23 de julio de 2011

Retrato de Audrey Bepburn adolescente, asomada a la ventana de su casa.

Audrey ha devorado una lata entera de leche condensada, mientras dibuja estampas de la Liberación. Sus brazos son tan flacos que parecen una prolongación de sus roídos lápices de colores, deslizándose sobre el papel.
Antes se ha dibujado a sí misma, bailando ella sola sobre un escenario, sin público y con la sola compañía de un piano sin pianista. Lo ha titulado “Edda Van Heemstra, Audrey Kathleen Ruston soy a partir de ahora”. Lo ha escrito en español, idioma que su madre se empeña en enseñarle después de dominar inglés, francés, holandés e italiano. Ahora su madre quiere que aprenda alemán y español, justo ahora que los nazis y los fascistas caerán. El alemán no le gusta, pero el español le cautiva, porque una de sus profesoras de baile es española y le enseñaba a tocar las castañuelas y preciosos bailes locales. Su profesora es vecina suya, reside en su misma calle con su otra profesora Sonia Gaskell, y a Audrey le gusta cada día asomarse a la ventana cuando ella se dirige a la escuela de primaria para saludarla. La llama “Señorita Ángeles, señorita María...que tenga muy buen día”.”Muchas gracias, preciosa Edda. Quiero que regreses a la escuela y retomes tus clases. Dime que lo harás”. Audrey asiente, mientras esboza una sonrisa, pero las lágrimas están a punto de brotar.
También se ha dibujado en compañía de su madre amasando harina de tulipanes para elaborar galletas. Audrey se dibuja siempre a sí misma con brazos robustos y aspecto saludable.
En otra estampa pinta de color gris un abrigo enorme, que le queda muy grande, a un niño que ha dibujado rubio, entrando en un tren de la mano de sus padres. Aquí sólo destaca el color amarillo de los cabellos frágiles del niño y el gris del abrigo. El resto del dibujo está pintado a lápiz. Lo ha titulado en inglés “Yo era una niña, observando a un niño”
Audrey siente ardor de estómago y la leche condensada quiere salir despedida, como buscando el camino de regreso hacia la lata de la que fue engullida, pero la adolescente no quiere vomitar y se cubre la boca, musitando “quédate ahí, quédate, que quiero engordar y recuperar el tiempo perdido”
Audrey mira el reloj, es la hora en la que su profesora de baile regresa con Tony, su antiguo profesor en la etapa de primaria. Le gusta espiarles por la ventana cuando se besan. Suelen hacerlo discretamente en la esquina de St Antoniesbreestraat, cuando se pierde de vista la torre de la iglesia de Zuiderkerk. A Audrey le encanta verles tan enamorados. Hoy, Día de la Liberación, ellos se han percatado y la reprenden entre risas “Edda, Edda, eso no se hace, espiar a la gente”. “Ya no me llamo Edda, querida profesora y estimado profesor. A partir de hoy, por favor, llámenme por mi verdadero nombre, Audrey Kathleen Ruston, se lo ruego, por favor. “ “Está bien, preciosa Audrey. Tony, por favor, saca tu cámara Kodak y tómale una fotografía para tu reportaje sobre la Liberación” “Sonríe, Audrey, sonríe. Di KISSSSSSSSSSSSS”. La niña obedece, pero hay agua cristalina empañando sus ojos. Audrey se seca sus lágrimas, las paladea y, qué extraño, tienen un sabor dulce. "Saben a leche condensada" susurra. Saluda a sus profesores. Contempla desde la ventana como se alejan. Tony y Ángeles están tan delgados que cuando se besan furtivamente en la siguiente esquina, Audrey piensa que aquellos besos son de cristal. Son los besos más bellos que ha podido contemplar nunca. Ella nunca ha visto a sus padres besarse así.Se promete que cuando ella sea mayor y pueda besar a un hombre, lo hará como lo hacen ellos, sus queridos profesores, los mejores que ha tenido nunca y tendrá.




