tratamiento facial en favor de una mascarilla capilar - cada sobrecito de viaje me cuesta la friolera de ciento cincuenta dólares - ¡Cada vez resulta más difícil viajar en avión con mis potingues!. Tomaré ese delicioso baño espumos y se me mojará la mascarilla, ¡qué contrariedad!. Tendré que salir del agua para ponerme otra y los ácaros de la condenada moqueta no me permitirán ni un segundo de alivio. Correré a mi botiquín de viaje personal para tomarme un comprimido de Efarebastel, que es el mejor antihistamínico que existe en el mecado farmaceútico. Cada caja de veinte comprimidos cuesta doscientos dólares en el mercado negro elitista del Doctor Cops de "Windy City", que me consigue mi mejor amiga Deborah, cobrándose la muy pendeja una comisón de ochenta dólares. - ¡Con amigas como éstas, para qué quiero enemigas! - Pero más cara me sale "la mujer blanca" que me consigue Pipi El Sucio. ¡Por cierto, habré preguntado a Pipi el Sucio la manera de conseguir "camerusa" de manera fácil y sin contratiempos durante mi estacia pequinesa. El ocho de agosto será mi cumpleaños y espero que Danny, mi amante, me tenga reservada una sopresa china más grande que la Ciudad Prohibida. ¡La verdad es un fastidio que a Danny le apasionen tanto los deportes y que tengamos que ir a Pekín con lo bien que estaríamos en la playa Pichilingue de Acapulco!
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"Salud e inspiración para tod@s"
18 de marzo de 2008
10 de marzo de 2008
"क
"Cara o cruz. Homenaje a Cormac McCarthy. Óscar para Bardem"
- “Son gajes del oficio. Ya sabes: hoy te toca a ti, mañana a mi. Conservo esta moneda del cuarenta y seis. Mi padre de niño la encontró en una maldita alcantarilla. Ya sabes, siempre me lo juego todo a cara o cruz” - Anton Chigurt emplea ese tono con resonancias metálicas en la voz que tanto irrita a Marlon. Pero sabe que a duras penas cruzarán cuatro necedades, como siempre, como es habitual en el gremio de sicarios. Dos sicarios frente a frente, eso es lo que son. Asesinos a sueldo que miden sus logros por lo que callan callando, por lo que olvidan y arrojan al pozo negro de sus fechorías inmundas.
- ¿Qué te trae por aquí, Chigurt? - Marlon no aguarda una respuesta. Sabe que Anton sacará unas cuantas monedas del bolsillo del pantalón vaquero y las agitará en su mano como dados falsos de marfil a punto de ganar la partida.
- Nada en especial. Quiero cambiar de corte de pelo. Los ochenta tocan a su fin y...
- No conozco ningún peluquero, Chirgut. Si te cortas el pelo perderás parte de tu encanto. Siempre me has parecido uno de esos malditos indios navajos sagrados para su pueblo, sobrenatural, carismático, misterioso. Arréglate un poco el flequillo con unas tijeras frente al espejo, tú mismo. No te tiembla el pulso nunca..
- Quiero pasar desapercibido, Marlon. Me traigo un nuevo encargo entre manos muy delicado....Ya sabes, un trabajo de precisión: mucha sangre que luego hay que limpiar como si por allí sólo hubiese pasado tu madre con la mopa y la fregona.
- Será la tuya, Anton.
- Las dos, si prefieres. Tengo a ambas por personas intachables.
- La mía es peor que Satanás, pero mejor que la tuya.
- Mi moneda de la suerte puede decidir eso. Cara, tu madre. Cruz, la mía.
- ¡Corten! - Ethan Coen no está del todo satisfecho con el resultado de esta toma. Tal vez Bardem, demasiado impostado. Quizás Malkovich, demasiado viejo, demasiado estrábico, calvo. Repetirá la toma con distintas pelucas. Rectificará el guión. “No es país para sicarios” no apunta a ser una buena factura. Los hermanos Coen llevan tiempo barajando la posibilidad de dejar el oficio. Aguantan porque saben que nacieron para esto y sólo para esto. Se sienten cansados, faltos de ideas.
