

Una de las personas que más quiero en este mundo me ha regalado el pasado día de mi cumple este libro, que no hay que recomendar a todo el mundo.
"Motu prorio" no lo habría comprado. En general me producen cierto rechazo los "best sellers" ¿Lo es "El niño con el pijama de rayas"? Lo es, sin duda, desde el momento en que se nos asegura que se ha traducido ya a treinta y cuatro idiomas y en Irlanda, pais del autor, se mantuvo en el Número Uno de la lista de libros más vendidos durante sesenta y seis semanas. ¡No me extraña!
El discurso del libro avanza previsible, sosegada e implacablemente. Viene a ser como el experimento de la rana, esto es, no es lo mismo que deposites un batracio del orden de los Anuros - léase "Tú, lector" - en una olla con agua hirviendo y propicies la muerte instantánea por muy buena y ágil nadadora que haya sido en su dilatada "vida batracia" -"léase vida lectora. Tú, eh, lector. Sí, tú mismo". No es lo mismo, decía, que pongas a la ranita - léase, tú, lectora, miembra del gremio de lectores - en una olla con agua fría y poco a poco vayas subiendo la temperatura y la vayas cociendo a fuego lento hasta alcanzar altas temperaturas que poco afectan a la rana, o séase, a los y las lectores, porque en el experimento la rana aguanta lo indecible sin palmarla. Resumiendo, que me he sentido como una ranita en una olla de agua fría puesta a calentar a fuego lento, durante la lectura de este libro, - no sé si calificarlo de magistral o didáctico, conmovedor o demoledor, o mejor no calificarlo en absoluto porque no se encuentran calificativos posibles.
El libro, como apuntaba, no es para recomendarlo a todo el mundo, porque no todas las ranas aguantan el experimento - léase, no todos los y las lectores tienen en las dianas de sus respectivos corazones el mismo puntito de sensibilidad - En la solapa del libro se recomienda su lectura a todos los niños - de las niñas no dice nada - a partir de los trece años de edad. Mi hijo pequeño tiene siete y me ha pedido que se lo leyera cuando ha visto inscrita en la portada la palabra mágica "El niño..." y me ha dicho que a él no le gustan los pijamas de rayas. Prefiere los de Batman, Spiderman, Supeman y Bart Simpson o Burt con su padre Hommer y su hermana Lissa -no se pronunciado sobre la madre Marge Bouvier Simpson y la bebita Maggie. ¿No sé si tomármelo como algo personal por alusiones, que estoy susceptible tras la lectura de este libro. Preciso más, estoy susceptible siempre por culpa de los telediarios - ?
Le he explicado con palabras tan llanas y sutiles como las empleadas por John Boyne el argumento del libro y Di@s me perdone le he desvelado el apoteósico, tremendo final, con la esperanza de que a los trece años ya no recordará nada de todo este episodio triste de la historia. Pero, un momento, cuento con los diez dedos de mis dos manos, le restan seis añitos para alcanzar los trece. Esto es un despropósito, Para entonces, seguro, que alguien ha escrito otro libro o ha estrenado otra película recordándonos el holocauso judío y el horror nazi. ¿Hay que recordarlo tanto o hay que ir corriendo tupido velo?. Que sea el propio Hamlet quien nos de la respuesta,
" HAMLET:
To be, or not to be: that is the question:
Whether 'tis nobler in the mind to suffer
The slings and arrows of outrageous fortune,
Or to take arms against a sea of troubles,
And by opposing end them? To die: to sleep;
No more; and by a sleep to say we end
The heart-ache and the thousand natural shocks
That flesh is heir to, 'tis a consummation
Devoutly to be wish'd. To die, to sleep;
To sleep: perchance to dream: ay, there's the rub;
For in that sleep of death what dreams may come
When we have shuffled off this mortal coil,
Must give us pause: there's the respect
That makes calamity of so long life;
For who would bear the whips and scorns of time,
The oppressor's wrong, the proud man's contumely,
The pangs of despised love, the law's delay,
The insolence of office and the spurns
That patient merit of the unworthy takes,
When he himself might his quietus make
With a bare bodkin? who would fardels bear,
To grunt and sweat under a weary life,
But that the dread of something after death,
The undiscover'd country from whose bourn
No traveller returns, puzzles the will
And makes us rather bear those ills we have
Than fly to others that we know not of?
Thus conscience does make cowards of us all;
And thus the native hue of resolution
Is sicklied o'er with the pale cast of thought,
And enterprises of great pith and moment
With this regard their currents turn awry,
And lose the name of action.--Soft you now!
The fair Ophelia! Nymph, in thy orisons
Be all my sins remember'd."
Muchísimas gracias por obsequiarme este libro.