25 de julio de 2007

"Orlando"



Todos vivimos con la muerte en los talones, salvo uno : Orlando. Ya lo descubrió Viginia Wolf. No desvelamos nada nuevo.


Los románticos vivimos pensando que Orlandos, haberlos haylos y no uno, sino muchos.
Los escépticos siempre te dirán que Orlando no existe, no existió ni existirá.
Los realistas conocen a Orlando y de vez en cuando coinciden con él en una tasca. Se toman junto unos vinos y a otra cosa.
Orlando no se limita a brindarnos una esperanza de vida inmortal. Orlando es la inmortalidad misma. Puedes pensar en prosaico y vociferar en todos los foros que Orlando fue en realidad un niño probeta, un parto de las células madre. Pero Orlando verdaderamente, es hijo de Dios, nació cuando quedó huérfano de padre, y es de madre desconocida. Las madres también un día poblaron de hijos huérfanos la tierra. Orlando, huérfano de padre no sabrá decirte quien fue su madre, pero su carné de identidad pregona que es ciudadano ejemplar de todos los mundos posibles.
Primero fue hombre. Luegó mutó en mujer y al tercer milenio resucitó y su alma se hizo espíritu libre.
Ayer me crucé con Orlando por la calle. Me guíñó un ojo. Me dijo que no podía entretenerse en desayunar conmigo unos churros con chocolate. Cuando vio reflejada una tristeza milenaria, honda y mísera en mis ojos, se conmovió y me apuntó su número de teléfono móvil. Se que nunca me llamará, pero ¿ quién puede vanagloriarse de tener siquiera un mechón de pelo de Orlando guardado en el cofre de las reminiscencias veladas? Cuento con su número de móvil. Un maldito aparato que siempre está apagado y ni siquiera tiene activado el buzón de voz.
Esta madrugada le he enviado un mensaje que reza, " Orlando sé que existes, pero a partir de ahora viviré soñando que algún mal parido te mató e hizo flaco favor a la Humanidad. Orlando te amo y el amor siempre aniquila algo a su paso."

Te prevengo, amigo. Te prevengo, amiga. Orlando vive. Habita entre nosotros y es mejor que nunca te cruces con este espíritu libre de la inmortalidad.

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