30 de octubre de 2023

La bofetada...

Tal día como hoy 30 de octubre, nació en 1910 en Orihuela, el insigne y magnífico poeta Miguel Hernández. Tal día como mañana 31 de octubre nacía en 1903 en Logroño la escritora Maria Teresa León, integrada en la generación del 27 y posteriormente incluida en el grupo de escritoras españolas en el exilio. Es decir, que entre el poeta y la escritora había siete años de diferencia, siendo María Teresa León, de mayor edad, casi podría decirse como una hermana mayor. De sobras es conocido que Miguel Hernández no simpatizaba ni aprobaba las veleidades y frivolidades de los que él denominaba despectivamente "poetas de ciudad". Los intelectuales de izquierdas frecuentaban el edificio de la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Miguel Hernández era un soldado poeta de la República. Cuántas veces había intentado dormir en este edificio, cansado de luchar en las trincheras, pero las numerosas fiestas que allí se organizaban, se lo impedían y Miguel Hernández consideraba estas fiestas una verdadera frivolidad en tiempos de guerra. María Teresa León organizó un evento denominado II Congreso de Intelectuales para la Defensa de la Cultura. Fiesta que, al parecer, enojó mucho a Miguel Hernández. Se acercó al poeta gaditano Rafael Alberti y le susurró al oído "Aquí hay mucha puta y mucho hijo de puta". Alberti le replicó que no tenía arrestos a repetir ese exabrupto en voz alta, y entonces Miguel Hernández lo escribió en letras grandes en una pizarra. María Teresa León al leerlo le propinó una bofetada que lo tumbó al suelo. Con gran maledicencia se culpa al matrimonio León & Alberti del abandono de Miguel Hernández a su suerte en Madrid. Refieren que este episodio de la bofetada, supuso que el matrimonio y otros camaradas como Pasionaria y otros se marchasen en coche a Elda, donde el gobierno de Juan Negrín se había refugiado durante diez días. Después partieron todos en varios aviones a Orán desde el aeródromo alicantino de Fondón de Monóvar. Recordemos que Miguel Hernández primero intentó lograr refugio en Sevilla, donde llegó desde Madrid en tren, bajo el amparo de Joaquín Romero Murube que le ofrecía esconderse en el Alcázar. Pero Miguel Hernández se perdió por zona de campo y no consiguió llegar. Desesperado logró huir a Portugal y fue detenido por la policía portuguesa por una propia imprudencia suya. Intentó vender un reloj de oro que le había regalado Vicente Alexandre para costearse su viaje a América y el joyero le delató a la policía de fronteras. Su intención por tanto era huir a América. Muy seguramente no entraba en sus planes, huir con unos camaradas con los que no se llevaba demasiado bien. De no haber cometido aquella imprudencia de vender el reloj, muy probablemente se habría podido esconder en Portugal y aguardar momento más propicio para su huida a América. Fue la fatalidad la que jugó un golpe mortal al poeta. La fatalidad y el fascismo.

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