El oficio de vivir
Ruan, 29 de agosto de 1897 Mi querida Constance: Sé de tu sufrimiento, tu dolor…sé que soy el causante de tan imperdonables castigo, afrenta, deshonor para ti, para nuestros hijos. “Yo entré en la prisión con un corazón de piedra y pensando tan sólo en mi placer; pero, ahora mi corazón se ha roto... y la piedad ha entrado en él. Ya sé que la cosa más grande y más hermosa del mundo es la piedad. Y he aquí por qué no puedo guardar rencor a quienes me condenaron, ni a nadie; pues sin ellos yo no habría conocido todo esto” * Tú siempre tuviste un corazón piadoso y sé que sólo tú en este mundo eres capaz de comprender mi situación y mi infortunio, que no es más grande ni peor que el tuyo, mi muy querida Constance, bien lo sé. Quiero que conozcas mis verdaderas razones ya que yo un día te amé y eres madre de nuestros hijos. No puedo imaginar madre más excelente de Cyril y Vyvyan. Sé que es necesario y perentorio que cambies cuanto antes