17 de febrero de 2010

Amor Micológico .....Celebrando el úndecimo San Valentín del santoral







Las setas crecemos a la sombra de los árboles aprovechando la humedad ambiente y la poquita luz. Unas especies somos comestibles y otras son venenosas - como entre los humanos recolectores de setas y los no recolectores -

Yo, en concreto, vivo a la sombra de un álamo y lo tengo un poco complicado para quedar con "mi chica" porque ella reside a unos doscientos metros de mi, con sus padres y hermanos a la sombra de un adelfa. Nos enviamos reclamos compungidos de amor como tórtolos. De sobras es sabido que los "Boletus", después de los tórtolos, somos los seres más románticos del planeta. Ambos, tanto ella como yo, soñamos con que un día aparezca un recolector con su cesta y nos una para siempre en la sartén, aderezados con romero, tomillo, aceite de oliva, ajo, pimienta blanca, vino de Rueda blanco seco, sal y jamón. Luego, no nos importa acabar abrazando el estómago de nuestro recolector o de otros comensales, porque como el toro de lidia nacimos para el luto.

El asunto es que el padre de mi amor, un hongo con la sombrilla mamelonada descascarillada y el pedicelo deformado por altas concentraciones de Muscarina – que viene a ser algo así como la artrosis deformante que padecen con la edad algunos recolectores y no recolectores humanos -. El padre, decía, me desprecia y no acepta de ninguna manera que su hija y yo podamos acabar algún día en la sartén o en el estómago de nadie. Nuestra historia de amor es como la de “Romeo y Julieta”; la familia de mi amada, los Capuleto y la mía, los Montesco, con una salvedad: no puedo acudir a bailes, ni protagonizar la escena del balcón, ni infiltrarme en los patios de palacio; tampoco esquivar duelos o pasar secretamente la noche en el lecho de mi amada; mucho menos ingerir venenos – algunos de nosotros ya los traen de fábrica – o presenciar desde el limbo como mi novia se atraviesa el pedicelo con una daga. Todas estas acrobacias y excentricidades humanas, a los de mi condición nos han sido vedadas.

Me conformo con enviarle mis reclamos cargados de melancolía y vana esperanza; reclamos que ella me corresponde constantemente de tal suerte que todos los habitantes del bosque se quejan al Gran Cedro Amargo, lanzándole emisiones más de reclamación que de sugerencia. Mi padre me martiriza la sombrilla dándome mamporros y coscorrones con la suya, que es tan fea y deslucida como la del padre de mi chica. Mi madre me grita, como suelen hacerlo las madres de todas las especies animales o vegetales del mundo. El caso es que si persiste esta situación nos exponemos, mi amor y yo, a que las especies que cuentan con capacidad de movimiento del bosque, nos den una buena zurra y nunca, nunca de los jamases podamos acabar en la cesta o en la sartén, según es nuestro más alto anhelo y nuestra mayor aspiración en nuestras parasitarias vidas como hongos abandonados a su suerte.

Un amigo mío desde la cuna, me aconseja, susurrándome sugerencias y consejos, que vivamos este amor en silencio, sin escándalo ni algarabía. En concreto me dice “Guárdalo en el corazón de tu pedicelo y ella que haga lo propio”. Así que le he enviado a mi amada un reclamo en el que, siguiendo el sensato y sabio consejo de mi amigo, desgarrado por el dolor le digo:


“Ay, el amor,que debe,con su mirada ciega
encontrar sin los ojos caminos para si.
¡ oh pendenciero amor ,porque,oh amante odio,
o creacion creada por nadie de la nada !
¡oh seria vanidad, ligereza pesante,
oh este deforme caos de formas figuradas!
¡Fuego frio, humo claro,grito mudo,oro muelle
sueños despiertos donde nada es lo que es!
Este amor siento y no siento, por eso amor
¿No deberias reir?.”









4 comentarios:

Diciembre dijo...

Siento no poder ayudar a tan singulares amantes, pero no me agrada el sabor de las setas. Si acaso prefiero a sus primos hermanos, los champiñones. Aunque ahora, tras saber de ese sentimiento tan pasional y visceral que poseen por la seta amada, me ha entrado un no-se-que-que-se-yo. De hecho, a partir de ahora, evitaré comerme el pedicelo, por Dios, pensar que estoy engullendo su corazoncito...

Los árboles son maravillosos...yo vivo a la sombra de un laurel que me cobija...

Travis, no es tristeza, quizás añoranza...me delata tanto punto suspensivo, jeje

Es una alegría enorme que hayas vuelto!

Gemmayla dijo...

Hola, Diciembre:

Me encantan las setas, pero como los árboles, me conmueve que sean aparentemente inanimadas y no se puedan mover. Creo que sienten y padecen, no tal vez como nosotros, pero algo de corazoncito tienen.
Qué privilegiados somos los humanos con nuestra capacidad de movilidad !!! Aunque el amor llegado el caso nos paralice un poco, juasjuas.

Muy feliz finde, preciosa

satenight dijo...

Qué lástima de amantes que no pueden besarse ni pasar unos días felices antes de morir abrazados en la sartén de los humanos!

De todos modos, yo creo que el enamorado puede pedirle a algún escarabajo que le corte el pie de la tierra y alguna ave podría llevarle hasta dónde suspira su bella seta y así sus mensajes podrían ser dichos directamente del uno al otro y mirarse a las esporas fijamente y sin intermediarios, no?

Como siempre, un gustazo pasar a veros un ratin.
Besos a todos!

Gemmayla dijo...

Qué razón llevas, Sate !!! Me gusta este final que propones. En realidad en el Amor, como creo que no tiene ni principio ni final, cada quien puede imaginarlo o diseñarlo a su conveniencia.

Muy feliz día de domingo, preciosa Sate