19 de febrero de 2011

La Carta Manuscrita de Diego Velázquez. Dedicado a Alicia, José Enrique y Antonio con enorme gratitud

Carta manuscrita e inédita, escrita de su puño y letra, por el insigne pintor español, sevillano para mayor abundamiento, Diego Rodríguez de Silva y Velázquez , a Catorce de Agosto del Año 1629 de Reinado de Nuestro Monarca Su Majestad Felipe IV de Austria, también de Habsburgo, llamado El Grande y Rey Planeta.

Eminencia Cardenal Francesco Barberini, Gloria a Dios en sus obras que las dispone con gran suabidad y se regocija y se alegra mi alma de tan alto honor como me a concedido permitiéndome realizar mi humilde y modesta labor en las Estancias Vaticanas, que deviendo el susodicho vivir onesta y religiosamente y pacífico, e encomendado mi alma a Dios y a mi Rey, mi cuerpo y mi persona entera en pintar para su corte cuantos encargos me sean encomendados, sacando grandísimo provecho de esta invitación y estancia romana, donde nuestro Beatísimo Padre, muestra al pueblo italiano su gran e insuperable magnificencia y Vuestra Eminencia , su altísima y grande e insuperable generosidad para un humilde pintor que aquí en estas Estancias me hallo sin hallarme del todo, con las llaves prestadas por su Eminencia con tanto desprendimiento de suyo. Díxome Usted, su Reverendísimo siervo de Dios, que tomase las llaves de las Estancias cual quien toma las de su casa y héteme aquí en la del incomparable Rafael de Urbino que colinda con las del Juicio Final del mejor florentino que haya parido la Historia de las Artes Liberales y aún de las Mecánicas, Miguel Ángel y es en la Estancia aledaña a la de ambos insignes donde mi claustrofobia y sentimiento hipersensibilizado de claustrofobia, se me manifiesta en grado sumo, de tal suerte que empiezo a sudar como un gorrino y sufro amagos de desbanecimiento y vaidos varios como de mujer histérica, yo que me tengo por el más valiente Caballero de la Cruz de Santiago a la cual aspiro y no es cosa de dignidad que averigüen en el Reino de Hispania y mucho menos mi Rey y Señor, que a mi me flaquean las piernas por tal nimiedad. Basta que anoche tuve miedo porque sentí pasos y abrir y cerrar de puertas como si los espectros del Florentino y el Urbanita me quisieran amedrentar de suyo, que de mío ya estoy , como dicen en castellano acojonado, dicho con más sutileza gallega o catalana acollonido. Por todo lo cual, ruego caramente y encarecido a Su Merced Cardenalicia que permítame obviar mi permanencia acobardada y pusilánime en tal Estancia como quien evita males mayores administrando remedios y medicinas antes de que el mal se expanda y gangrene algún miembro, tal mis brazos o manos, herramientas fundamentales y esenciales para un pintor, artista de corte, nada más y nada menos que del Rey Planeta Español que en nada ensombrece la calidad y la altura de Vuestro Señor , Vuestro Tío, El Santo Padre, coaliado de Dios el Altísimo que todo lo ve y está en este momento viendo que no sólo es miedo sino mortal aburrimiento, ya que yo soy pintor de corte, de suyo siempre bien acompañado cuando no de Juana, hija de Pacheco, mi bella y modesta esposa y mis dos hijas preciosas, Francisca e Ignacia, lo estoy de toda mi amplia, extensa y dilatada parentela sevillana o mis compañeros y discípulos de taller donde siempre reina seriedad laboral y sana alegría y regocijo de campechana camaradería, que lo mismo nos arrancamos por soleares que por sevillanas y en viendo que en Roma son ustedes más adustos, caigo pronto en desalientos y depresiones, cosa que se puede evitar en dejándome sólo dos llaves, las de la casa de Rafael y sus bellísimos frescos, en especial el de la Escuela de Atenas y de la casa del de Buonarroti Simoni y su Juicio Final donde todos despelotados fueron vestidos por orden de Su Santidad Pablo IV, de sus desvergüenzas por Il Braghettone, Daniele da Volterra, con lo cual no peco de indignidad e impudicia. No sabiendo que aportar a mi súplica para mayor abundamiento de este farragoso y largo suplicamento que os elevo, sólo a Dios pido una cosa de la mayor importancia, que la Salud os premie como Vuescencia os mereceis, esto es, reemplazando a vuestro tío en el Trono, aunque yo desee larga vida para ambos, Tío Pontífice y Sobrino Nepote. Aprovechando tan en el fondo escueta misiva para lo que se estila en estos tiempos barrocos pero a la vez manieristas, que me concedáis el enorme privilegio de visitar con vuestro permiso la Villa Médeci al aire libre que me de el fresco de las afueras y se me permita tomar apuntes y copiar la amplia colección de escultura clásica, para todo lo cual precisare su salvoconducto y dignísima recomendación. Suyo afectísimo.


Diego Velázquez de Sevilla y España y Olé

2 comentarios:

Diciembre dijo...

Jajajajaja... me has alegrado el sábado con tus salerosas e ingeniosas ironías. Que gracia tienes, chiquilla!

Es genial la obra del maestro Velázquez, me encanta. Tengo que volver al Museo del Prado, con más tiempo. Admiro también a todos esos grandes pintores del Renacimiento italiano... podría pasarme horas 'diseccionando' esas pinturas maravillosas.
Otra de mis vocaciones frustradas es la restauración de pintura... a puntito estuve de embarcarme en ello, pero me exigía unos desplazamientos que, por motivos familiares, me eran del todo imposibles... Quizás cuando me jubile, jeje :P

Un abrazo,solete! Disfruta del finde!!

Diciembre

Gemmayla dijo...

Preciosa artista, no sabes lo beneficiosa que es la práctica de cualquier arte para las neuronas según un método 1333 que en breve te presento en mi blog.

Tb como tú estoy deseando regresar al Museo del Prado después de los exámenes de la asignatura Arte y Poder que tantos descelos me ha procurado este curso en su primer cuatrimestre.


muy feliz finde....smuaksss