19 de octubre de 2007

"Por la puerta de atrás"




Los actores y el público salían en desbandada por la puerta de atrás del teatro como si hubiesen perpetrado un atraco. Esa noche no se había propiciado la calidez y aprobación general como en pasadas funciones. Sobre el escenario pueden acontecer mil y un contratiempos. Esa fatídica noche sucedieron casi todos. Asier salió despacio, con la pierna izquierda vendada e inclinando su cuerpo sobre un bastón, que alguien corrió a ofrecerle manifestándole entusiasmado que había pertenecido “al gran Vicente Parra cuando interpretó a Sigmud Freud en Hilo Rojo”. Asier no recordaba a este actor hasta que Marisa le espetó “¿Dónde vas triste de ti?”. “ Ya ves, una pierna rota y una baja laboral que tiene visos de arruinar mi carrera de actor. Este teatro está gafado.”

En plena representación un chico entre el público arrojó un huevo al escenario. No se sabe si por la condición homosexual de uno de los papeles protagonistas, por un simple acto vandálico o porque se anticipaba la fiesta de Halloween con la misma antelación con la que se prepara y anuncia La Navidad. Arreciaba una canícula agosteña y de espanto en pleno mes de septiembre, que hacía sudar la gota gorda a los actores enfundados en rigurosas prendas de paño, interpretando “León en invierno”. El huevo vino a parar en el precioso tocado de Leonor de Aquitania, que tenía el día torcido de entrada y desde su inauguración porque sólo le quedaban en el cajón de ropa interior de su casa un sujetador y unas bragas amarillas. La asistenta no acudía por morosidad en el pago y la ropa sucia se le acumulaba en el cesto de mimbre. No le podían marchar peor las cosas a esta veterana actriz que aspiraba a un papel en la última película de Almodóvar, pero tenía a Carmen Maura y a Marisa Paredes como rivales incuestionables y favoritas del cineasta. Su reacción histérica y fuera de lugar en una actriz de tantas tablas no pudo ser más desafortunada. Se quitó la clara y la yema amalgamadas en su pelo y fue a limpiarse las manos en el pantalón de Ricardo, interpretado por Asier, que se suponía favorito de su madre sobre el tablado, pero que en realidad se profesaban ambos una ojeriza enconada fuera de él. Ricardo, o sea Asier, optó por quitarse los pantalones en señal de protesta y para hacerle un calvo al público con tan mala fortuna que dio un traspiés y cayó de espaldas. Las risas generales se convirtieron pronto en un clamor y un griterío tan difícil de descifrar que los actores no sabían discernir si se les avecinaban vítores o más huevos estrellados. Asier se esforzaba en incorporarse y caminar hacia los camerinos, pero cada vez que pisaba con el pie izquierdo lloraba de dolor. Pidió ayuda a sus hermanos en la ficción que de buen grado se lo llevaron en volandas evitando la lluvia de huevos y cáscaras de plátano que caían sobre el escenario como granizo. Asier preguntó si aquello se trataba de una especie de complot o confabulación entre el gremio de fruteros y pollería contra la noble casta de actores. “Los de reparto, de carácter y genéricos somos siempre los que peor suerte corremos. ¿Qué se quitará peor la yema de huevo o la mancha de plátano?” – se pregunta en voz alta Leonor de Aquitania pensando en esa asistenta y ese papel protagonista que ya no conseguiría seguramente jamás. Asier reclamó la presencia del enfermero que prestaba servicio en el botiquín del teatro mientras alguien gritaba, “que todo el mundo salga por la puerta de atrás”

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Un cuento que encoge el corazón. El autor no es dueño de sus textos;éstos son recibidos dependiendo de múltiples circunstancias.
¿Cómo se sentirá la autora si le digo el recuerdo que me suscitó su cuento?
La autobiografía de Charles Chaplin es también un libro revisitado en casa.No me alargo, que me conozco...
Recordé la 1ª actuación de Chaplin.
Era en un local infame londinense.Su madre, ya abandonada por su marido, padecía los síntomas de la esquizofrenia. Ese día no dio pie con bola y el público se mofaba de ella, que hizo mutis.Entonces el pequeño Charles, de 5 años, salió a escena y se puso a imitar los quebrados movimientos de su madre.El público lo aclamó.¿Qué sentimientos cruzados habría en la mente de madre e hijo mientras oían los Bravo!? Es una imagen que siempre me persigue.
Bravo, amiga Gemma

Gemmayla dijo...

Amigo Travis:

¡Bravo, bravo, bravo!...

Justo, pensaba en Chaplin mientras me recreaba en la figura de un actor español nuestro cuya magistral interpretación como maestro de ceremonias me impactó en Cabaret. Me refiero a Asier Etxeandia. ¡Es genial este actor! Chaplin es sencillamente insuperable. "El Gran Dictador" me parece una obra maestra sin precedentes.

La respuesta de un niño Chaplin de cinco añitos no podía ser otra que la propia de un niño prodigio, un genio en potencia.

Ahora que mi hijo de seis añazos me está masajeando la espalda con las cucharas y tenedores de madera de guisar como si mis dorsales fuesen un tambor, pienso que las ocurrencias de la infancia debieran seguir cultivándose en la vida adulta. Estamos perdiendo irremisiblemente el sentido del humos,sino.

Muy feliz sábado para ti y los tuyos !!!

Gemmayla

Gemmayla dijo...

..humor, quise decir, no humos..juasjuas

POR FAVOR, FIRMA Y DIFUNDE... SUMA TU NOMBRE....RUEGO ENCARECIDO A BIDEN, 🙏🙏🙏...

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