8 de noviembre de 2008

"Astrid"

Me enamoré de un rostro que contemplé expuesto en una exhibición temporal fotográfica del Museo Metropolitano de Manhattan de la colección personal de un amigo mío. Le llamé al móvil desde la propia cafetería del Met para intimidarle con una batería de preguntas, quién es ella, dónde vive, a qué se dedica...Todas esas preguntas banales cuyas respuestas dicen mucho sobre el perfil de una persona, pero en realidad no sabes nada de ella si se te acerca, se te planta enfrente.
Me respondió, el muy hijo de su puñetera familia, que las respuestas tendría que averiguarlas por mi mismo. Si daba con su paradero, vereda libre para el pasto trashumante. ¡La cosa se ponía bucólica! Le pedí que cuando menos me diera alguna pista con la que comenzar. “Es una prima lejana mía” me espetó.
De libérrima, esparcida y casi ignota familia, no encontré huella ni rastro sobre los que pisar. Me presenté en los eventos que organizó mi amigo, sus fiestas y quedadas en los lugares más dispares de NY. Llevaba impresa, más que en mis retinas en el archivo fotográfico de mi móvil, la cara preciosa de aquella bella mujer. Tomar la foto de la foto expuesta en la sala del museo, me costó la reprimenda de un vigilante negro. Pensé si ya se ha materializado “su guardaespaldas”, será cuestión de insistir: pronto la encontraré. Pregunté ingenuamente al vigilante si la conocía. El me respondió con un gesto negro que “no” y antes de que arramblara con mi móvil para hacerlo añicos nigérrimos, puse pies en polvorosa de allí, llevando conmigo a buen recaudo la fotografía que acababa de robar, - que a todo lo llaman robo y apropiación indebida, ¡total por una simple foto que no significaba nada para aquel “tiarrón”, hijo de la negrura- ¡A punto estuvo de velar el archivo con su mera presencia! – Para mi lo significaba todo. Sí, es cierto, tenía muchas obligaciones que acometer, muchas responsabilidades que atender, pero la búsqueda de “la prima” se convirtió en la primera prioridad en el orden del día y de las cosas, de las mías y de las ajenas. En definitiva, que el entorno me recriminaba los atolondramientos y desvaríos que propician estos flechazos no correspondidos. “Estás como ido” aseguraban los más francos. “Puede” les respondía sin inventar excusas ni dar mayores explicaciones.
La misión de encontrarla, dar con su paradero y conquistarla, he de confesar que fue, ha sido y será –seguramente- lo más divertido que he acometido en mi vida. Por ella llamé a puertas no imaginables. Conocí a personas muy interesantes, que me reportaron vivencias no comparables con nada de lo experimentado hasta entonces. La familia de mi amigo está salpicada de artistas y gente excéntrica. Ella era,.. es.. distinta. Alguien muy normal y corriente. Muy parecida a mi en lo convencional, peculiar en sus manías y detalles. Rematadamente hermosa. Me lo sigue pareciendo. El retrato fotográfico le hacía justicia y por fin la tenía ante mi en carne y hueso. La encontré en una tienda de antigüedades atendiendo a la clientela con exquisita elegancia. Su larga melena, recogida en una trenza, caía sobre su hombro como una cuerda dorada, que entonces se me antojó gruesa, resistente, flexible, tanto como para suspenderme de ella y no soltarla jamás. Pero, ¡ay, amigo! Aquello fue como arriesgarse a hacer acrobacias en una cuerda floja, floja. Ahora contemplo esa cuerda y sólo me entran ganas imperiosas de huir. Aquí está sorbiendo una taza de té frío, gélida como una colección de témpanos expuesta en un parque temático del hielo. Su nombre lo dice todo, Astrid. Es mi esposa. Mi amigo se ha convertido en primo lejano, lejano. Se distanció él. Se distanciaron todos con esta mujer cuyo encuentro propicié. ¡Y ahora quiere tener tempanitos! Tú ya me entiendes, amigo.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Gemmayla!

Créo recordar que fué Camilo José Cela quién sentenció: ‘el enamoramiento es un estado de imbecilidad permanente’.

Esta definición siempre me ha parecido, además de muy graciosa, totalmente cierta. En el mecanismo del enamoramiento actúa primero el corazón (mecanismos bioquímicos, etc.), frente a la razón. Cuándo tarde o temprano llega la fase cerebral, es cuando, digamos, se recuperan nuestras plenas facultades y realizamos la valoración real de la persona, normalmente idealizada en exceso debido a ésos incontrolables mecanismos neurotransmisores (de los que nos hablan los expertos).