20 de julio de 2011

Dedicado a mi padre......"now i understand what you tried to say to me."




Página manuscrita, hallada en aguas de Tahití, en el interior de una botella lanzada al mar, perteneciente, según investigadores de National Geographic, al relato autobiográfico "Noa", redactado de propio puño y letra por Paul Gauguin:

....¿Qué puedo decir de Vincent y su maldita oreja? ¡Cuántas especulaciones, cuántas falacias vertidas y ninguna cierta! Hubiese querido sajarla yo mismo con aquella navaja que Vincent utilizaba para todo, en especial para señalar la noche estrellada sobre el Ródano. "Mira, Paul, mira cómo brilla el filo a la luz de la luna y por la reverberación de los sonidos nocturnos" "¿Qué sonidos, Vincent? ¿Qué sonidos escuchas?" Le preguntaba yo, ingenuo. Los únicos ruidos que yo percibía eran los de mis tripas hambrientas. Llevábamos dos o tres días sin probar bocado. "Escucho la voz de una mujer joven que me asegura que posará para mí horas y horas" "¡Pamplinas! Ninguna mujer es capaz de posar para ti más de media hora seguida sin morir de terror. ¿Qué les haces?"...Van Gogh mudó el rostro. Era capaz de transfigurar su expresión en cuestión de milésimas de segundo de ángel a demonio. Yo disfrutaba haciendo eso, dominándole por tan poca cosa. Mis comentarios, hasta los más nimios, le ofendían en grado sumo. Entonces, yo disfrutaba de lo lindo, como un niño chico. No era consciente de su ira, de su dolor...Pensaba que aquellos enfados eran chiquilladas de espíritu inmaduro. Siempre vi a Vincent como a un niño grande, como a mí mismo. Ambos nos habíamos resistido a crecer, a madurar, a comportarnos como seres adultos y civilizados. Pero tarde entendí que, en realidad, Vincent nació siendo un viejo, un anciano decrépito atrapado en un cuerpo joven, lleno de vitalidad, ansioso, vitalista. Percibía en él una existencia fraguada por muchas otras vidas, pasadas, presentes, futuras...en especial, futuras. Vincent Van Gogh no era un hombre de este tiempo. Su fervor religioso, su fanatismo, disfrazaba y encubría en realidad el anhelo, la evolución, el cambio radical del ser humano presente, en una criatura de otra civilización de otro tiempo, mucho más avanzado, mucho más evolucionado espiritualmente que yo mismo, que me tenía por entonces por el ser más espiritual del universo.
Le intenté tranquilizar aduciendo que sólo estaba gastándole una de mis bromas pesadas, pero ya era tarde. Grité que tanta ironía mía brotaba de mis propias tripas hambrientas. Entonces él, en forma de pinza, con sus dedos, tiró de su oreja izquierda y con la navaja se mutiló el lóbulo, aunque a mí me pareció ver que se arrancaba la oreja entera de cuajo, ya que manaba sangre abundante. Entretanto vociferaba “¡Come, come hasta el hartazgo, glotón! ¡Sólo piensas en comer!”. Se desmayó, se desvaneció ante mí, asiendo firme el trozo de carne entre sus dedos. Quise arrancarle el lóbulo aprisionado entre el índice y el pulgar, tal y como sostenía el pincel cuando pintaba sus enérgicos lienzos, para sumergirlo en el agua fría del Ródano ,con la esperanza de un posible injerto, pero lo sostenía con una fuerza casi titánica, que me amedrentó. Yo también perdí el conocimiento. Cuando lo recobré, Vincent ya no estaba allí. Corrí en su búsqueda, primero a casa, pero allí no estaba. Luego recorrí todos los lugares que solíamos frecuentar y Raquel, la prostituta del burdel al que solíamos acudir, me contó, aterrada, que Vincent, momentos antes, le había ofrecido el lóbulo como presente, “el mejor diamante, la mejor joya que te regalarán jamás” le había dicho en estado de pura enajenación. Entendí entonces que poco podía hacer. Me senté en un escabel y pedí a Raquel una botella de absenta. Para cuando vinieron en mi búsqueda un comisario y dos agentes, yo ya había ingerido cuando menos tres botellas y el interrogatorio no lo recuerdo pero sin duda debió ser de lo más penoso, dado mi estado.

