19 de enero de 2018
Meditaciones y reflexiones sobre la "cándida adolescencia"...
Recientemente he recuperado la amistad de un amigo al que perdí la pista hace ya casi 39 años. Todo gracias a su mujer con la que coincido muy a menudo. Yo desconocía que ella fuese su esposa desde hace felizmente muchos años. Me llevé una alegría tremenda cuando gracias a ella coincidí con su marido y también me presentó a sus hijos. Ayer ella me trajo esta fotografía en la que aparecemos algunos de la pandilla. Toda la pandilla menos yo se conocían desde casi la cuna. Todos tenían unos dos años menos que yo. Aterricé por casualidad en este grupo porque conocí a una de ellos en la Universidad. Yo atravesaba con 17 o 18 años una etapa chunga y ella me invitó a añadirme al grupo. Recuerdo perfectamente que ella me dijo palabras textuales: " Son muy buena gente. Muy majos todos y te sentirás muy bien." Así fue. Eran el puro ejemplo de la "cándida adolescencia" que diría la baronesa en " Memorias de África". Me parecieron tan buenas personas y nobles que yo al ser mayor me sentía algo fuera de lugar, como una pieza que no encajaba. Pero ahora sé que todo se debía a que la adolescencia es una etapa muy frágil de nuestras vidas y que cada quien la hemos vivido de una manera particular. Sin duda, ellas y ellos fueron ángeles en mi vida y yo deseo también haber aportado entonces mi modesto punto de vista. Uno de ellos que está en la fotografía pero no diré quien se dedica a lo mismo que yo en otro lugar de Madrid. Me han dicho que se quedó calvo y que sigue felizmente casado con una de ellas. De hecho la mayoría encontraron pareja dentro del grupo y siguen maravillosamente felizmente casados. Es algo que me emociona y admiro de verdad. Uno de ellos se suicidó muy joven. Tenía por aquel entonces un padre cruel y mezquino que le hacía la vida imposible y el pobre niño adolescente no lo pudo soportar. Yo odiaba a ese padre y sigo detestando con toda mi alma a esos padres y madres que han tenido hijos e hijas para depositar en ellos sus frustraciones. Convierten sus vidas en un calvario desde la más tierna infancia. Un caso muy extremo es el de estos monstruosos padres detenidos por tener a sus 13 hijos secuestrados y sometidos a todo tipo de humillaciones y vejaciones. Siguen abundando padres y madres perversos. Yo no perdono al padre del chico de la fotografía que se suicidó. No le perdono a él ni a los que son y han sido como ese maldito padre. Vivimos en democracia y los valores democráticos deben impregnar todos los espacios, muy especialmente el ámbito familiar y laboral. Os quiero, amigas y amigos de esta pandilla estéis donde estéis. Espero que todo os haya ido muy bien. Yo creo que he sido muy afortunada pese a algún palo de la vida. Que Dios os bendiga...yo soy la que está sentada con melena y piernas abiertas en tijera.¡Qué jóvenes, guapos y qué buenas personas éramos y somos!...Bendiciones♡♡♡☆☆☆☆☆
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