La nota
El limpiacristales se encontraba a la altura de la planta 96 dando una pasada a un ventanal orientado al sur de la ciudad. Una joven secretaria, risueña, levantó la vista un momento de la pantalla de su ordenador para dedicarle un saludo. El muchacho le correspondió con los dedos juntos de la mano derecha hacia la sien en un gesto militar desenfadado. Momentos después la secretaria se acercó al ventanal, trayendo consigo una nota que acababa de coger de la impresora de su escritorio. En ella el limpiacristales podía leer a través del cristal: A. ¿Me invitas a un almuerzo? B. Estás dejando los cristales llenos de chorretones. C. Me encantaría poder contemplar la ciudad desde donde tú estás. D. ¿No sientes vértigo? E. En casa de mi abuela precisan un cristalero urgentemente. ¿Me das tu número de teléfono móvil? F. ¿Puedes trepar hasta la planta 101 y decirme luego si mi novio me la está pegando con su secretaria? G. Subo todos los días hasta aquí en el ascensor. Me encantaría bajar conti