10 de abril de 2020

Día 5. 20 de Marzo de 2020. Día de María.....celebramos por primera vez en nuestras vidas el cumpleaños de mi hijo Héctor, 19 primaveras como dos soles...a nuestros niños y niñas, adolescentes y jóvenes hay que agradecerles cómo han aceptado con altísimas dosis de civismo este Estado de Alarma...solo por ello ya merecen un aprobado general y que termine las clases...apoyo la recogida de firmas del estudiante de segundo de Bachillerato Isidoro Martínez, quien ya en su día cuando solo tenía 14 años presentó 243.000 firmas contra las reválidas de la Lomce y se las llevó al Ministro de Educación. Hay que aclarar que Isidoro Martínez es un estudiante brillante que saca excelentes notas. En Educación debemos ya sacudirnos la titulitis nefasta y empezar a acabar ya de una vez con la brecha social, elitista, racial educativa.....

Cuando falleció su abuela, María heredó varios pisos y apartamentos en Madrid capital. Su abuela la crió sola porque los padres de María desaparecieron por causa de las drogas y nunca más se supo de ellos. Su abuela los buscó hasta su último aliento, invirtiendo grandes sumas en pagar detectives privados dentro y fuera de España. Nada, era como si se los hubiese tragado la tierra. Hizo prometer a su nieta que los seguiría buscando por tierra, mar, aire. María abrió una página en Facebook, Twiter e Instagram y cada día al despertar con el primer café mañanero se sentaba al ordenador para alimentar de fotos de sus padres estos muros. María contaba a sus compañeros de apartamento y amigos que sentía por un lado que al no haber conocido a su padre y a su madre, sus sentimientos eran fríos, distantes, desapegados, hasta cierto punto insensibles e inhumanos ya que recriminaba a sus padres que hubiesen preferido la adicción a ella. Pero como su abuela Lydia había sido muy muy buena con ella, como una verdadera madre, ejerciendo también de padre, no olvidando nunca su faceta de abuela, sentía que se lo debía como una deuda a perpetuidad. Cada mañana contemplaba las fotografías congeladas en el tiempo de sus padres treintañeros, observando cada detalle de sus caras, del atuendo cortado a la altura de los hombros en unas fotos, de sus cuerpos en bañador semi desnudos al sol de la una playa en Cádiz, sus sonrisas que parecían limpias y libres de preocupaciones, pero que iban adquiriendo ese rictus de soledad y amargura del adicto en las fotos últimas, de unos días antes de su desaparición y entonces a María le brotaban las lágrimas de los ojos y una angustia vital muy dura y profunda del pecho que se le agarraba en la nunca y ya no la soltaba en días, meses y años por mucho que se gastase en fisios y osteópatas. Y esa ansiedad y angustia ella lo llamaba puro amor parental y marental. Sabía en su fuero interno que proseguiría la búsqueda hasta su último aliento tal como le enseñó su abuela. Este tremendo sufrimiento no le impedía asumir con altísima responsabilidad todos sus compromisos adquiridos como heredera del patrimonio de su abuela y como estudiante universitaria en la Facultad de Derecho de La Complutense. Cuando decidió compartir uno de sus apartamentos en Malasaña con otros estudiantes, les hizo pasar un severo casting. No les importaba que fumasen tabaco o bebiesen alcohol con moderación, pero todo tipo de drogas estaban absolutamente prohibidas e incumplir esta norma suponía inmediata expulsión. Paula, Elsa y Paco fueron los elegidos. Para María eran un encanto de personas. Paula tan divertida y entusiasta. Elsa, tan limpia de corazón. Paco tan entusiasta con esas migrañas que pedían silencio y calma en la casa.. Les decía sois las hermanas y hermano que nunca tuve. Quién sabe, tal vez tenga hermanos por ahí y no lo sé. Pffff, pensar en ello me produce más ansiedad". Entonces, Paula la abrazaba con fuerza y se sumaban a estos abrazos Elsa y Paco y juntos lloraban y reían. Luego se ponían a fumar y a beber como cosacos. Lo