12 de febrero de 2009

Raining Stones...Raining Crystals...








Aquella mañana Darío se levantó temprano para acudir puntual a la oficina del paro evitando las largas colas que le habían advertido.

Durante años había trabajado de mozo de almacén de una empresa de logística en turno de tarde y no conocía el madrugar. Le costó mucho desperezarse y mientras intentaba sacudirse el entumecimiento y las legañas pensaba en todos aquellos que aún conservaban su trabajo y debían levantarse muy temprano venciendo esa misma sensación de desvalimiento que ahora le embargaba. Pero no hay cosa que se resista a una buena ducha y un delicioso café con tostadas.

Cuando puso el pie en la calle y a paso decidido anduvo el trayecto de un par de manzanas, le llamó la atención que no se hubiese cruzado con nadie. Tuvo la sensación de transitar una ciudad inhabitada. Nada que ver con el bullicio y la vida despierta que le había ofrecido durante todos aquellos años el turno de tarde. En los vagones de metro tampoco coincidió con nadie. Se empezó a mosquear un poco. Nadie en las taquillas. Nadie por los vestíbulos. "Tal vez se han quedado todos en el paro como yo y coincidiremos a la cola de una larguísima fila" musitó en voz alta para tranquilizarse.

Llegó por fin a aquella dichosa oficina de empleo, emplazada en un polígono industrial remoto, donde llegaba la línea de metro como un prodigio de la naturaleza divina antes que humana. Se quedó de piedra cuando en vez de personas aguardando en las filas kilométricas de aquella oficina del INEM, se topó con una multitud de botellas, en apariencia de cristal, de casi dos metros de altura que parloteaban un lenguaje ininteligible y movían con aspavientos una especie de extremidades superiores trefiladas como alambres. Ante aquel espectáculo inverosímil quiso huir, echar a correr, pero cuando lo intentaba, se vió rodeado por una muchedumbre de aquellos seres de cuello estrecho sólo cubiertos por etiquetados de distintos tamaños, leyendas y colores. Unos le agarraron por las piernas, otros por el torso, mientras el que parecía líder o ser destacado de aquel grupo tiraba de su cabeza como queriéndo desenroscarla. Pudo ver, entre el gentío, cuerpos amontonados sin vida en un rincón a los que les faltaba la cabeza. Antes de ser desmembrado por aquellos individuos en apariencia quebradiza, pero fornidos como bueyes, supo que le estaban "descorchando" como a una botella de vino y que a continuación, seguramente, tomarían "el contenido". Algunos de aquellos seres mostraban restos de sangre en sus bocas. Las identificó como antesalas del tubo digestivo porque por ellas gesticulaban aquella jergigonza hueca, retumbante, que se expandía como un eco de multitud de copas brindando entre sí.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy segura de que el planteamiento tan amargo que se hace en ‘Lloviendo piedras’ sobre el problema del desempleo, es real cómo la vida misma. Los padres seríamos capaces de hacer cualquier cosa por no fallar a nuestros hijos y ver cumplidas ciertas ilusiones suyas. Ese sentimiento trágico y de impotencia vital que transmite ésta película me ha recordado al film de Alan Parker, “Las cenizas de Angela”, protagonizado también por el estupendo actor Robert Carlyle (aquí arribita con ‘Full Monty’). Tal vez la hayas visto Gemmayla, y si no es así, no se si recomendártelo, la verdad, ya que es bastante deprimente. Está basado en la autobiografía del escritor de origen Irlandés, Frank McCourt, concretamente en la infancia tan terrible y dura que vivió, ó mejor dicho, a la que sobrevivió, en la deprimida Irlanda de los años 30. La película es bastante fiel al libro, está muy lograda y refleja de manera muy realista y cruda la desoladora y terrible infancia del autor, y de toda su familia. Eso sí, sorprende gratamente los guiños de humor y la actitud positiva con la que el propio escritor narra esos episodios de su vida, tan desgarradores. Hubiesen traumatizado a cualquier niño por lo que admiro la dignidad, valentía y gran inteligencia emocional del señor McCourt, de quitarse el sombrero, vamos.

