17 de diciembre de 2008

"La maleta de Peter Pedro"






En el control rutinario aduanero del aeropuerto de la ciudad de Lumbilgia, el agente interroga al viajero, un señor sesentón atildado y muy educado:

- ¿Algo que declarar, caballero?

- Nada. No llevo nada en el equipaje.

- Abra la maleta.....Cierto, no lleva nada, pero nada de nada. Y eso, ¿por qué motivo?

- Sencillo de explicar y de entender, señor agente. Comienzo el periplo de visitas a mis hijas e hijos. Una me suele regalar pijamas por Navidad, otra calcetines y ropa interior, Matildita un cofre de productos de higiene facial y corporal..Mi hijo Pablo suele obsequiarme zapatos, mi hijo Juan Francisco alguna prenda de abrigo. A mis nueras y yernos les encanta regalarme botellas de vino, licores y embutidos. En resumidas cuentas, me apañan entre todos para todo el año.

- No sé, no sé - carraspea, desconfiado el gendarme - Resulta sospechoso viajar con una maleta vacía. Por esta vez, pase, pero en la próxima ocasión quiero ver una relación de pertenencias aquí, sino me veré en la obligación de diligenciar y dar cuenta al Juzgado de esta irregularidad.

- Entonces, señor agente, le rogaría que redacte una nota informativa en la que advierta a mis hijos que en Navidad no es preciso que me regalen nada. Nada traigo porque recibiré mucho. Nada traeré sino me regalan nada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajaja, francamente divertido el monólogo de Luis Piedrahita, Gemmayla. Cuantas verdades en clave de humor, muy bueno!!.

No me había parado a pensarlo pero si las maletas hablasen, la cantidad de historias de todo tipo que podrían contarnos. De hecho son testigos de muchas de nuestras vivencias, buenas y malas. Las mías afortunadamente lo son de buenos momentos. De viajes inolvidables desde los que han vuelto un poquito más apretadillas haciendo hueco a los souvenirs que algunas acostumbramos a traernos. Personalmente en un gesto de aliviar y compensar la nostalgia que siempre siento al regresar de un viaje y dejar atrás los días y lugares disfrutados.

Cuanto podría decir sobre nosotros el contenido de nuestra maleta.

Y la de anécdotas que supongo podrían contar los agentes de aduanas, relativas a sus inspecciones…

Besos!

Anónimo dijo...

A qué sí, Diciembre, a qué es genial siempre siempre Luis Piedrahita. Además me sucedió una anécdota divertidísima con él en un hotel de Conil hace un par o tres de veranos. Éntré en el restaurante para desayunar y el estaba sentado de espaldas. Me pareció mi hijo mayor, ¡por las greñas, juasjuas! y me acerqué toda decidida por detrás, le dí un toque en el hombre y cuando se giró nos dimos un susto ambos de muerte, juasjuas!!! Luego, jartá de reir. Le pedí disculpas. Y fue muy amable, pero timidísimo. Mi hijo en esto entró y le dije, "te acabo de confundir con él". Los tres rompimos a reir. Y lo típico d elos hijos, "Mamá, cómo eres. Vaya metedura de pata. Si no nos parecemos en nada" Juasjuas, a mi los melenudos morenos, todos me parecen pardos, juasjuas.

Con respecto a las maletas, me encantan, todas sin excepción, con ruedas sin ellas tipo mochila fardo lo que sea...Significan viajes y aventura. Sueño con verme liberada de la hipoteca y Viajar y Viajar y no Parar de Viajar.

Y a los pobrecitos abuelos que los tienen de la Zeca a la Meca como si fuesen "maletas", un capón a esos hijos e hijas. Si los llenan de regalos, es lo suyo.

Un besote, preciosa.