24 de abril de 2023
"La insoportable levedad del ser" y el estar y el leer y el escribir....
Vengo a contaros que intenté leer "La mujer helada" de la Premio Nobel de Literatura reciente, Annie Ernaux. Su estilo de frases tan cortas, que dan la sensación de que la voz narrativa porta un hacha y reparte hachazos a diestro y siniestro por los campos y viñas de las letras, así como la temática tan tópica tratada, me sumían en un tedio lector muy difícil de soportar. Así que abandoné su lectura. Pensé que tal vez se debiera leer en francés. En fin, ya veré. No pude con la lectura de este libro que otros lectores tanto ensalzan. Veremos si más adelante me animo. Después intenté leer "Voces de Chernóbil" de Svetlana Aleksiévich, porque me lo prestaron. Es un libro magníficamente narrado, pero a la mitad abandoné una lectura que narra tragedia de tal magnitud aún no superada. Sí pude ver la serie entera en su día. Creo que todos estamos muy sensibles y tocados por la guerra de Ucrania y anhelamos en nuestras lecturas y visionado de series y películas temáticas que nos evadan y distraigan, intentando no añadir más dolor y sufrimiento al que ya sentimos. Mi hijo menor me prestó "La insoportable levedad del ser" de Milan Kundera. Libro que me ha tocado muy hondo. Me ha encantado. La Primavera de Praga y la toma de la capital checoslovaca por las fuerzas soviéticas marcan la vida de los personajes, muy especialmente las de Tomás, Teresa y Sabina. Levedad, Primavera de Praga. Peso pesado pesadísimo la ocupación rusa, tal como lo es ahora la invasión de Ucrania. Cómo cambia la vida a las personas el peso de los acontecimientos de la historia, convirtiendo sus vidas en una onerosa carga. La carga es aún mayor si las personas deciden tomar partido y pronunciarse y ejercer su libertad de expresión contra el invasor y opresor. Tomás, un excelente cirujano, decide escribir una crítica en una revista intelectual, empleando una analogía de la tragedia griega de Sófocles,"Edipo rey" con la posición y actuación de los comunistas en su país. Esto le supone persecución y verse obligado a dejar su puesto de cirujano en el hospital de Praga. El peso de la situación va creciendo, cuando se le insta a delatar a los responsables de la editorial donde publicó su artículo. Se niega a ser un vil delator y acaba teniendo que dejar su nuevo puesto como médico de cabecera hasta tener que aceptar un empleo de limpiacristales. El peso disminuye, pero su promiscuidad sexual, sus infidelidades hacia su esposa Teresa y el acto trascendental de renunciar a su carrera de cirujano, convierten en insoportable
la levedad de la nueva situación. Peso y levedad son una constante no ya solo en las vivencias de cada personaje y el propio narrador, sino a decir verdad en nuestro devenir diario terrenal. A todos nos pesa la vida y lo más dramático y paradigmático es que a todos nos resultan por igual insoportables tanto la levedad como el peso en un momento dado. A mí en estos días me resultan insoportables la sequía y el dichoso buen tiempo. No me pesarían en absoluto muchos días de lluvia mansa, frío y "mal tiempo", aunque dejase de cantar el ruiseñor primaveral. En otro orden de cosas, no me pesa nada y me es muy liviana la lectura de la magistral novela de Javier Marías, "Corazón tan blanco". En una noche que prometía de pesado insomnio, me entretuve en recrear la escena de la criolla mulata cubana en la calle esperando a su amante y el protagonista asomado al balcón observando la escena, en diferentes circunstancias con diversos personajes y pasé una noche la mar de entretenida hasta que me venció el sueño liviano y reparador. Es un ejercicio que recomiendo en vez de contar ovejitas.
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