Creo que me he ido por los cerros de Ubeda, sorry. Decirte que resulta demoledora tu surrealista 'puesta en escena' de éste asunto tan a la orden del día, me ha puesto los pelos como escarpias…Mi chica, eres la Dalí de los relatos, conste que Dalí es uno de mis pintores favoritos…

Un abrazo!

Anónimo dijo...

Gemmayla, despiertate!! despierta!!! se trata de una pesadilla??? será este el fin que le espera a la humanidad?
Deberías soñar cosas más inocentes .Como dice Diciembre has pintado un cuadro surrealista,una boca que devora en un interminable agujero negro, una pura pesadilla de mala noche! Bebe agua y cambia de lado,un besito dulce para acompañarte...

Anónimo dijo...

Hola Diciembre y Satenight:

EL libro de Frank McCourt me encantó y me conmovió tanto que la película me defraudó. Pero no hace mucho volví a ver la peli en la tele y ahí la valoré en toda su extensión. Y sí, Diciembre, libro y película están logradísimos. En el libro creo que se aprecia más el toque irónico y los visos de humor, pero la peli es estupenda también y desgarradora.
Satnight y Diciembre, aunque parezca que no, la lectura de mi relato surrealista primero procura escalofríos, pero luego deja bien al lector pienso. Eso al menos he intentado. Recordad que "Full Monty" y "Raining stones" eran películas que denunciaban los estragos que provocó la crisis del 93. De esa crisis muchos salimos y disfrutamos de una época de bonanza casi sin precedentes. Nunca nuestro país había gozado de un nivel de infrastructuras tan avanzado, un nivel de vida tan alto. Seguramente esta época ya no la viviremos en mucho tiempo, pero estoy convencida que de esta crisis saldremos, como hemos salido de todas.
El visionado de estas películas y libros que mencionamos. La mirada al pasado nos ayudan a entender que estamos cada cierto tiempo a revivir experiencias de crisis, pero de ellas resurgimos cual ave Fénix.

Muy feliz finde, guapas !!!

NoSurrender dijo...

No creo que nuestros queridos ultraliberales que abogan por el despido libre entiendan algo de lo que se cuenta en cualquier película de Ken Loach.

Hablamos lenguajes muy diferentes. Nosotros, los humanos que tenemos cabeza en lugar de corcho y cuerpo en lugar de botella, no acabamos de entender que facilitar el despido hace que se despida menos. Es indignante, y de dignidad pisotada habla Loach. Nada cambia, qué pena.

besos!

Anónimo dijo...

NoS. qué cierto y sangrante. Y lo que no les entra en esa cabezota de corcho es que quien cobra su subsidio, antes lo cotizó y lo pagó con creces. Estoy harta de oir el dineral que nos cuesta a todos el desempleo. Cómo tergiversan para su propio interés "facha" la verdadera realidad de las cosas. Recuerdo que hubo en tiempo que en mi profesión no teníamos derecho al subsidio de desempleo en el supuesto caso de quedar en paro. Alegaban los "cabecillas" que nuestra profesión no podía conocer el paro. Tampoco el derecho de huelga y manifestación. Bien. pues con ardua lucha conseguimos que se nos descuente en nómina y se nos reconozca con este descuento y un documento firmado que lo acredite, nuestro derecho a subsidio de desempleo y aunque se nos sigue negando el derecho a huelga, si tenemos ya el derecho a manifestarnos públicamente. Creo que otorgar a los jueces el derecho de huelga, pactando unos determinados servicios mínimos impepinables, sería un gran avance en nuestra sociedad. Creo que el derecho a manifestación y huelga de los colectivos que aún no lo tienen es un atraso grande en nuestra sociedad que enrancia instituciones, solapa defectos graves, incentiva corrupcciones y delitos de soborno y cohecho. Creo que todo el mundo debiera tener derecho a la huelga y manifestar su descontento llegado el caso, sabiendo que no se va a la huelga alegre y descabelladamente. Se acude a defender este derecho cuando una crisis grave se gesta en el seno de las instituciones y empresas.


Smuakis, NoS.