"Mary Allowence, supongo"
Mary Allowence medía casi dos metros de estatura. Quiere esto decir que no pasaba desapercibida ni a un espectador corto de vista. En la primavera de 1874, siguiendo la estela de su admirado y por aquel entonces desaparecido David Livingstone, Mary se unió a la expedición de socorro confiada a Henry Stanley que realizaba una búsqueda exhaustiva por las riberas del lago Tanganica. Mientras Stanley pronunciaba aquella famosa frase “Doctor Livingstone, supongo", celebrando el encuentro y el hallazgo del famoso explorador, Mary se puso a buscar insectos y plantas y se perdió entre la espesura de la selva. Su esbelto talle no le sirvió de ayuda. La expedición la dio por desaparecida y muerta. El propio Stanley defendió la idea de que había sido engullida por las profundas aguas fósiles y anóxicas del lago Tanganica y que la desdichada había encontrado el descanso eterno en el Gran Valle del Rift. Celebraron un responso en su memoria y pronto olvidaron a la pobre Mary porque la finalida