2 de marzo de 2023

Qué regalo en Filmin, "Doctor en Alaska", aquellos maravillosos noventa del siglo pasado sin teléfono móvil ni redes sociales...

En el primer capítulo de Northern Exposure, el doctor Joel Fleischmann, acaba de aterrizar en el remoto pueblo de Cicely, y desde el bar Brick de Hollinger Vincoeur, realiza una llamada desesperada desde una cabina telefónica. Se sienta a esperar horas y horas una respuesta, mientras rellena un crucigrama. En el siglo XXI, en nuestro 2023, la llamada la realizaría desde su teléfono móvil y aguardaría la respuesta navegando en redes sociales, muy seguramente. El joven Ed Chigliak no se presentaría en la consulta del doctor a horas intempestivas, sino que muy seguramente, le enviaría un guasap. Chris Stevens muy probablemente no sería locutor de la radio local K-OSO, propiedad del reaccionario Maurice Minnifield, sino YouTuber o retransmitiría en streaming y estaría todo el día editando y publicando tuits.Maggie O' Connell vería muy reducida la clientela de su avioneta, como casi único medio de transporte para moverse por los inhóspito terrenos de Alaska, o tal vez se vería desbordada por muchos pedidos de reparto Amazon o le surgirían muchos competidores cual Uber compite con el taxi. Muy posiblemente en su faceta de casera, se prestaría a fomentar la burbuja inmobiliaria, encareciendo a sus inquilinos, el precio del alquiler, como ya va siendo habitual en la actualidad en todas las partes del mundo, como si el derecho a una vivienda digna fuese un capricho de los dioses. Shelly Tambo tal vez abandonaría a Hollinger por algunos jóvenes conocidos en Tinder. Marilyn Whirlwind tal vez vería agudizarse sus implacables silencios y dejaría de tejer sus maravillosos jerseys y bufandas, enganchada a los vídeos de Tic Toc. Ruth Anne Miller se vería abocada a jubilarse porque su tienda no podría competir con Amazon. En fin, que ojalá nunca llegue Internet a Cicely porque qué a gusto que están y qué tranquilidad trasmiten sus personajes y el arce, salvo el neurótico y crispado doctor, víctima de la gran ciudad y el asfalto.

2 comentarios:

Jaime Galán dijo...

Pues has dado un repaso fantástico a la estupidez que gobierna las relaciones sociales en la actualidad, y todo a cuento de Doctor en Alaska, una serie que nunca fue santo de mi devoción pero que vista con perspectiva mejora a casi todo lo que uno puede ver en la actualidad.
Dentro de poco veremos como algo anacrónico las gasolineras o los coches propulsados por combustibles sólidos, como ya lo es el tabaco en casi todos los ámbitos (algo que puedo entender y compartir hasta cierto punto, pero sin tener que demonizar a los fumadores) No así el alcohol que sigue gozando de "buena prensa" todavía. Todo cambia y las cosas o acciones que ahora vemos normales, cotidianas y hasta aburridas vete a saber si dentro de unos años las encontraremos extraordinarias, irreverentes y hasta divertidas. Espero que tarde en llegar ese día.

Saludos.

Gemmayla dijo...

En casa nos encantaba la serie y ahora que la estamos viendo de nuevo en Filmin, nos está pareciendo maravillosa. Tiene unos diálogos estupendos y en cada capítulo hay algún guiño y homenaje a alguna película legendaria. Las películas que nos muestran cómo eran nuestras vidas sin Internet ni redes sociales, me parecen impagables. Desde luego que no hay que perder de vista los logros alcanzados y lo mucho que nos facilitan la vida los avances tecnológicos, pero yo personalmente añoro muchísimas facetas de cómo eran nuestras vidas antes de la revolución de Internet y las redes sociales y siento decir que no vamos bien, por buena senda si diseñamos nuestro día a día con un teléfono móvil todo el día en nuestra mano, como una prolongación de nuestro brazo, víctimas y vasallos de lo digital, rodeados de pantallas y pantallazos por todas partes, sin reservar momentos para lo analógico y para nosotros mismos y nuestros seres queridos.