5 de julio de 2007

Katrina

Publicado: Jue, 12 Oct 2006 1:06 am Asunto: Katrina

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Un rayo rasgó las nubes y pudimos ver el azul del cielo como si un hombre recién desposado hubiese roto apasionada y arrebatadamente el precioso vestido de tul de su virgen novia y se adivinasen sus turgentes muslos en la penumbra de la habitación de un hotel. Aquel ciclón tenía algo de hembra joven, casta, pura pero apuntando maneras de lujurioso objeto de deseo a punto de ser desenvuelto del paquete perfectamente sellado y acicalado con una cinta de seda blanca.

Bautizaron el huracán con un nombre de mujer, Katrina.

Aquel veintinueve de agosto era el cumpleaños de Silvia y todos los amigos le habíamos comprado un regalo en una tienda de antiguedades de la capital de Luisiana que nos recomendaron. Era una preciosa figura de porcelana, una especie de hada sentada con la cabeza ligeramente inclinada que abrazaba con sus brazos sus piernas etéreas. Me recordó a Laura y me estremeció pensar que ya nunca más la volvería a ver. Por eso y otros sentimientos que no vienen al caso, un par de horas después regresé a aquella tienda y sin decir nada a mis amigos, me compré una figura idéntica a la que ibámos a regalar. Me atendió la misma dependienta con aquel dulce acento francés que nunca olvidaré y me miró extrañada. Creo que deseaba preguntarme si se había roto la primera figura del hada que compramos, pero no se atrevió. Parecía muy tímida y me enamoré de ella al instante. Yo me enamoro cada cinco minutos de la primera mujer bella que se cruza en mi camino. por eso me dejó Laura.

Mis amigos me esperaban en St Bernard Parish a orillas del mar y por la tarde debíamos estar en Nueva Orleans en casa de nuestra amiga Silvia que nos aguardaba con la mesa repleta de exquisitas viandas cocinadas por las primorosas manos de su madre, platos típicos de las Canarias. Casi todos en la pandilla pertenecemos, pertenecíamos a la comunidad isleña y mantenemos, manteníamos las tradiciones propias del pueblo canario. A propósito, los padres de Silvia le tenían reservado como regalo de cumpleaños un viaje a Tenerife para que por fin lo pudiese conocer. Silvia cumplía dieciocho años.

Un rayo rasgó las nubes y las violó a todas de una en una, desaforadamente. No contento con atropellar el cielo, quiso también arrasar la tierra y todo lo que pillaba a su paso. Nosotros estábamos sentados en la playa y ya nuestros cuerpos no están ahi. Silvia estaba con sus padres y sus hermanos en Nueva Orleans y sus cuerpos ya no están ahi. Laura estaba con sus padres en su casa en Reggio y sus cuerpos ya no están ahi. La dulce dependienta de acento francés iba de camino a su casa y su cuerpo ya no está ahi.

Nuestros espíritus están aquí en el ojo del huracán. Nuestro destino está ahora en manos de Katrina.

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