Y aquí es cuando se pone realmente a prueba ése amor, entrando en juego la inteligencia emocional de cada uno…, bueno, bajo mi punto de vista, claro…

Pues eso, que tengo la impresión de que algo así le ha ocurrido a tu protagonista ¿no?

Estuve yo muy enamorada de un chico (oséa, imbécil perdida, que diría Cela), y cada vez que lo veía, en serio que me daba un vuelco el corazón …, en cachitos se me rompió finalmente. Menos mal que luego llegó mi amado conyuge y lo reconstruyó con mucho esmero y cariño.

Créo firmemente que la mayoría de las veces el verdadero amor no llega a través de un enamoramiento inicial.


Besotísimos de los tuyos, guapa!

Anónimo dijo...

Hola Diciembre:

Si, al tipo le pasó lo que describes magistral. También no sé si se ha captado que se trata de alguien bastante "interesado" y pelín "racista". Encuentra una mujer preciosa, "un bellezón" de la alta alcurnia artística de NY y encima pone pegas.
No se si has tenido ocasión de leer "Viaje al amor de Eduardo Punset" que junto a su "Viaje a la felicidad" describe muy bien lo que nos sucede a los humanos en este peliagudo terreno.
Creo que a las mujeres en general se nos educó para enamorarnos del amor y luego está el asunto de las hormonas que nos juegan sus malas pasadas. Eso explicaría en parte que nos enamoremos de la persona que menos nos conviene. Creo que a los hombres también les sucede, pero menos. Ellos son más sexuales. Aunque la cosa está cambiando a marchas forzadas. No sé muy bien qué sucederá. Contemplo el panorama un tanto caótico, como si todos y todas hubiésemos perdido el norte. Creo que el "quid" está en que una parte de la población es promiscua y polígoma y otra parte es monógama y fiel. El encuentro de esas dos castas genera desencuentros y dramas muy difíciles de remediar. Según Eduardo Punset los que más sufren y hacen sufrir son los polígamos. Y la experiencia me hace darle la razón. Donde esté encontrar la media naranja sin que otro/otra se haga un zumo con ella y se lo tome, no puedo imaginar felicidad mayor, con todos los contratiempos y pesares que puedan surgir por el camino. Y esto no lo digo ni dogmatizando ni pontificando. Es una conclusión a la que he llegado después de mucha mucha experiencia ajena y personal.
Diciembre, te doy mi mayor enhorabuena. También se la doy a tu pareja que ha sido persona muy-pero-que-muy afortunada encontrándote.
Smuakitísimo !!!

Anónimo dijo...

Si, supongo que tu personaje es uno de ésos individuos que gustan de poner un “florero” en su vida, para poder poseerlo, admirarlo, y ser la envidia de miradas y demás oscuros objetos de deseos ajenos.

Lo que no tengo claro es si lo del toque racista del que hablas se limita a alguno de los comentarios despectivos que hace sobre el vigilante de color, lo digo porque también podría parecerlo su alusión a la supuesta “frialdad” de las féminas nórdicas, aunque esto más que racismo, es más bien un toque de misoginia…

Por cierto que me he apuntado los dos libros de Punset de los que me hablas, parecen francamente interesantes. Sobre el asunto pareja, comparto tu opinión, merece la pena y compensa cuidar una relación afectiva cuándo ésta tiene una base sólida de respeto y amor, a partir de aquí puede uno afrontar ésos contratiempos, a veces tan difíciles, que inevitablemente surgen en toda pareja.

Personalmente creo que la estabilidad emocional que proporciona una buena relación, contribuye de una forma decisiva a lograr ésa felicidad vital a la que cualquier ser humano aspira, además tiene efecto dominó…

Un abrazo, cielo!


PD.: muchísimas gracias por tus palabras, que sépas que son recíprocas. De véras que eres demasiado amable conmigo, sobre todo teniendo en cuenta que tan sólo me conoces de “leídas”. De cualquier modo te aseguro que soy yo la afortunada ;-)

Anónimo dijo...

...por cierto que continúo impresionada con el enorme parecido con tu "gemela" Jean. Curiosamente en ésta otra foto, me recuerda muchísimo a Héctor, que también es 'clavaíto' a tí...

