23 de noviembre de 2009

De Macacos y Macacas....




Ayer domingo, viendo Redes de Eduardo Punset en la 2, me sorprendió mucho descubrir a estas alturas de la vida que las hembras Macaco hayan organizado su existencia de manera tan inteligente, creando todo un entramado de redes sociales femeninas que las benefician en todos los aspectos. Muy al contrario que las hembras humanas. Los varones de nuestra especie son los que han creado redes similares, en las que tradicionalmente las mujeres han quedado excluidas, marginadas y relegadas. Los varones, los primates humanos, han contado además con una baza importante a su favor, a saber, la eterna rivalidad femenina y lo mal que solemos llevarnos las mujeres. Los varones desde la prehistoria han fomentado esta rivalidad en beneficio masculino propio. Aquello de "divide y vencerás" es triste y verdaderamente cierto. Si las mujeres seguimos alimentando nuestras rencillas y rivalidades, no sólo nos perjudicamos y no realizamos nuestros anhelos y aspiraciones, sino que además beneficiamos enormemente a los machos de nuestra especie. Afortunadamente observo en muchas mujeres que se invierte esta tendencia milenaria, que tanto daño ha hecho a la causa de la mujer.
Las mujeres -primates humanas - debemos entender de una vez por todas que si no nos apoyamos entre nosotras, afianzamos nuestros lazos, nos ayudamos, nos tendemos una mano cuando alguna de nosotras lo precise, el machismo seguirá ahí enquistado en nuestras sociedades como un cáncer maligno que a todas y todos nos alcanza.
Es curioso constatar que las hembras Macaco, Las Macacas - la a "cacofónica" sólo puede ofender a los oídos machistas - han creado un modelo de matriarcado genuino en el que sólo aceptan una mínima presencia del macho que garantice la seguridad de la manada y relaciones sexuales cada seis meses -juasjuas, las hembras macacas no precisan más -.

En fin, que las mujeres tenemos que entender de una vez por todas que es crucial crear redes sociales, afianzarlas, respetarlas, cuidarlas y conservarlas en las que tendamos puentes de comunicación e intercambio tanto con hombres como con mujeres. Pero especialmente, nuestras relaciones con las propias mujeres deben preservar la confianza, la lealtad, el cariño, la unión, el apoyo mutuo, eludiendo la eterna rivalidad que tanto perjuicio nos ha traído a lo largo de siglos.

Trabajo en un colectivo tradicionalmente masculino, con mayoría de hombres y en el escaso grupo femenino al que pertenezco la rivalidad dañina, antes estaba más presente que ahora, pero un observador atento pronto descubriría que sigue latente ahí como un cruel virus agazapado. Siempre que constato que la rivalidad femenina aparece en escena para agriarnos el día, a mis compañeras les hago un guiño y les suelo decir: "Esto entre los varones no ocurriría nunca. Ellos suelen dirimir sus diferencias quedando luego para irse de tapeo. Nosotras nos cerramos en banda y nos dejamos de hablar. Eso en el mundo masculino es menos frecuente. No adelantamos nada fomentando la rivalidad y el rencor entre nosotras. Nada. Con esta actitud nuestra tan arraigada, sólo fomentamos el maldito machismo"

3 comentarios:

Durrell dijo...

Yo también ví parte del programa y tienes toda la razón en tu alegato. Aunque no es menos cierto que entre los hombres, cuando destaca un lider sobrevalorado por sí mismo, también se suceden los menosprecios a los débiles, el borregueo y las zancadillas. Date cuenta como está el mundo gobernado por hombres...

Un abrazo.

Gemmayla dijo...

Hola Durell:

Alegría grande verte de nuevo por aquí y en el Tintero Virtual.

No creo que las mujeres gobernemos mejor o peor que los hombres. Cuando una mujer alcanza las más altas esferas de poder, suele comportarse como la gran mayoría de los líderes masculinos prepotentes y ególatras. El poder suele conllevar una alta carga de megalomanía.

Creo que la reivindicación femenina no va tanto encaminada a conseguir cuotas de poder - a las que por supuesto tenemos el mismo derecho que los hombres - sino más bien a conseguir una plena integración en nuestras sociedades. Creo que esta integración se ha demorado tanto en el calendario de la historia porque la rivalidad femenina es una baza con la que siempre han contado los hombres y el machismo imperante, para afianzarse y relegar o marginar a las mujeres.
Si analizamos la rivalidad masculina y el espíritu competitivo de los hombres son diferentes. Conservan un matiz de enaltecimiento general masculino que entraña un afianzamiento de las redes sociales masculinas en detrimento de las femeninas.
Si un hombre pierde un puesto de trabajo, hombres y mujeres rápidamente argumentan que se trata de una gran injusticia. Si es la mujer la que pierde este puesto de trabajo todavía se siguen escuchando improperios en boca de hombres y mujeres tales como "le estaba quitando el puesto a un padre de familia", "es una incompetente y no merece este puesto de trabajo", "el lugar de la mujer en esta sociedad, es su casa", "tiene hijos pequeños y que aproveche la coyuntura para quedarse en casa y atenderlos; así le será más útil al marido y a la familia".

Ya no digamos sobre quien recae la responsabilidad de cuidar a la prole, a los ancianos y enfermos de la unidad familiar. Un ejército de mujeres extenuadas y desamparadas realiza esta labor.

En nuestro país seguimos alimentando criterios trasnochados que en nada nos ayudan. Y lo mñas triste es que somos las propias mujeres en más de una ocasión, las que propiciamos este nefasto estancamiento en nuestra sociedad.

Un abrazo, Durell

Integrantes dijo...

Lo que me parece mas loco es que aun en los hogares desde pequeñas aun se sigan conservando estos estandares de machismo.

"Adiós, bella"....

Estoy terminando el curso de italiano niveles A1 y A2. Si hace años le hubiesen dicho a mi yo del pasado a qué me dedicaría al aterrizar en ...