6 de octubre de 2015
Los ángeles que nos inspiran
Ayer fallecieron la escritora, actriz y dramaturga Ana Diosdado y el escritor sueco Henning Mankell.
A Ana Diosdado la conocí en el Salón Príncipe del Casino de Madrid en el año 2002, durante la entrega de premios literarios La Hucha de Oro, ya que quedé finalista con el relato "De cómo Gisela se prendó del deseo ineludible de escribir", relato que fué publicado en "La cita y otros cuentos : Concurso de Cuentos de las Cajas de Ahorros Confederadas, XXXI Convocatoria Hucha de Oro, junio 2002; (2003).
Ana se me acercó muy delicada y atenta para felicitarrme por el galardón y a reglón seguido muy directa y sincera me dijo que el relato que más le había gustado era el mío y que el jurado había mantenido tensas discusiones porque otros miembros también querían que mi relato fuese el ganador. Pero que al final se impuso el criterio de "los pesos pesados" dentro del grupo. Le dí las gracias mientras me sonrojaba muchísimo. Le dije que sus palabras para mí suponían como si realmente hubiese ganado el premio y que siempre recordaría este momento, como así ha sido, porque luego estuvimos charlando largo y tendido hasta que se acercó un joven concursante que reclamó su atención. Resultó muy agradable y entrañable este encuentro, la conversación mantenida y esta manera curiosa de conocerse. Uno siempre se pregunta por qué ciertas personas aparecen por tu vida sólo un rato, unos minutos, media hora, tal vez un día y no sabes por qué desaparecen y ya no las vuelves a ver más, aunque sabes a ciencia cierta que este encuentro marca de alguna manera tu vida. A mi me dió bríos para seguir escribiendo con ilusión y dedicación, pese a la vida tan ajetreada que llevaba en aquellos momentos. Ana Diosdado me pareció un ángel, que había aparecido en mi vida en aquel instante precioso, en aquel entorno bellísimo de la sala del Casino entre canapés y copas de vino. Y como todo ángel me había trasmitido un mensaje, un mensaje que siempre he llevado guardado en ese rinconcinto del alma donde se guardan los recuerdos entrañables y los mensajes cargados de significado existencial.
Con Henning Mankell el mes pasado me sucedió una cosa curiosa. Estaba en una librería buscando y consultando qué libro comprar para leer y de repente junto a mí cayó a mis pies "Arenas movedizas", su último libro, el último legado de este insigne escritor en su lucha contra el cáncer. El libro me cautivó desde sus primeras páginas y lo leí de un tirón. Me entusiasmó tanto este testimonio vital que pronto decidí empezar una novela que hace tiempo tengo en mente. La vitalidad y luz que desprenden las letras, pensamientos y reflexiones de este libro me hicieron pensar equivocadamente que Henning Mankell había superado el cáncer. Tanto es así que le escribí un email mental, que pensaba redactar para enviárselo, pero ayer tristemente me enteré de su fallecimiento. Algo en mi interior me dice que el email, pese a todo, pese a este fatal desenlace, lo recibió telepática y espiritualmente. Imagino que debió recibir en sus últimas horas de lucidez muchos emails telepáticos de sus seguidores y fieles lectores. Creo que este último libro de Mankell también me trasmitió un mensaje cargado de significado existencial. Creo que Henning Mankell sin él saberlo ni mucho menos proponérselo ha sido un ángel de paso en mi vida, este pasado mes en el que me embebí de su lectura.
Descansen en paz los dos, ángeles que nos inspiran e infinitas gracias por vuestro legado literario y por haber estado aquí en el Planeta Azul no todo el tiempo que los demás hubiésemos anhelado. Hay personas que no debieran morir nunca.
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2 comentarios:
No deberían morir, siempre lo he pensado. Aunque, bien es verdad, que han de pasar el "relevo" a nuevos creadores de emociones. Nuevos "ángeles" como tú ;)
��������y como tú, Durell. Muy felices fiestas navideñas y todo lo mejor. Disculpa que hasta ahora no había leído tu comentario. Gran abrazo.Gemmayla
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