- ¡Gajes del oficio, Bardem! No te desanimes. Mañana lo haremos mejor.
- No sé, no sé, Malkovich, no sé. En la vieja Europa no sufro tanta presión.
- “Son gajes del oficio. Ya sabes: hoy te toca a ti, mañana a mi. Conservo esta moneda del cuarenta y seis. Mi padre de niño la encontró en una maldita alcantarilla. Ya sabes, siempre me lo juego todo a cara o cruz” - Anton Chigurt emplea ese tono con resonancias metálicas en la voz que tanto irrita a Marlon. Pero sabe que a duras penas cruzarán cuatro necedades, como siempre, como es habitual en el gremio de sicarios. Dos sicarios frente a frente, eso es lo que son. Asesinos a sueldo que miden sus logros por lo que callan callando, por lo que olvidan y arrojan al pozo negro de sus fechorías inmundas.
- ¿Qué te trae por aquí, Chigurt? - Marlon no aguarda una respuesta. Sabe que Anton sacará unas cuantas monedas del bolsillo del pantalón vaquero y las agitará en su mano como dados falsos de marfil a punto de ganar la partida.
- Nada en especial. Quiero cambiar de corte de pelo. Los ochenta tocan a su fin y...
- No conozco ningún peluquero, Chirgut. Si te cortas el pelo perderás parte de tu encanto. Siempre me has parecido uno de esos malditos indios navajos sagrados para su pueblo, sobrenatural, carismático, misterioso. Arréglate un poco el flequillo con unas tijeras frente al espejo, tú mismo. No te tiembla el pulso nunca..
- Quiero pasar desapercibido, Marlon. Me traigo un nuevo encargo entre manos muy delicado....Ya sabes, un trabajo de precisión: mucha sangre que luego hay que limpiar como si por allí sólo hubiese pasado tu madre con la mopa y la fregona.
- Será la tuya, Anton.
- Las dos, si prefieres. Tengo a ambas por personas intachables.
- La mía es peor que Satanás, pero mejor que la tuya.
- Mi moneda de la suerte puede decidir eso. Cara, tu madre. Cruz, la mía.
- ¡Corten! - Ethan Coen no está del todo satisfecho con el resultado de esta toma. Tal vez Bardem, demasiado impostado. Quizás Malkovich, demasiado viejo, demasiado estrábico, calvo. Repetirá la toma con distintas pelucas. Rectificará el guión. “No es país para sicarios” no apunta a ser una buena factura. Los hermanos Coen llevan tiempo barajando la posibilidad de dejar el oficio. Aguantan porque saben que nacieron para esto y sólo para esto. Se sienten cansados, faltos de ideas.
- ¡Gajes del oficio, Bardem! No te desanimes. Mañana lo haremos mejor.
- No sé, no sé, Malkovich, no sé. En la vieja Europa no sufro tanta presión.
27 de febrero de 2008
"Experimento electoral futurista. Cara a cara. Face to face."
Pe Zeta - Subiré las pensiones y bajaré los alquileres de la vivienda.
Yojar - Bajaré los precios de los cereales, la leche y el pan y subiré los sueldos funcionariales.
Pe Zeta - Subiré los incentivos y fondos para la investigación, bajaré el índice de inmigrantes irregulares en el país.
Yojar - Bajaré los niveles de delincuencia en las calles y subiré el índice de escuelas privadas en detrimento de las públicas.
Pe Zeta - Subiré por las escaleras. Bajaré en el ascensor.
Yojar - Bajaré por las escaleras. Subiré en el montacargas.
Pe Zeta - Subiré cuando tu bajes.
Yojar - Bajaré cuando tu subas y nunca antes ni después de tí.
Pe Zeta - Subiré el precio de los medicamentos genéricos. Bajaré las listas de espera en los ambulatorios.
