El domingo al salir del trabajo, ya en la estación, una voz gangosa comunicó por megafonía que el tren traía una demora de media hora larga. "Perfecto. Paciencia", me dije. Decidí ver en mi teléfono la película de la que todo el mundo habla, unos para ensalzarla y otros para menospreciarla. El caso es que a nadie parece dejar indiferente. Ver series o películas en el móvil es algo que detesto, pero guiada por el prejuicio de que el film en cuestión no me iba a gustar, bajé la vista, dejé de mirar al techo de hormigón de la estación que me quedo contemplando cada domingo laboral sola en el andén y puedo asegurar que desde las 22:45 hasta la 1:33 horas no desvié mi vista de la pantalla diminuta, mientras subía al tren, me sentaba, una voz melodiosa anunciaba que había llegado a la Estación de Chamartín Clara Campoamor, descendía las escaleras hacia el metro, subía las escaleras que dan a Bravo Murillo y caminaba por las solitarias calles de mi barrio, m...
LA SAGA DE ALGUNAS LEYENDAS URBANAS