22 de agosto de 2021

Sobre nuestra adicción a las series televisivas turcas....

No puede deberse a la casualidad que todo este verdadero desastre afgano tenga lugar en el mes de agosto, como cuando con nocturnidad y alevosía se levantó hace ya sesenta años el muro de Berlín. Está muchísima gente de vacaciones. En nuestro país se estima en un 98% la ocupación hotelera y en gran parte gracias al turismo nacional. Las vacaciones y salir en estos durísimos tiempos de pandemia son más necesarias que nunca, pero tanto si estás en la playa como en la montaña, te ruego encarecidamente que dediques cada día unos minutos de tu tiempo para informarte sobre Afganistán y el hito histórico que se gesta trágicamente allí en estas dramáticas jornadas. El diario El País y sus magníficos periodistas, entre las que cabe destacar a muchas mujeres reporteras como Ángeles Espinosa o María Antonia Sánchez Vallejo, quienes cuentan entre mis favoritas ya que cada día leo sus magníficos artículos, dan diariamente voz a niñas y mujeres afganas ahora absolutamente silenciadas y desaparecidas de las calles y la vida laboral, lo que significa matarlas en vida. El germen tan delicado democrático de sutil semilla plantada para hacer brotar lo mejor de nuestros valores democráticos está siendo arrancado y pisoteado en cuestión de milésimas de segundo. Y este hito histórico no debe en modo alguno transcurrir impunemente ante nuestro silencio y ceguera e inconciencia cómplices. España está siendo un ejemplo en "alma humanitaria europea". Sabemos bien todos los españoles como hijos y nietos de una guerra fratricida cruel y su despiadada posguerra y migración forzosa el drama que les aguarda a nuestros hermanos y hermanas afganos. Y como país siempre en precario, también castigado por diferentes crisis y escándalos de corrupción, sabemos muy bien tengamos la ideología que tengamos lo que puede llegar a sufrir todo pueblo castigado por las eternas lacras de nuestros siglos pasados y presente: fanatismos y nacionalismos desaforados, polarización ideológica y fractura de nuestra convivencia democrática, crisis económica y de valores, corrupción y desesperanza. No es de extrañar que con todo este caldo de cultivo que se cuece, las personas busquemos evasiones diarias de toda índole. Escalofriante resulta pensar el daño horrendo que producen las drogas entre nuestra juventud, pero también tanto medicamento opiáceo innecesario entre la población adulta. Si buscas evasión sana y buena, te recomiendo la lectura de un buen libro, escuchar música, practicar algún deporte, dar largos paseos, visitar algún museo, regalarte un masaje o un spa y por supuesto deleitarte con alguna película o serie de las infinitas plataformas con las que ya contamos. Pero si de verdad deseas experimentar una catarsis con efecto liberador y profunda transformación interior, engánchate a alguna serie turca. Las series turcas recuerdan mucho a las tragedias griegas clásicas, muy especialmente al teatro de Eurípides ya que vienen impregnadas de un dramático realismo que va trazando la dinámica y el perfil psicológico de cada personaje. Sus heroinas y héroes son como los euripidianos seres humanos caídos en desgracia, problemáticos, inseguros. A veces sus actos son monstruosos. Las series turcas además tocan nuestra fibra sensible porque tratan temas candentes en toda sociedad moderna a la par que temas eternos como pueden ser el amor, la enfermedad, la locura, la muerte. Vemos en estas series como se encadenan los diferentes valores, tales como los que forja la familia, la amistad, el amor. Parece ser que para los turcos siguen siendo muy importantes en su escala de valores el honor y el matrimonio, el respeto a los mayores y las tradiciones todo ello conjugado con una modernidad y un culto a la estética muy potentes. Simplemente contemplar la belleza cautivadora de sus hombres y mujeres ya es para quedarse embelesado ante la pantalla. Cuentan con capítulos muy largos y diálogos redundantes muy típicos de nuestra cultura mediterránea y cuando te quieres dar cuenta te ves ya viviendo en Estambul. Las series turcas me hacen recordar mi pasión por las novelas, memorias y ensayos de Orhan Pamuk, Premio Nobel de Literatura 2006. Si por cualquier circunstancia aún no puedes viajar por causa de la pandemia u otra causa, en las novelas de Pamuk y las series turcas puedes encontrar una puerta maravillosa por la que poder escapar a un mundo diferente al tuyo, pero a la vez tan parecido e igual. Que tengas muy feliz verano. Siéntete afortunado por no estar ahora en Afganistán, en esa ratonera en la que se ha convertido el aeropuerto de Kabul.

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