28 de diciembre de 2010

"El Niño mordido por un cangrejo"

«A Sofonisba, mi mujer .... quien es recordada entre las mujeres ilustres del mundo, destacando en retratar las imágenes del hombre " Orazio Lomellino

Sofonisba ha llegado a Roma. Sólo tiene veintidos timoratas y tímidas primaveras y su padre, miembro de la baja nobleza genovesa, Amilcare Anguissola le ha hecho jurar sobre la tumba de su esposa y madre de Sofo que se presentará ante el gran Miguel Ángel, "sea como sea" y se pondrá bajo su protección y docta instrucción.

Antes de partir, Sofonisba se ha despedido de sus cinco hermanas, Elena, Lucía, Europa, Minerva y Ana María y de su único hermano varón, Asdrúbal, ante la mirada atenta y severa del padre. En un descuido Asdrúbal le ha susurrado al oído "Ten cuidado, Sofo. Tengo entendido que a él sólo le gustan los jovencitos y es un viejo amargado y gruñón. Si te hace algún mal, te vengaré."

Sofonisba ha sido acompañada por un grupo de pintores, discípulos del genio a su taller escultórico, donde un Miguel Ángel arrebatado, intenta arrancar de la dura piedra, llena de esmeril, un Cristo muerto sostenido por la Virgen, María Magdalena y Nicodemo. El cincel suelta chispas. Nicodemo alberga en su rostro las facciones de un Miguel Ángel más enojado que Neptuno en la superficie de un mar virulento. En el obrador el aire es casi irrespirable: briznas de mármol de Carrara e ira convierten la estancia en un cuchitril asfixiante.

Los jóvenes pintores se disculpan ante Sofonisba. Mascullan pretextos ininteligibles y se marchan, dejando a la jovencísima infeliz sola en la cueva, ante aquel dragón de extraña fiereza y voracidad en su mirada. Miguel Ángel la mira de arriba abajo, como si quisiese estrangularla de desprecio. Pero, el anciano, de rostro arrugado como una pasa gorrona desecada al sol, toma una larga vara alcándara y con ella golpea la preciosísima talla serpentinada de la Piedad, empezando por Nicodemo y terminando en el Cristo, hasta verla reducida a un engendro decapitado, mientras grita y exclama: "¡Maldito criado! ¡Maldita fisura en el mármol! ¡Mataré a ese bribón. Lo estrangularé con mis propias manos!" Luego se deja caer en el suelo, a plomo, como si un demiurgo lo hubiese sacado de un carro y lo hubiese tirado como a un vulgar saco de trigo en un almacén y tras cerrar los ojos un instante, acto seguido los abre y le espeta a la pobre Sofonisba:

- ¿Tú quién diablos eres, estupido ser?

Sofo responde en un hilo de voz:

- Soy su nueva discípula..me envía mi padre, el noble genovés...

- ¡Calla, calla..no soporto tu voz de jilguero cobarde! . Si es cierto que pintas, pinta y calla.

- ¿Y qué quiere que pinte, honorable maestro?

- Quiero que pintes un niño llorando y que lo pintes ahora, ahí en ese rincón.

Sofonisba obedece muy aplicada. Los gritos no le intimidan porque está habituada al talante exigente de su padre.

Permanece en el estudio pintando hasta bien entrada la noche mientras Miguel Ángel la contempla en silencio y sin pestañear.

Casi al amanecer Sofonisba le muestra al maestro el resultado de su obra: "Un Niño mordido por un cangrejo". Miguel Ángel se incorpora; la sostiene en volandas en sus brazos como si de repente fuese un Hércules redivivo, mientras ríe y baila. Ambos ríen y bailan.

2 comentarios:

NoSurrender dijo...

No creo que pueda haber genialidad sin presión, desde luego. Y tampoco creo que fuera fácil para una mujer en aquella época hacerse un sitio a ese nivel. Vamos, que más y más presión.

Besos!

Gemmayla dijo...

Qué nombre maravilloso Sofonisba, tomado de la trágica protagonista cataginesa !!!

Aquí hay que reconocer la labor encomiable del padre, Amilcare Anguissola que animó a sus hijas y al único hijo varón a cultivar sus talentos. Cuatro de sus hermanas también fueron pintoras. Lo dejaron al casarse y una de ellas al hacerse monja.


Creo que Sofonisba tenía, unido a su innegable talento, esa rebeldía que muchas mujeres, incluso en la época actual, sienten al equipararse a los hombres, algo así como "si ellos pueden, nosotras también". Ese tipo de rebelión crea mujeres que son muy diferentes a las demás. Si hay que catalogarlas de alguna manera, aquí si que las podemos llamar "raras" en el sentido amplio de , extraordinarias, escasas en su especie o género o sexo, insignes, extravagantes, singulares y sobre todo caracterizadas por un espíritu más que independiente, libre de ataduras y convenciones.

Creo que el encuentro de Sofonisba con el gran Miguel Ángel, despertó en ella a sus veintidós años, su propia genialidad y afán de rebelión y rebeldía, no ya sólo como mujer sino como artista.

Besos, NoS.