20 de julio de 2007

¿Qué fue antes, el melón o la sandía?


En casa somos más de melón que de sandía. "Melón con jamón", "Gazpacho de melón", "Sopa fría de melón con brochetas", "Souflé de melón"..Sí, creo que todas las recetas propuestas por Karlos Arguiñano en su página web, las hemos engullido todas, todassssssss, salvo "La gelatina de melón con sopa de sandía". El día que la preparé dijo Pedrito, "¡mamá, qué asco de sopa, de sandía y de gelatina!.¡Quítale todo, por fa, y sírveme sólo el melón!"..Menos mal que en la despensa tenía almacenados una ristra de melones, dispuestos como misiles sobre el campo de batalla, a punto de ser autopropulsados de la alacena a la mesa por las electrónicas manos del ama de casa, que soy yo, una servidora, experta en lides doméstícas tangenciales.

Pedrito aborrece la sandía porque dice que las pepitas negras debieran ser canicas. "¡Hasta que no fabriquen sandías con canicas de vidrio y de colores, no quiero sandía!"-grita por los pasillos, blandiendo una espada de mosquetero de pega, que infunde más respeto y miedo que las de verdad en las manos de este pequeño monstruito que es mi hijo menor.

Sarita asegura que la sandía adelgaza muchísimo más que el melón, pero prefiere abstenerse de ambos cucurbitáceos, no vaya a ser que surja una nueva corriente nutricionista que invalide "la dieta de la sandía, la de la alcachofa y la de los plátanos con leche desnatada" y se demuestre que lo mejor para perder peso sea no probar bocado en tres días, tal y como le han recomendado sus amigas Charito y Rosita, que lucen cuerpos de sílfides anoréxicas espectaculares. "¡Así cualquiera, mamá!¡ La culpable de que no adelgace un gramo eres tú y sólo tú con tanto Arguiñano y tanto Ferrán Adriá!¡Me tienes harta con tu insistencia de que si hay que comer cuatro veces al día! Mis amigas comen una vez cada cuatro días y ahí están tan panchas!"..Sí, seguramente tenga razón esta hija mía, díscola, adolescente, púber, insoportable, canalla, ácrata..Sí, yo debiera seguir sus consejos, e imponer en mi casa que todos se alimentasen del aire.

En la manos de Jorgito no pueden caer sandías de veinte quilos ni de diez, porque es capaz de disertar durante horas sobre la teoría de la Gravitación Universal de Newton, el cálculo diferencial, las propiedades complejas de las elipses..¡Y digo yo que no es lo mismo explicar estas cosas tan adelantadas sosteniendo una manzana en una mano que una sandía de quince quilos! Mi hijo mayor nos dió una conferencia de cuatro horas seguidas durante una sobremesa estival en el porche de nuestra casa en la playa, sosteniendo una enorme sandía en la mano que no nos dejó catar..Su padre embelesado le animaba...La jaqueca que se me despertó aquella tarde fatídica se prolongó el resto del verano. Este incidente propició que mi marido tontease con mi vecina Maruxa y ¡vete tú a saber si la migraña obedecía ya a que Maruxita levantaba a mi marido hasta los cuernos de la luna y a mi me brotaban protuberancias frontales que el médico diagnosticó como cefaleas recurrentes!

Mi marido adora la sandía. Es el único que la come en casa. A él no le importan pepitas, vientres planos o si las manzanas caen de los árboles por "la ley de los inversos cuadrados". Lo mismo le da melón que sandía..como tampoco hace suyo aquel dicho popular que reza "que la buena teta en la mano quepa, si la mano no la cubre ya no es teta sino ubre" En cuestión de gustos lo mismo le da la talla 95C que la 100A. Tampoco les hace ascos a tanta mujer "sintética" que luce "top less" en las playas de Oropesa.

En cuanto a mi, me pregunto, ¿qué fue antes el melón o la sandía?

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