9 de mayo de 2025
El loco de Dios, la Gaya Ciencia y las ultimas voluntades...
Quienes hemos nacido en un país católico entramos o no en las estadísticas que redondean la cifra de 1406 millones de católicos en el mundo? Javier Cercas en su libro "El loco de Dios en el fin del mundo" nos quiere dejar bien claro que es "ateo, anticlerical, laicista militante, racional contumaz e impío riguroso". Esto lo repite con cierta frecuencia, tal como machaconamente insisten los ateos en serlo, mientras bastantes católicos ocultan y callan su condición, por pudor, miedo o ambas circunstancias a la vez. Al nacer en un país católico, muchísimos somos bautizados en nuestros primeros días de existencia, sin haber sido consultados. No sé si los padres y las madres a día de hoy que se resisten a bautizar a sus hijos, encuentran impedimento familiar y social como sucedía no hace tantos años. No sé si les sucede a los niños y las niñas de ahora lo que me sucedió a mí de chica, que mi padre y mi madre siendo ateos, optaron por llevarme a colegios católicos porque según ellos inculcaban disciplina y valores. Tampoco sé si cuando llega la primavera se sigue suscitando en muchas familias el dilema de si la criatura debe de hacer o no la Comunión y cuando de adulto se tiene pareja, se suscitan las enconadas discusiones de antaño sobre si casarse por la Iglesia o hacerlo por lo civil o simplemente convivir sin bendiciones ni burocracias. Solo sé que llega la Semana Santa, se exhiben imágenes, tallas e iconos en procesión y millones de personas acuden en tropel como si no hubiese un mañana. En estos días y lugares santos se podrían habilitar puntos de encuestas para preguntar si quienes acuden se sienten católicos o no. Si no se sienten católicos o ni siquiera lo son, qué les impulsa a participar en las escenificaciones del calvario de Cristo, su Vía Crucis y la posterior y postrera Pascua de Resurrección. Nietzsche en su libro "La Gaya Ciencia" nos muestra a un loco, que provisto de una linterna, busca a Dios a pleno día y proclama que Dios ha muerto. Dios no ha muerto por causas naturales sino que ha sido el ser humano quien lo ha asesinado, por el avance de la ciencia, la razón y la secularización. La muerte de Dios conlleva enorme vacío existencial y nihilismo. Nietzsche nos dice que urge que la humanidad encuentre nuevos valores y significados que llenen su vida para combatir el nihilismo. Cuando mi padre se encontraba en coma a punto de morir en el hospital, entró un sacerdote en la habitación y se ofreció a darle la extremaunción. En mi desesperación por no aceptar la inminencia de la muerte de mi padre y al estar sola con él en el hospital sin nadie más de la familia, le respondí al sacerdote, "Mi padre es ateo". El cura replicó, "La unción con óleo sagrado y el sacramento no le harán mal". El sacerdote trasmitió aquellas palabras con tal fuerza de convicción y yo parecía el loco de la linterna a pleno día, en una habitación de hospital con enormes ventanales por los que se filtraba un sol de Epifanía, que accedí sin poner objeción y el sacerdote me animó a participar. Cuerda en esos momentos yo no estaba. Me sentía como fuera de la realidad. Pero he meditado mucho sobre aquel momento y sé que de estar serena, centrada, equilibrada y racional habría tomado idéntica decisión, porque mi padre, siendo ateo, decidió también por mí, mi bautizo, la elección de un colegio católico para mi educación, mi Primera Comunión y esa decisión sin duda ha marcado muchísimo mi vida, mis valores, mis dudas y mis certezas. Recayó en mi la alta responsabilidad de decidir que un sacerdote le administrase el último y decisivo sacramento. Estoy convencida de que muchísimos católicos no practicantes, siendo conscientes o no en el último aliento de sus vidas, reciben este último sacramento tal como recibieron el primero, sin ser conscientes, sin poderlo meditar mucho, poco o nada, como el loco de la linterna a pleno día en medio de una plaza ante la mirada atónita de una humanidad en parte creyente, en parte atea o agnóstica, ante una humanidad, creyente o no, que como San Manuel Bueno Mártir finge tener fe en una vida eterna ulterior tras la muerte, por el propio bien de la humanidad, por su propio bien, porque como me dijo aquel buen sacerdote, "daño no te hará". 1406 millones de católicos en el mundo, locos de Dios muchísimos, creyentes convencidos otros muchos, es solo una cifra simbólica. Lo crucial es que en el Siglo XXI la única certeza que tenemos es que para muchos millones de seres humanos en el planeta, se sea católico o no, se practique otra religión, Dios aún no ha muerto, pero abundan los locos de Dios.
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