A las seis de la mañana
se despiertan tus latidos.
Los míos velan
sellados labios dormidos.
El nuevo día puede depararnos
algo bello
gris, pero bello
como cadencia y montonía
de un mundo en hastío.
El silencio notifica
los mensajes cifrados
en las redes virtuales
de tu presencia y la mía.
Somos dos pantallas
pequeñas que se quieren
en la inmensidad global
sobre los teclados,
las letras, los puntos
suspensivos...
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