Yojar - Bajaré los índices de lesiones por reyertas. Subiré el listón a los atletas de salto de pértiga.
Pe Zeta - Subiré las cuestas de enero en bici y bajaré las de febrero en patinete.
Yojar - Bajaré el número de presos extranjeros en las cárceles y subiré el de presidiarios nacionales - especialmente delincuentes de guante blanco -. ¡Eso es hacer patria!
Pe Zeta - Subiré faldas y bajaré pantalones!
Yojar - Bajaré faldas y subiré cremalleras en los días de frío.
Pe Zeta - Subiré el talón de Aquiles y bajaré el número de artículos de la Constitución.
Yojar - Bajaré el telón de la función y subiré el de acero inoxidable resistente a la corrosión.
Pe Zeta - Bajaré los índices de octanos. Subiré los índices de audiencia.
Yojar - Subiré los índices cefálicos. Bajaré los expurgatorios.
Pe Zeta - Subiré y bajaré.
Yojar - Bajaré y subiré.
Pe Zeta - Es ley de vida bajar y subir. Buenas noches y buena suerte.
Yojar - Lo que sube, baja. Buena suerte y buenas madrugadas.
Pe Zeta - Yojar, sube a por mi.
Yojar - Pe Zeta, baja a por el pan.
Yojar - Bajaré los precios de los cereales, la leche y el pan y subiré los sueldos funcionariales.
Pe Zeta - Subiré los incentivos y fondos para la investigación, bajaré el índice de inmigrantes irregulares en el país.
Yojar - Bajaré los niveles de delincuencia en las calles y subiré el índice de escuelas privadas en detrimento de las públicas.
Pe Zeta - Subiré por las escaleras. Bajaré en el ascensor.
Yojar - Bajaré por las escaleras. Subiré en el montacargas.
Pe Zeta - Subiré cuando tu bajes.
Yojar - Bajaré cuando tu subas y nunca antes ni después de tí.
Pe Zeta - Subiré el precio de los medicamentos genéricos. Bajaré las listas de espera en los ambulatorios.
Yojar - Bajaré los índices de lesiones por reyertas. Subiré el listón a los atletas de salto de pértiga.
Pe Zeta - Subiré las cuestas de enero en bici y bajaré las de febrero en patinete.
Yojar - Bajaré el número de presos extranjeros en las cárceles y subiré el de presidiarios nacionales - especialmente delincuentes de guante blanco -. ¡Eso es hacer patria!
Pe Zeta - Subiré faldas y bajaré pantalones!
Yojar - Bajaré faldas y subiré cremalleras en los días de frío.
Pe Zeta - Subiré el talón de Aquiles y bajaré el número de artículos de la Constitución.
Yojar - Bajaré el telón de la función y subiré el de acero inoxidable resistente a la corrosión.
Pe Zeta - Bajaré los índices de octanos. Subiré los índices de audiencia.
Yojar - Subiré los índices cefálicos. Bajaré los expurgatorios.
Pe Zeta - Subiré y bajaré.
Yojar - Bajaré y subiré.
Pe Zeta - Es ley de vida bajar y subir. Buenas noches y buena suerte.
Yojar - Lo que sube, baja. Buena suerte y buenas madrugadas.
Pe Zeta - Yojar, sube a por mi.
Yojar - Pe Zeta, baja a por el pan.
18 de febrero de 2008
¡Viva el vino!
La Ley Seca Española Antialcohólica 26/2015, de 23 de noviembre, entró en vigor el 1 de enero de 2016 creando entre la ciudadanía un clima de estupor, desconfianza y escepticismo sin fin. La frontera resultaba casi imposible de dilucidar, para distinguir con precisión meridiana entre las zonas en las que estaba totalmente prohibido consumir bebidas alcohólicas y los espacios en los que se podía beber, si se habilitaba una sala o zona especial.
