Migrando de Twitter a Mastodon...
Mencionaba en mi entrada anterior que el cantautor Manolo García ha contado en varias ocasiones que vive sin redes sociales. Es una elección legítima y respetable. Pero en esta era tecnológica, que a ratos padecemos con estoicismo e infinita paciencia y en general, es justo reconocer que nos facilita la vida, vivir ajeno a las redes sociales es casi misión imposible. Creo que cada uno de nosotros es libre de escoger qué entorno virtual le gusta más. Estuve muchos años en Facebook hasta que me cansé. Ya no me reportaba nada. Instagram no me seduce nada. Tiktok aún menos. En Twitter encontré un espacio bastante afín, a mi medida, principalmente porque me gustaba seguir a determinados periodistas, a personajes de prestigio muy determinados. De los magníficos hilos de historiadores del arte he aprendido muchísimo. De otro tipo de hilos culturales o de opinión pública compatibles con mis intereses e inquietudes he podido extraer estupendas enseñanzas y ratos muy agradables y positivos. También es cierto que muchos días daba verdadera grima siquiera asomarse, por el altísimo nivel de odio y animadversión, por el tufo tan radical y polarizado, los insultos, amenazas y el insoportable ejército de trolls y bots de todo signo y pelaje. Ya el colmo de los colmos ha sido la compra de Twitter por el archimillonario Elon Musk. Sus tuits diarios se han convertido en monotema, monotendencia y de los hilos habituales, sin darnos cuenta hemos ido pasando a un verdadero imperio textil de entretejidos y tejemanejes narcisistas en grado sumo de este señor. El aire me era irrespirable. En Twitter se ataca muchísimo a la monarquía. Pues bien, resulta irónico cómo, en escasamente una semana, Elon se ha convertido en el Rey Absoluto y Absolutista del Pájaro Azul y Twitter es su feudo. Los tuiteros sus lacayos. Y la opinión pública secuestrada, porque solo se habla de los 8$ que cobrará a cada cuenta verificada. Pensaba cobrar 20$, más que una suscripción mensual de Netflix, pero tras un patético regateo con el escritor Stephen King, decidió rebajar la cifra de 20 a 8. Causa risa que un escritor de tantísimo prestigio que puede pagar una cuota mensual de 8, 20, 50 o 100, haya sido prácticamente la única persona con cuenta verificada que haya expresado su rotunda protesta al todopoderoso Elon. La inmensa mayoría de cuentas verificadas han callado y agachado las orejas en un escenario bochornoso, ruin y cobarde. No se pronuncian, ergo cabe concluir que pagarán la cuota sin chistar. Y hasta aquí puedo decir porque ayer me di de baja de Twitter. Mi modesto pajaro azul con 328 seguidores, que a mí ya me parecían muchos, ha abandonado su jaula para migrar a Mastodon. Y he de decir que el cambio me ha beneficiado mucho. En Mastodon casi no hay publicidad ni alogaritmos dictadores señalando la senda obligatoria a seguir. No hay bots ni trolls. No hay odio ni insultos ni amenazas ni mala baba. Por supuesto que duele mucho desligarse de gente estupenda que he tenido la ocasión de conocer, pero los afectos en redes virtuales son tan frágiles que casi puede asegurarse que la amistad allí es una entelequia. Por tanto, mi desconexión y migración está siendo muy positiva e incruenta.
Lo último que he sabido por prensa es que Elon ha despedido a 3700 empleados sin siquiera respetar los protocolos mínimos de todo despido laboral. También he sabido que Twitter acumula pérdidas y Elon que se ha gastado una friolera innombrable que nos produce vértigo, hará lo indecible por convertir esta empresa de nueva adquisición en rentable. Pues, ala, Elon, a dormir en el saco, tal como haces dormir a tus empleados dentro de tu emporio. Te aclaro que no soy activista de nada. Te aclaro que me voy de Twitter porque no comparto lo que estás haciendo y porque me caes gordo. Con todo os deseo suerte a ti, al pájaro azul, a las cuentas verificadas y las sin verificar. Faltaría más.
Comentarios
Sinceramente, ni me apena ni me preocupa lo más mínimo el destino de los empleados de esta compañía (he leído que van a seguir cobrando sus sustanciosos sueldos hasta febrero de 2023 aunque sean despedidos), pero es que no puedo empatizar con quiénes llevan años jugando a ser Dios sin importarle lo más mínimo tergiversar la realidad o manipularla a su antojo para favorecer a determinados intereses políticos o económicos. Eso me asquea tanto que en cierto modo me alegro de que haya entrado ese energúmeno a saco para cargársela definitivamente.
Por cierto, a mí también me cae gordo Musk, creo que no existe mejor expresión para definir la animadversión que me produce el personaje.
Y fantástico análisis el que haces de los afectos en redes sociales.