"La melancolía de Isabelle"


El capitán de guardia estampó un sello de caucho sobre el documento oficial urgente, mientras el oficial, escondido detrás de un cortina, rasgaba el lacre del sobre de la carta dirigida al general para espiar su contenido, pero el timbre oficial grabado con alusión a un águila imperial cansada y ahíta de poder, no le pareció auténtico. Rompió la carta en pedacitos y se llevó a los labios el sello de oro de su dedo meñique izquierdo para besar la inicial inscrita del nombre de su amada, Isabelle. Cogió de su bolsillo derecho una moneda. Cara, seguiría espiando cartas escondido detrás de una cortina. Cruz: comunicaría a su capitán que pronto abandonaría el ejército para reunirse con su amada. El sello oscuro y gastado de la moneda, tedioso, se negó a cambiar su suerte. "¡Isabelle, Isabelle, te perderé para siempre. Creo que mi destino está sellado".

Isabelle languidecía bordando sobre la tela tensada en el tambor. Cerca de dos años sin una sola noticia de su amado, Jean Charles Leònard, que partió a la campaña de Alemania con las tropas napoleónicas y desde su partida no había dado señales de vida. Le llegaban rumores extraños, seguramente infundados, sobre su posible paradero, que si le habían visto en un destacamento en Suiza, que si les había llegado información de que un oficial lo había encontrado muy malherido en el hospital de campaña de Hohenlinden, que si había participado en la Batalla de Copenhague en primera línea de fuego... En definitiva, usina de rumores tendenciosos y no confirmados, que sumían a Isabelle en un estado de abatimiento y melancolía perniciosos, pero nadie de su entorno parecía percatarse, ya que la joven doncella se pasaba del alba a la noche bordando con cierto empeño triste y sosegado que le confería un aire concienzudo, mantelerías y sábanas para toda la familia.

La prima Charlotte se presentó un buen día de improviso, cuando nadie la esperaba entonces y nunca. Charlotte era persona no grata en aquella casa lúgubre, sombría y en cierta manera siniestra. Pero Charlotte sintió la llamada desesperada de Isabelle en algún recóndito lugar de su corazón. "Premonición de la alegría de vivir" lo llamaba y no se equivocaba. Isabelle precisaba con urgencia que su prima la rescatase de aquella exclusión medio forzosa, medio voluntaria, de aquel secuestro familiar y sentimental,que la aislaba de la vida que bullía ahí fuera. Charlotte se presentó como una ráfaga de aire fresco y luz muy viva, pertrechada con maletas y baúles repletos de preciosos vestidos y tocados para vestirse ella impecable y prestárselos a la delicada Isabelle. Contagiaba pronto su alegría de vivir a quien fuese receptivo. Isabelle, tímida, se dejaba subyugar por su arrolladora presencia porque el tedio, la intranquilidad de la espera interminable, la melancolía crónica hacían insufrible sus días y sus noches. Poco a poco Isabelle, a pesar de la mirada recriminadora de sus tías y la abuela Anastasia, fue saliendo del pozo de la desesperanza primero y a la alegría de la vida en la calle poco después, siempre acompañada de la pizpireta Charlotte que le mostraba los lugares más divertidos y concurridos de la ciudad. Pronto entendió Isabelle que su amado y añorado Jean Charles Lèonard no era el único varón del universo. Pronto recobró Isabelle la olvidad alegría de vivir de antaño.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Leyendo tus últimos relatos, sobre todo éste y "El mensaje del ángel interestelar", pienso que simplemente es increíble la cantidad de ideas que se generan en tu cabeza, y las temáticas tan distintas con las que siempre eres capaz de conmover. Sólo puedo decir: "wow"...
Un besazo, jefa.

Teresa
Anónimo ha dicho que…
Hola Nec, Nec, preciosa:

Caramba !!! No te había visto antes. Lo siento mucho.

Pienso que tanto tú como el amigo Travis tenéis una capacidad expresiva y una locuacidad sin límites que os animo a exprimir.

Me ayuda mucho acudir a los Cuentacuentos semanales de la biblioteca pública del barrio con mi peque, Héctor. Durante la presentación siempre se nos dice a niños y padres que abramos la ventanita de la imaginación. Es increíble las cosas que surgen y brotan del subconciente después de una reperesentación teatral de estos cuentacuentos, todos ellos actores y actrices fantásticos.

Creo también que la lectura y el cine son alimento esencial para el espíritu y nuestra capacidad de fantasía y ensueño.

Nec, preciosa, ya sabes, mucha lectura y que Alex te invite al cine, que no sea tacaño y se gaste los euros en esta noble causa.

Un besotísimo, smuaksssssssssssss

Gemmayla

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