Ayer al regresar a casa muy eufórica tras mi visita de Magritte en el Thyssen, miré al cielo desde una ventana de casa y no podía dar crédito: lucía pintado a lo René Magritte de una manera espectacular, casi pictórica. Puede que los artistas que ya nos faltan nos acompañen en nuestras visitas a las exposiciones de sus obras y luego nos obsequien con algún detalle significativo, como quién ve una pluma blanca en la acera y corre a buscar un ángel. Puede que así suceda o solo sea nuestro anhelo ferviente de que así suceda. El caso es que ayer el cielo madrileño lo decoró Magritte con el permiso de Dios. La madre de René, Regina Magritte se suicidó el 12 de marzo de 1912. Al parecer, ya lo había intentado en otras ocasiones y el padre de René, desesperado, la encerraba en su habitación cuando él debía acudir a su taller de sastrería. Cuenta la leyenda que el niño de 13 años René contempló el cuerpo muerto de su madre envuelto en una sábana a orillas del río Sambre donde se ahogó, y...