19 de octubre de 2009

"La vida en una maleta que regresa"

La patera de aquel entonces: un tren de pasajeros y maletas hacinados en los compartimentos y pasillos. El destino: un paisaje de barracas y chabolas engullidas por el mar. La noche y todas las noches: la familia numerosa compartiendo un mismo lecho, un mismo frío de esperanza, un mismo sueño de insomnio. El regreso: 15.000 almas obligadas a un retorno forzoso a ninguna parte, acusadas por la mano despiadada, a la que no temblaba el pulso en aplicar La Ley de Vagos y Maleantes a familias pobres y desharrapadas, que sólo reivindicaban su pan.
El regreso y la vida en una maleta que Nadie quiere portar.



5 comentarios:

Diciembre dijo...

Hace unos días, mientras paseaba temprano por la mañana a mi perro por un parque de mi barrio, se me acercó un chico negro el cual llevaba una botella de vino en la mano. Tenía evidentes síntomas de cierta embriaguez, aunque caminaba firme y sin tambalearse. También conservaba la suficiente sobriedad para preguntarme en un precario español, por mi trabajo. Quería saber si era abogada y podía ayudarle. Le indiqué dónde podía buscar ayuda pero su estado hacía que el cambiara de tema constantemente, y en su forma de hablar y su lenguaje corporal se intuían amargura y desesperación. Me contó que era natural de Ghana, y poco más... Finalmente tuve la sensación de que apenas me hacía caso, probablemente por los efectos del alcohol, en el cual parecía querer ahogar sus penas, o sus problemas, no sé.
Tras un buen rato intentando comunicarme con él, desistí y me despedí deseándole suerte.

Aunque desconocía la realidad de éste chico y su verdadera situación, me fui a casa pensando en lo amargo y difícil que tiene que resultar estar en un país extraño, tan lejos de tu tierra y de tu familia. Sentir la terrible soledad del desarraigo, por perseguir un futuro mejor. También en lo terrible y durísimo que debe ser descubrir que muchas veces tampoco resulta ser lo que uno esperaba...

En fin, que todas las personas de bien que emigran a otros países en busca de una vida mejor y que deben renunciar por el camino a tantas cosas, se merecen todo el respeto del mundo. Personalmente las admiro profundamente...

No sé, Gemma, de repente me he acordado de ésta canciónque siempre me ha gustado.

Espero que ya estés recuperada del todo.

Un abrazo, corazón!

Gemmayla dijo...

Creo, preciosa Diciembre, que muy pronto olvidamos los españoles que la mayoría somos hijos de emigrantes. La sensibilidad que demuestras no la tiene todo el mundo.
Y pronto olvidamos también la emigración de posguerra dentro de nuestro propio país, cuando la gente emigraba del campo a las cuidades y eran tratados peor que ganado.
Me indigna bastante que los nietos y las nietas de aquellas personas, en su mayoría andaluzas, murcianas o extremeñas, pronto olviden sus raices, su procedencia, su sangre y se muestren ante la sociedad como los más nacionalistas y recalcitrantes. Es un fenómeno que no termino de encajar y entender. Es como si sintiesen oprobio y verguenza de la realidad de sus orígenes.
La emigración ha existido siempre. Es un fenómeno universal y se remonta al alba de la civilización. Debiéramos ya de una vez por todas dejar el peyorativo "inmigrante" y hablar de personas "extranjeras" con un sentido positivo, de integración intercultural y multirracial enriquecedor y diversificador.
Pero, me temo que la crisis actual agudiza todo lo negativo y peyorativo.
Discursos trasnochados que lamentablemente siguen vigentes.

Otro abrazo para ti !!!

satenight dijo...

buenas noches a las dos! Siempre he pensado que sólo cuando sufrimos en carne viva somos capaces de entender el sufrimiento de los demás, podemos ser más o menos empáticos pero aquellos que han vivido el duro trance de arrancar sus pies de la tierra saben lo que significa la nostalgia de sus raices, del sabor del agua que bebían.
Estoy bastante desaparecida, no me lo tengais en cuenta, tengo poco tiempo estos días, pero sigo entrando aqui para descalzarme el alma.
besos a manos llenas

travis dijo...

Nunca doy limosna a los pedigüeños.El otro día lo hice. Era un joven negro, alto como un totem. Era la 1ª vez ke veía a un negro pedir limosna..El hombre estaba sentado en un banco y tenia la vista clavada en el suelo,,
No voy a compararme con él,,pero cuando yo vivía en Londres,,a veces me caían lagrimas al caminar por las calles,,y tb en cama,Era morriña,,No algo tan serio como lo de ese negro,
Me encanta leer a Diciembre.
Ya no sé qué pensar. Todo, menos que me hagan daño gratuitamnete,
Si me pongo a hablar de emgrantes tendría mucho que decir,,En mi familia todos son emigrantes,,
Tengo primas japonesas, guapísimas, con mis apellidos..incluso salen en el el you-tube,..
Besos, niñas.

Gemmayla dijo...

Hola Sate y Travis:

"La morriña" del emigrante la llaman ahora "Síndrome de Ulises" o "síndrome del emigrante con estrés crónico y múltiple". A la nostalgia y melancolía por la familia y tierra añorada, se le añaden el paro, el sentimiento de fracaso y lo que es más terrible el pánico a posibles mafias que extorsionan.
Nombres bellos para sentimientos de angustia.
Me hace gracia imaginar a tus primas japonesas, Travis.
Sate, el estrés laboral se impone a los que trabajamos mientras tanta gente engrosa las listas del paro.
Muy feliz finde, gente guapa