Este desafortunado episodio me sigue atormentando ahora, porque cada vez que Vincent esgrimía su navaja, a mi me entraban ganas irrefrenables de agredirle de alguna manera, ya que me exasperaba su manera de comportarse, pero bien sabe Dios, si no bebe tanta absenta como yo y está lúcido y cuerdo, que nunca llevé estos aciagos e infaustos pensamientos más allá de mi mente oscura, confusa, turbada y siempre perpleja.

Escribo lo que en realidad sucedió, pero lo arranco del legajo de hojas que componen mi autobiografía, para lanzar mi testimonio al mar metido en esta botella que navegará a la deriva de la posteridad. Milagro será que alguien la pesque, porque mucho me temo que encallará, cual una vieja y pesada ancla, en las honduras del olvido.




12 de julio de 2011

Hasta siempre Facundo Cabral, el niño que pidió trabajo y no limosna....

- Me tenés vos achanchado de escucharle la misma monserga, Señora madre del niño éste. Mientras no tengamos un rostro, cualquiera sabe, a gamba, dónde andará el zagal. ¡Ya le vale no tener foto de la criaturita entre tanta prole como ha parido!

- Bailando como estoy en la cuerda floja, ¿cómo pretende que tenga foto familiar si ando siempre sin un chavo? ¡Y ahora sin techo! ¡Mi suegro me echó a la rúa con los ocho hijos y mi marido me abandonó anteayer! A puchos agarraré este toro por las astas, pero antes encuéntreme a mi hijo Rodolfito...Rodolfito Enrique Facundo Cabral se llama. Tiene nueve años y aunque no tengo foto de él, destaca por encima de los demás de su edad porque es muy alto y corpulento y aparenta los catorce años por su desenvoltura. Pense que al apretarle el brage, regresaría y de yapa, él adora a sus hermanos y a mi me venera tanto como a nuestra virgencita. Tiró a la marchanta camino de cuatro meses y yo si no aparece pronto, me quiero morir, que es insoportable perder marido, padres, suegros, casa, e hijos todo a una. Salgo con los pies para adelante y se acabó. No lo soporto más.

- ¡Calle, calle, madre desalmada, que los que quedan la necesitan! ¿Quién les mandará traer tanta prole al mundo del diablo?

- Mis hijos, me los ha mandado Dios y él sabrá por qué, pero le ruego que busque a mi hijo y me lo traiga sano y salvo, por el amor de...

- Del Diablo...si Señora, sí, yo llevo casi cuatro meses mirando rostros de desarrapados de nueve años, pero su hijo, doña, su hijo no tiene rostro y mientras no tengamos un rostro, es labor valdía, ¿entiende?

- Mi hijo no tendrá rostro, pero tiene un nombre bien bello, Rodolfo Enrique se llama...Facundo Cabral....

- ¡Mirad!...¡Escuchad lo qué dice el noticiero de la radio de la cafetería El Goya Español! Un mocoso, un nene de sólo nueve años está conversando con el mismísimo Juan Domingo Perón y su Evita. Refiere que ha caminado durante cuatro meses desde Berisso en La Plata hasta Buenos Aires, hasta las mismísimas estancias de la Casa Rosada, burlando el cerco policial, para pedir al presidente si él " daba trabajo a los pobres". Cosa entrañable. Se me pone el vello como escarpias. Ha dicho la Primera Dama muy emocionada y hondamente conmovida, "Por fin alguien que pide trabajo y no limosna". Ha preguntado cómo se llama este héroe nacional. El niño responde: "Me llamo Roberto Enrique..pero desde hoy, Facundo Cabral porque ya no soy niño. Ya soy todo un hombre, el hombre que se marchó de casa y nos abandonó. Yo ocuparé a partir de ahora su lugar.