Anónimo dijo...

...que soy diciembre, que a éstas horas mis neuronas son cómo perlas, oséa que escasean, jejeje

Anónimo dijo...

Lo bueno de venir a estas horas al blog de Gemma es que uno se puede enamorar de Diciembre sin que ella se entere. Ni su cónyuge.
¿Por qué cojones hay mujeres tan dulces?
Son un peligro, peor que el de la ilusión que despierta Obama. O que la misoginia de los que se enamoran cada 24 horas.
Bueno, mañana leeré el post.
Ya he tenido mis cinco minutos diarios de imbecilidad permanente.
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"Baja a mi habitación.
Estuve pensando en ti.
y estuve a punto de seducirme a mí mismo".
La energía de los esclavos. Poema 74.
Leonard Cohen.
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Gemma, tengo un catálogo de Devernois: pide por esa boquita.
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Sí, ya sé: debería estar durmiendo, pero estás gimiendo bajo mi almohada desde que te escaneé.
Y cualquier tonto se daría cuenta de que finges muy bien.
Yo, no.
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con_todo_el_respeto_debido_a_diciembre
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Te aseguro, Diciembre, que hay féminas nórdicas que responden al estereotipo.
Perdón, son tan gélidas que ni se molestan en responder.
Lo cual es muy doloroso para un padre.
Un padre no nórdico, claro.

Anónimo dijo...

Hola Travis:

No me extraña que te enamore Diciembre. Es un encanto de persona !!!
Pero como ambos estáis casados, te mando un capón, Travis, que ya sabes que soy defensora de la monogamia hasta la donación de cuerpo a la Uni.
Es misógino quien se enamora cada 24 horas de una mujer distinta??? Creo que no. Sencillamente es alguien que sabe apreciar la belleza que prolifera por todas partes, tanto la femenina como la masculina. Creo que un enamoramiento de 24 horas no es tal. La cosa seria dura al parecer entre tres o cuatro años, que es lo que se tarda en emancipar a la prole de una estricta dependencia. Aunque ahora se emancipan a los 60, juasjuas y el enamoramiento se termina a los tres cuartos de hora. Asistimos a unos cambios descomunales y sin precedentes. Creo que hemos perdido todos y todas un poco el norte ¡Ni lo de antes ni lo de ahora! No hay porque aguantar un matrimonio años y años sin amor y con desprecios mutuso. Pero tampoco esto de levantar familias que al cuarto de hora ya están desintegradas. Creo que hay una gran irresponsabilidad hacia los hijos en ello. Recobremos un poco la sensatez y la cordura.
En cuanto a los seres gélidos, Travis, ya te lo comenté en otra ocasión, "haberlos haylos" y creo que son necesariros, como los glaciares. Son nuestros icebergs de la sociedad. Pero, ¡ojo! no se concibe que ahora se imponga como una moda: todas y todos más gélidos que un témpano. Es otra cosa nefasta que se aprecia en casi todos los frentes. Parece que la calidez en las relaciones se rechaza como si fuese una enfermedad infecciosa.
Lo que te digo, Travis, que estamos perdiendo el norte.

Muy feliz semana, Diciembre y Travis !!!

Anónimo dijo...

Hola Travis, léo entre líneas y créo comprender a que te refieres con ésa “gelidez”, vaya, de véras que lo siento, yo también soy madre…, bueno, créo que si de algo he dejado constancia por aquí, es de que lo soy, jeje, no puedo remediar nombrar a mis enanos en cuanto pillo ocasión…

Por cierto que te felicito por tu gran sentido del humor, ése si que es un gran don, que no nos falte en la vida eh?…, y ¿entiendo me dedicas ésa preciosa canción de Cohen?, porque me has llegado al alma, por lo menos unos cinco minutos de ésos jeje.
Pues eso, que tu esposa es muy afortunada, pareces una gran persona ;-)

Ocurre que nuestra querida Gemmayla, con ésos relatos tan estupendos que propone, su cercanía y generosidad (léase, la decoración tan familiar y acogedora, de ésta su casa) y la simpatía que ofrece siempre al visitante, consigue con gran facilidad que exteriorizemos nuestro yó más personal y conciliador.
Tu que eres amigo suyo lo sabrás bién, y es que transmite tan buenas vibraciones ésta chica, que a mi me tiene en su bolsillo…

Besos para los dos!