de drogas legales frente a prohibidas había calado muy hondo en sus psiques. En la finca extremeña, María proseguía con su rutina habitual muy pautada y estricta: tomar el café solo mañanero y sin azúcar mientras alimentaba y nutría las páginas virtuales con fotos de sus padres y agradecía los likes y las incorporaciones de seguidores nuevos, escribía a hospitales de toda España enviando fotos de su padre y su madre juntos y por separado por si estuviesen en algún hospital. Escribía también a albergues de todo el país, ayuntamientos y a infinidad de sitios de interés para la búsqueda. Todo esto le llevaba más de dos horas diarias. Luego se ponía a estudiar. Tenía una capacidad inmensa para concentrarse y rendir mucho. Ahora los trabajos eran virtuales y el teletrabajo universitario para ella era pan comido. Luego, ayudaba un poco a Elsa y a Natalia que tenían muchas dificultades para llevarlo todo al día. María era una excelente profesora. Ambas, Elsa y Natalia le decían, "joder, si fueses tú nuestra profesora de todas las asignaturas. Contigo es una maravilla. Muchas gracias, María". María se llevaba una mano al puente de la naríz para sujetar sus gafas y muy ruborizada de pudor respondía "No es nada. Disfruto haciéndolo. Lo importante es que asimiléis todo. No penséis en los exámenes ni en las notas ni los expedientes académicos. Estudiad solo para vosotras. No para los demás, no para los profes. No para el puto futuro de mierda que nos espera. No para nuestro país ni para nadie en absoluto. Solo y únicamente para vosotras mismas por el puro placer de aprender más y más, teniendo la suficiente humildad para saber que nunca lo sabréis todo, pero ahora mismo internet nos ofrece un saber enciclopédico mundial y universal que la Humanidad nunca había tenido. No memoricéis como cotorras las lecciones. Estudiar no se trata de eso. Estudiar se trata de entender un poco la vida, lo que nos rodea. Y sobre todo, cultivar el gusto por la lectura. Estudiar debe conduciros a que cada libro que veáis os incite a cogerlo, hojearlo y si es de vuestro interés leerlo de principio a fin. Estudiar es mantener vivas las Bibliotecas y las Librerías, verdaderos templos de sabiduría y conciencia despierta colectiva. Nada más". Luego se daba un buen chapuzón en la piscina haciendo muchos largos a crol y braza. Nadar era pura disciplina deportiva para María, excelente nadadora. Comía una ensalada en la que le ponía de todo, fruta y a seguir estudiando. Por la tarde hacía una tabla de gimnasia. Tomaba una ducha y ya no hacía nada más. Por la noche del día veinte de marzo, dijo a sus amigos y compañeros "Como Fer, no voy a contaros ninguna anécdota hoy. No puedo. Hoy estoy de bajón porque aún no sé nada de mi madre y mi padre. Y añoro muchísimo a mi abuela Lydia. Ella en estos días sufriría mucho por nuestras personas mayores que viven solas o que están en las residencias sin medios.  Lo que os ruego que hagáis es que leamos todos en nuestros móviles el siguiente texto que María Esteve, hija de Pepa Flores ha compartido en sus redes sociales. En un primer momento ella pensó que el texto pertenecía al Libro rojo de Carl Gustav Jung y así lo dijo en su vídeo. Luego lo rectificó y aclaró en otro mensaje que el fragmento pertenece a un autor italiano llamado Alessandro Frezza. En este texto un capitán le cuenta a su grumete cómo sobrevivió a un confinamiento unos años antes. Recoge todos los consejos que nos han dado en estos días: meditación, ejercicio, comida sana, paz de espíritu, unión, unidad. Este texto debieran leerlo todos nuestros políticos nacionales, europeos e internacionales. Sin unión, sin unidad no habrá paz ni tregua para la Humanidad entera. Leamos, por favor, este magnífico fragmento todos y todas juntos y juntas. Os quiero":

                                                                                       CONTINUARÁ

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