Hasta siempre, Rodolfo Enrique Facundo Cabral...

5 de julio de 2011

F.R.I.D.A

Frida, Frida, Frida...Tú nombre me parece el más hermoso, querida hermana - le susurra Cristina al oído como una cantilena de arrullo, como una nana consoladora. Frida, postrada en el lecho del Hospital de Coyoacán, esboza una sonrisa. Sólo es capaz de hacerlo ante su dilecta hermana. Las demás le arrancaban realidades como sueños, celos devoradores como autorretratos de flores lacerantes y lanzas de fragancia luctuoria. Frida se deja acariciar, se deja peinar por su hermana la larga cabellera trenzada. Durante unas horas se olvidará de sí misma y contemplará la vida a través de la mirada y del espejo que su hermana tiende ante sí para que contemple su belleza doliente como de princesa de cuento húngaro. Aquellos desgarradores y bellos cuentos que les contaba su padre en las noches de falsas leyendas.

Rivera, Rivera, Señor Rivera, ¿qué pinta Usted en ese mural? No se moleste mucho, no se importune mucho, mi Señor Pintor Rivera, porque llegaré con mi tropa de compinches y juntos le mandaremos el mural al carajo de los murales de todos los auditorios de todas las escuelas y será su mural el hazmerreír de esta Escuela Nacional Preparatoria, Preparatoria para la Nada del Aburrimiento más mortal. Pínteme a mi, Señor Rivera, que le será de más provecho. Soy la modelo perfecta. Míreme bien, Señor Rivera, tengo una pierna más delgada que la otra, llena de clavos, tornillos y toda la ferretería que Usted precisa para decorar su bello mural. Soy como un rinoceronte nacido en medio del estanque de la Nada. Pínteme a mí, Señor Rivera, y se llevará el premio nacional.

Idiota, he sido una cretina, una verdadera idiota por cruzar la vía del maldito tranvía !!! ¿Te puedes creer que el pasamanos me ha atravesado el vientre, lo único bello e intacto que me quedaba? Pintaré el maldito tranvía atravesando mi vientre como un puto hijo mal parido. ¡Mala madre! ¡Eso es lo que soy! ¡No sé cuidar de mi misma! ¿Cómo cuidaré de mi prole tan anhelada?...¡No me consuelen, farsantes, no me recen bondades ante tal estropicio! Ya no soy un ser humano. Soy una Eva de Hierro expulsada del Edén de Carne y Hueso. Soy una chatarra infrahumana bienamada del demonio. ¡Soy la Idiota que toda familia quiso tener!

Diego, Diego, Diego...has partido mi alma en dos !!! ¡La Tehuana me roba mi mejor parte, odioso Diego! La Tehuana arranca la Madre de mi Espíritu y tú no eres mi padre, Diego y nunca lo serás. Te odio y te amo, como esa Frida partida en dos, atravesada por una vena que es en realidad una arteria coronaria y emulgente. ¡Hasta mis riñones son de diferente estirpe! Arráncame el Riñón de la Tehuana, Diego, que quiero ver a mi madre y su sangre española. Llévame a Europa, Diego. Llévame a la Madre Patria porque me estás aniquilando como sólo tu sabes hacerlo, ser odioso, obeso, gordo, concupiscente.¡ Diego, Elefante Devorapalomas! Esta paloma mensajera quiere volar. Ábreme la jaula de oro...déjame volar, Diego, mal hombre.

Azul, Azul, que me entierren en la Casa Azul y que mis cuadros se incineren conmigo. Alegre, Alegre, Alegre, "Espero alegre la salida y espero no volver jamás"