1 de diciembre de 2007

"A Joan Salvat Papasseit y a los escritores anónimos"



Sentía veneración por las tertulias literarias de antaño. Aquellas en las que la lectura de textos clásicos dejaban embelesados y sin habla a los parroquianos con el codo estribado sobre la barra del café, tomando cualquier cosa que les sirviese de pretexto para arrellanarse, guardar un silencio reverencial y escuchar a los escritores que allí se congregaban cada tarde, recitar versos o leer en voz alta fragmentos de prosa de autores insignes.

Sentía una veneración que confinaba con el miedo. El miedo a no llegar nunca a traspasar aquella maldita línea que separaba el mostrador de la franja reservada a las mesas. El miedo al rechazo. El miedo a reconocer que un poeta anarquista, hijo de la clase proletaria, húerfano de padre, criado en un orfanato naval, sin recursos, sin un maldito bocado que llevarse a la boca, pudiera nunca conocer la satisfacción personal que pudiese brindarle escuchar sus versos en boca de aquellos hombres, que hablaban de una nueva corriente revolucionaria y cargada de futuro, que pronto invadiría Barcelona como una plaga benigna. Que pronto, muy pronto barrería el papanatismo que impregnaba el arte en general y la literatura catalana en particular.

Sentía un respeto paralizante y el dueño del bar le miraba con recelo como recriminándole que un café no podía durarle toda la tarde. Cuando en realidad aquel hombre sólo le reprendía por ser tan cobarde de no dar el paso, de no traspasar aquella maldita línea de fuego.

"Lluita, lluita, lluita", el palpitar de los versos bullían en su espíritu endeble. Le fallaban las fuerzas y el frío le calaba los huesos, pero aquellos hombres le trasmitían su energía, su coraje y su calor.

Desde su lecho, moribundo, añoraba aquellas tertulias de antaño, tanto como el beso furtivo de la joven amada, de sus hijas, de su esposa.

Quería agradecer a aquel hombre recio que servía cafés y carajillos que tuviese la valentía de empujarlo, de arrojarlo al abismo desde la barra a las mesas, como si fuese un pedazo de piedra sin labrar, lanzada desde una cima a una cantera para que alguien algún día hiciese un buen uso de ella, convirtiese la greda en mármol, compacto, cristalino, sobre todo cristalino. "¡Eh, vosotros! Callad un momento y escuchad lo que éste tiene que deciros!" Eso dijo aquel santo varón mientras lo levantaba por las solapas de su deslucido traje de paño.

Entonces Joan con la voz quebrada recitó:

"Heus aquí: jo he guardat fusta al moll.
(Vosaltres no sabeu
què és
guardar fusta al moll:
però jo he vist la pluja
a barrals
sobre els bots,
i dessota els taulons arraulir-se el preu fet de l'angoixa;
sota els flandes
i els melis
sota els cedres sagrats."

Enmudecieron todos, Joan, sí, enmudecieron.

Joan ha depositado unas hojas debajo de la almohada antes de morir y sentir que la añoranza es un pozo sin fondo.

"Adeu, Joan, adeu" "Res es mesquí"
_________________
"El eco siempre dice la última palabra"

4 comentarios:

Gemmayla dijo...

Dedico este relato a mi buen amigo Travis que un día me habló de Salvat Papasseit al que no conocía.

Descubrir la poesía de Joan Salvat Papasseit de alguna manera me ha cambiado la visión de la vida, tanto como en su día me influyeron los versos de Miguel Hernández, Lorca, Neruda, Blas de Otero y Salinas.

Tanto como aquella vez que una amiga mía, que ya no está entre nosotros porque murió en un fatal accidente de tráfico, me dió a conocer la poesía de Kavafis, al que desde entonces venero y admiro.

Un poeta puede cambiarte la vida, ya lo creo que sí.

Anónimo dijo...

Salvat Papasseit y yo que tengo un montón de leña que guardar esta noche!!!
Mañana vengo a este muelle, con mis zapatillas a cuadros, a dejar detenerse el tiempo.
Besos Gemma.Hoy no tengo tiempo :(

Anónimo dijo...

Recuerdo aquellos veranos en Cataluña, la primera vez que comí cosas tan corrientes como canelones
(nunca más los saboreé tan buenos)o lentejas! Sí, lentejas, y no era yo un niño, que digamos.A mi madre le había quedado un trauma con aquellas lentejas racionadas de la posguerra, pequeñas, negras, con bichos y escasas, y aún es hoy que mira para otro lado cuando las ve en el super.Aquellos años en que mi abuelo tenía que meterse en un vagón de mercancías para ir a buscar pan a otra provincia y el tren hacía maniobras en las estaciones y mi abuelo no sabía dónde acabaría bajándose o si lo descubrirían.Por un pedazo de pan!Esos cabrones que siguen chillando ahora mismo, esos tenían a mi abuelo toda la noche en un vagón sin rumbo.
Compré dos antologías bilingües de poetas catalanes.Cuando llegué a Salvat Papasseit vi que hablaba en mi idioma.
Gemma, dile a Joan que en la mesa de mi café también lo han escuchado enmudecidos.
NOCTURNO PRA ACORDEÓN
Eis: eu gardei madeira no peirao
Vós non sabedes / o que é/
gardar madeira no peirao,
pero eu vin a choiva
cair a cachón nos botes
e debaixo das táboas acocharse
o xornal da anguria,
baixo os flandes / e os melis,
baixo os cedros sacros.
Cando os mossos d’esquadra
espreitaban na noite
e a bóveda do ceo era un túnel
sen luz nos vagóns: e eu fixen
unha fogueira de estrelas na gorxa do lobo.
Vós non sabedes / o que é
vixiar a madeira no peirao :
pero todas as mans de todos os pillabáns
coma unha farándula
facían un xuramento á beira do meu lume.
E era coma un milagre
que estiraba as mans sen tentos.
E na néboa perdíanse as pegadas.
Vós, seica non sabedes / o que é
gardar madeira no peirao.
Nin sabedes a oración dos farois dos barcos/
que son de todas as cores
/como o mar baixo o sol :
que escusa de ter velas.
Joan Salvat-Papasseit, irmán.

Gemmayla dijo...

Amigo Travis:

Me emocionan las historias familiares que conocemos, tan duras, tan traumáticas, pero a la vez entrañables.

Mi madre prepara "Els canalons" como nadie. Nuestra rica gastronomía, qué rica está en todas partes. Creo que todas las madres del mundo cocinan de maravilla y son estupendas.

Creo también que no hay culturas y lenguas mejores unas que otras: "Anguria/Angoixa/Angustia" En gallego, catalán o castellano la angustia es la misma, del latín "angustia", angostura, dificultad, pasos estrechos por los que debemos pasar. Que una gran mayoría exclamen ¡Angustia! frente a una minoría que lloran su "Anguria o Angoixa" no abre o cierra las estrecheces y estrechuras de la angostura. Pero que nadie nos imponga cómo queremos exclamar nuestro pesar.

Siento fascinación por todas las lenguas y culturas del mundo. Tal vez las que se imponen por motivos económicos y de poder, me resulten menos simpáticas. Pero la culpa no la tienen las lenguas, sino los hombres y mujeres que las hablan y hacen uso indebido e incorrecto de ellas. Nuestra responsabilidad es la de preservarlas todas del nepotismo y la soberbias humanas.

Muy feliz semana, Travis !!!

Dichoso tú que conoces las bondades de la leña.

Gemmayla