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Mostrando entradas de febrero, 2017

Soy Berto Bird

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Título: “For the birds” Narrador: Uno de los 15 pájaros estorninos, al que he llamado Berto. Hola, queridos amiguitos. Soy Berto Bird, uno de los miembros de mi dilatada familia compuesta por quince pájaros estorninos que siempre vamos en bandada combatiendo plagas, comiendo insectos y otros invertebrados. Nos encantan los cables telefónicos. Pernoctamos en ellos y puede decirse que gran parte de nuestros momentos de ocio los pasamos ahí de cuchicheos. Somos muy cotillas. Aquel quince de julio de dos mil, ya nos advirtió Tío Bird a primeras horas de la mañana que no tendríamos una jornada tranquila. Había escuchado un rumor que cobraba visos de veracidad inmediata: Gavilán Mapache, un viejo enemigo, había regresado a City Bird y debíamos estar prevenidos. Todos nos echamos a temblar, pero Mamá Bird nos regañó diciendo que el miedo nunca ha espantado gavilanes y mucho menos podría espantar a aquel viejo zorro, más listo por viejo que por gavilán. Así que desayunamos copiosamente.
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Óssa Menor 1925 NOCTURN PER A ACORDIÓ A Josep Aragay Heus aquí: jo he guardat fusta al moll. (Vosaltres no sabeu què és guardar fusta al moll: però jo he vist la pluja a barrals sobre els bots, i dessota els taulons arraulir-se el preu fet de l'angoixa: sota els flandes i els melis, sota els cedres sagrats. Quan els mossos d'esquadra espiaven la nit i la volta del cel era una foradada sense llums als vagons: i he fet un foc d'estelles dins la gola del llop. Vosaltres no sabeu què és guardar fusta al moll: però totes les mans de tots els trinxeraires com una fandola feien un jurament al redós del meu foc. I era com un miracle que estirava les mans que eren balbes. I en la boira es perdia el trepig. Vosaltres no sabeu què és guardar fusta al moll. Ni sabeu l'oració dels fanals dels vaixells -que són de tants colors com la mar sota el sol: que no li calen veles.

Infancia Blanca y Azul

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De mi infancia recuerdo un palmo de metro de nieve en la Plaza de San Juan en Barcelona. Y acto seguido se extendía el Mar Caribe ante mis ojos, pero papá decía que no podíamos nadar porque había tiburones. Vi a esos tiburones comerse a las azafatas de un avión siniestrado en la televisión del salón de casa. Me di cuenta de que mi padre casi siempre tenía razón. Más adelante vería a ese Mar Caribe muy enfurecido pasar por delante de nuestra casa arramblando con todo lo que encontraba a su paso, mientras papá apuntalaba ventanas y balcones. Mi hermana nacía en ese momento en el hospital. Mi madre había ido allí a buscarla. Eso pensé entonces. Luego entendí que mi mamá y mi hermana en realidad estaban juntas. Por alguna extraña razón mi mamá se había comido a mi hermana y sufrió nueve meses de empacho. Pero esa versión de los hechos también fue desmentida mucho después. Las mamás no se comen a sus bebés. Los tiburones sí se comen a las azafatas que también son mamás. Mi infancia fue de