5 de julio de 2007

"La iluminación de Basilio, El chispas"

La iluminación de Basilio, "El Chispas"





Abrazó el budismo porque alguien le había asegurado que este "-ismo" había sobrevivido a todos los "-ismos" históricos y escatológicos.



Cual Buda, se sometió a una dieta de hambre, que llaman ayuno, durante seis días, que se le antojaron seis años, los mismos que dedicó Siddartha a la vida ascética. Seis años no lo habría podido resistir. Pero teniendo en cuenta que vivimos en la época de las prisas y la vida acelerada, seis días de este siglo equivalen a seis años del siglo VI A.C. Seis días fueron suficientes para sentir el aguijón del hambre punzándole las sienes y el de las pasiones revolviéndole el estómago y las tripas, como si "kundalini", en vez de una serpiente espiritual, fuese una aútentica víbora deseosa de verter su mortifero veneno en su pobre recipiente corporal.



Cual el príncipe Siddartha Gautama, habría abandonado su reino, a su esposa e hijo de haberlos tenido, pero él practicaba la soltería, no de oro precisamente. Pensó que esta circunstancia era ventaja y no inconveniente, pero hay que aclarar que las riquezas y las mujeres le gustaban más que a un tonto dos palotes. Por tanto vencer ambas tentaciones suponía labor harto difícil y ardua.



Como no podía abandonar a esposa, hijos y riquezas, abandonó su trabajo de electricista en la cuarta planta de la torre Picasso de Madrid. Con lo jodido que está conservar el trabajo en este siglo, pensó que ambas opciones ascéticas, la de Buda y la suya, eran equiparables. Tal vez quizás, la suya fuese más notoria y loable que la del propio Buda, pero las comparaciones en todos los ámbitos son odiosas y en el budismo de lo más reprobables.



Tras los seis días de ayuno integral sin probar bocado ni beber una gota de agua u otra bebida, todas sus costillas asomaban como teclas de un acordeón desvencijado. Se encontraba sentado en la plaza de España y se le acercó una rumana que amamantaba a un niño. Sus pezones rebosaban leche y al verlo tan famélico, ella no dudó en ofrecerle aquella ubre de la abundancia, diciéndole "de donde come un niño, debe de comer el niño que murió en tu interior". Para nosotros, personas ahítas de alimento, este ofrecimiento nos habría sabido a poco, pero él lo recibió como maná caído del cielo y se incorporó, dando las gracias a aquel alma samaritana, porque sentía todas sus energías renovadas.



Se adecentó un poco en el albergue de San Isidro, tomando una ducha y ropas limpias que le regaló un nigeriano. Pidió limosna hasta reunir los euros precisos para pagar la entrada al Jardín Botánico. En el jardín no había nadie y reinaba un silencio absoluto. Escogió un árbol al azar en un rincón discreto y se sentó a sus pies con la firme decisión de encontrar de una vez por todas, la pieza que faltaba en el rompecabezas cósmico y en la masa gris de su desordenado pensamiento.



Permaneció en la postura yóguica del loto durante varios días y noches, pasando frío, calor, depresiones, euforias alucinatorias y sometido a todo tipo de tentaciones imaginarias.



Al séptimo día, encontrándose nuestro amigo en trance traumático porque la postura del loto le había provocado una flebitis irreversible, le cayó a la cabeza un coco de una palmera monoica colindante de veinte metros de altura. De inmediato le sobrevino la tan anhelada iluminación, al propio tiempo que leía en el cartel explicativo, "Etimología: Cocos, proveniente del portugués coco= máscara. Nucífera, del latín nucifer-a-um = que emite nueces ".



"¡Eureka, lo encontré!"- exclamó - "Recta visión. Recta decisión. Recta palabra. Recta acción. Recta forma de vida. Recto esfuerzo. Recta atención. Recta concentración. Recuperaré mi trabajo. Buscaré una mujer que quiera compartir sus rectitudes con las mías. Tendré algún hijo. Hipotecaré parte de mi hacienda en una vivienda y en un coche. Mi vida será recta a pesar de la retorcida senda. Rectos serán mis actos. Rectos mis pensamientos. No son rectos los caminos que conducen al Nirvana. Aunque torcida la palmera, cayó en recta trayectoria el coco sobre mi iluminación"

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