A vista de pájaro en los lugares de trabajo cualquiera podía ver grupos de personas en las azoteas creando un paisaje urbano de macrobotellón de lo más pintoresco. Unos con la lata de cerveza Con, otros con el vasito de vino, algunos con la copita de orujo. A la entrada de los edificios públicos y privados en vía pública, los empleados con el pitillo consumiendo unas caladas tiritando de frío en pleno invierno miraban hacia las azoteas maldiciendo que en “ciertos lugares” ya no se podía fumar a gusto porque apestaba a vino barato de tetrabrick insoportable. Los bebedores-fumadores discutían en las azoteas con los no- fumadores- sí- bebedores porque éstos últimos reivindicaban su parcelita particular, su espacio sin humo para tomarse su copichuela a gusto. Las azoteas de las residencias de ancianos eran dignas de filmación para una peli del viejo Almodóvar emulando a Buñuel, porque algunos se hacían conducir en camilla o silla de ruedas por celadores para fumar y beber a pacha lo obtenido en el trapicheo por los pasillos. En los lavabos y retretes de restaurantes, bares, empresas, estaciones, grandes almacenes,... la pestilencia a humo y alcohol propiciaba desmayos y lipotimias entre los más sensibles, especialmente entre los abstemios no fumadores, que se consideraban fumadores bebedores pasivos y víctimas de una absoluta indefensión. Las movilizaciones populares se sucedían entre escapadas a las azoteas y escusados. Muchos portaban pancartas que exhibían lemas alusivos al deseo casi colectivo de que las botellas del buen Rioja, Ribera del Duero o el Priorato regresasen a las mesas de restaurantes y comidas campestres. Los indigentes tomaban furtivos tragos de brick Don Simón escondidos en los soportales y portales. Los inquilinos de las fincas deploraban el estado lamentable en que se encontraban por las mañanas las escaleras de su casa, el hedor de orines, alcohol y tabaco. La venta de petacas anchas, planas, de dimensiones discretas en cuero o metal aumentaron hasta tal punto que las existencias se agotaban y los fabricantes no daban abasto. Las petacas con nombres, símbolos o logos eran las más demandadas. Se diseñaron unas que causaron furor en todas partes. Eran de metal y llevaban inscrito el lema, ”¡Viva el vino!”. Estaba permitido llevarlas encima escondidas en el bolso de mano o en cualquier bolsillo interior disimulado, pero el artículo 33 de la nueva Ley Seca prohibía su exhibición o que su forma se marcase dando indicios de su existencia debajo de la indumentaria del viandante bajo severas multas que podían ascender a 500 euros españoles – unos 700 dólares americanos –. Las sanciones por consumo en espacios públicos alcanzaban cifras astronómicas, tan abusivas que a cualquiera se le quitaban las ganas de beber hasta en su casa. El transporte de botellas y latas de vinos, cervezas y licores debía hacerse en transporte blindado y su carga y descarga restringirse a los martes laborables de cinco a seis de la mañana hora española. Los muelles de carga debían reunir unos controles rigurosos de sigilo y reserva, con lo cual la discrecionalidad estaba servida porque los servicios de transporte no podían ajustarse cumplidamente a tan estrictos horarios. En una palabra y en resumen, el caos estaba servido y las autoridades pacatas y abstemias habían caído en picado en el vicio oculto de beber a escondidas en los lavabos de los edificios ministeriales. A un político se le desató la lengua en una conferencia de prensa y después de un patético discurso sobre los Estatutos de Autonomías, se le escapó “¡Viva el vino!....ups, ¡Viva el vinilo!, quise decir”. En definitiva, que abolidas la fiesta de los toros y la tauromaquia, prohibidas las bebidas alcohólicas, la capa de ozono del cielo español contaminada y desgarrada por los despropósitos del cambio climático, la ciudadanía se interrogaba “¿Pero qué cosa es España?”.
