El otro día cuando conversé con el señor venezolano, tan amable y educado él, me acordé de una amiga venezolana de la que llevaba mucho tiempo sin saber nada. Podía haberme acordado de todas mis maravillosas amistades venezolanas, magníficas y entrañables, pero me vino casi como una obsesión el recuerdo de esta amiga, que por motivos de trabajo cambiaba mucho de ciudad y cuando se fue de Madrid, me contó muy ilusionada que le habían surgido nuevos proyectos en otra Comunidad Autónoma. Cambié de número de móvil y perdí su contacto. Conversábamos a veces por el Messenger de Facebook o en Instagram, pero como también dejé las redes sociales, le perdí la pista. Era una persona muy sociable, con una activa vida social, una belleza espectacular y un corazón de oro. Tan simpática, siempre nos reíamos mucho cuando charlábamos juntas. Creo que se te congela en la memoria la imagen de una persona muy querida que crees conocer y la encasillas en un determinado perfil y esa imagen que te has ...
LA SAGA DE ALGUNAS LEYENDAS URBANAS