A vista de pájaro en los lugares de trabajo cualquiera podía ver grupos de personas en las azoteas creando un paisaje urbano de macrobotellón de lo más pintoresco. Unos con la lata de cerveza Con, otros con el vasito de vino, algunos con la copita de orujo. A la entrada de los edificios públicos y privados en vía pública, los empleados con el pitillo consumiendo unas caladas tiritando de frío en pleno invierno miraban hacia las azoteas maldiciendo que en “ciertos lugares” ya no se podía fumar a gusto porque apestaba a vino barato de tetrabrick insoportable. Los bebedores-fumadores discutían en las azoteas con los no- fumadores- sí- bebedores porque éstos últimos reivindicaban su parcelita particular, su espacio sin humo para tomarse su copichuela a gusto. Las azoteas de las residencias de ancianos eran dignas de filmación para una peli del viejo Almodóvar emulando a Buñuel, porque algunos se hacían conducir en camilla o silla de ruedas por celadores para fumar y beber a pacha lo obtenido en el trapicheo por los pasillos. En los lavabos y retretes de restaurantes, bares, empresas, estaciones, grandes almacenes,... la pestilencia a humo y alcohol propiciaba desmayos y lipotimias entre los más sensibles, especialmente entre los abstemios no fumadores, que se consideraban fumadores bebedores pasivos y víctimas de una absoluta indefensión. Las movilizaciones populares se sucedían entre escapadas a las azoteas y escusados. Muchos portaban pancartas que exhibían lemas alusivos al deseo casi colectivo de que las botellas del buen Rioja, Ribera del Duero o el Priorato regresasen a las mesas de restaurantes y comidas campestres. Los indigentes tomaban furtivos tragos de brick Don Simón escondidos en los soportales y portales. Los inquilinos de las fincas deploraban el estado lamentable en que se encontraban por las mañanas las escaleras de su casa, el hedor de orines, alcohol y tabaco. La venta de petacas anchas, planas, de dimensiones discretas en cuero o metal aumentaron hasta tal punto que las existencias se agotaban y los fabricantes no daban abasto. Las petacas con nombres, símbolos o logos eran las más demandadas. Se diseñaron unas que causaron furor en todas partes. Eran de metal y llevaban inscrito el lema, ”¡Viva el vino!”. Estaba permitido llevarlas encima escondidas en el bolso de mano o en cualquier bolsillo interior disimulado, pero el artículo 33 de la nueva Ley Seca prohibía su exhibición o que su forma se marcase dando indicios de su existencia debajo de la indumentaria del viandante bajo severas multas que podían ascender a 500 euros españoles – unos 700 dólares americanos –. Las sanciones por consumo en espacios públicos alcanzaban cifras astronómicas, tan abusivas que a cualquiera se le quitaban las ganas de beber hasta en su casa. El transporte de botellas y latas de vinos, cervezas y licores debía hacerse en transporte blindado y su carga y descarga restringirse a los martes laborables de cinco a seis de la mañana hora española. Los muelles de carga debían reunir unos controles rigurosos de sigilo y reserva, con lo cual la discrecionalidad estaba servida porque los servicios de transporte no podían ajustarse cumplidamente a tan estrictos horarios. En una palabra y en resumen, el caos estaba servido y las autoridades pacatas y abstemias habían caído en picado en el vicio oculto de beber a escondidas en los lavabos de los edificios ministeriales. A un político se le desató la lengua en una conferencia de prensa y después de un patético discurso sobre los Estatutos de Autonomías, se le escapó “¡Viva el vino!....ups, ¡Viva el vinilo!, quise decir”. En definitiva, que abolidas la fiesta de los toros y la tauromaquia, prohibidas las bebidas alcohólicas, la capa de ozono del cielo español contaminada y desgarrada por los despropósitos del cambio climático, la ciudadanía se interrogaba “¿Pero qué cosa es España?”.
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Hoy domingo 29 de marzo a las 21 horas, por favor, encendamos una vela y pongámosla en cada balcón y ventana para despedir a quienes nos han...
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«A Sofonisba, mi mujer .... quien es recordada entre las mujeres ilustres del mundo, destacando en retratar las imágenes del hombre " O...