12 de diciembre de 2010

"Las madres más viejas del mundo"......Dedicado a María del Carmen, Rayo, Mary, Jenny y a todas las madres tardías del mundo

Cuando con cuarenta años decidí tener a mi hijo pequeño, nadie lo entendió. Recibí todo tipo de críticas que francamente me importaron un comino. Estaba firmemente decidida. Llevaba años postergándolo. Había perdido un hijo por causa de la rubeola. Me había costado mucho aceptar esa pérdida. Dediqué casi dos años entre los 36 y 38 en intentos de adopción, pero como pretendía ser madre monoparental, todo eran inconvenientes y tuve que desistir. Además me parecía vergonzoso que la adopción internacional exigiera invertir tanto dinero y papeleo. Me indignaba el proceso casi mafioso que precede a estas adopciones. Mis amigas me vieron tan desalentada que insistieron en llevarme a un banco de semen, pero cuando estuvimos a las puertas, les dije que NO,  que no era aquel mi propósito, ya que aunque hubiese decidido criar sola a mi hijo o hija, quería que tuviese el derecho de saber quién era su padre. Entonces, encontré un padre para mi hijo, un hombre maravilloso que no sólo aceptó de buen grado sino que no ha desaparecido como padre ni como amigo. El es doce años más joven que yo. Este detalle no fue intencionado por mi parte. Se dió asi y no creo que fuese por casualidad. Como soy creyente, sencillamente creo que conocerle a él y que el sea el padre de mi hijo pequeño fue una bendición de Dios. Tenemos un hijo que es Bendición de Dios. Para mí ha sido una de las decisiones más importantes y mejor tomadas de mi vida. No sólo me siento feliz por haber tomado en su día esta decisión sino que esta maternidad tardía me ha hecho entender que la maternidad es para mí una de las facetas prioritarias y más trascendentales de mi existencia. Luego le siguen trabajo, vivienda y faceta creativa literaria. Quienes me conocen lo saben. Esos ejes prioritarios han supuesto que otras muchas cosas maravillosas de la vida hayan quedado en un segundo o tercer plano o definitivamente relegadas y olvidadas, entre ellas una principal y vital: tener pareja. No tengo pareja y casi tengo asumido que nunca la tendré porque esos  ejes son tan esenciales y me exigen tal nivel de responsabilidad y renuncia que no podría dedicarle a todo lo demás el amor, cuidado y esmero que precisan. Pero en la vida hay que asumir que determinadas decisiones nos marcarán por siempre y si esas decisiones han sido tomadas con responsabilidad, alegría, entusiasmo, entonces lamentarse sería de cretinos. En definitiva, no puedo ser más dichosa aunque a veces me haya sentido o me sienta abrumada.

Esta noche me han dado las 2 visionando los tres documentales excelentes de La Noche Temática:

'Como vivir 101 años'

'Las madres más viejas del mundo'

'La inmortalidad'

 

  El documental  titulado 'Las madres más viejas del mundo', una producción británica de Blast Films Limited de 2009, de 52 minutos de duración, dirigida  por  Amanda Blues es el que con mucho más me ha impactado.   Presenta a cuatro mujeres  que han decidido tener bebés mucho tiempo después de la menopausia.

"Hace veinte años los científicos descubrieron que podían invertir los efectos de la menopausia. Hoy en día mujeres de todo el mundo están teniendo hijos a edades antes impensables. Práctica que suscita muchas cuestiones éticas. Mientras que en Gran Bretaña, Estados Unidos o España nos escandalizamos ante tales nacimientos, en India es motivo de celebración.
En la India, Rajo  se convirtió en heroína cuando a sus 70 años dio a luz a su pequeña Navine, ahora está a punto de celebrar el primer cumpleaños de su hija. Con 72 años, Jenny, en el Reino Unido busca una clínica que le ayude a convertirse en la madre más vieja del mundo. Mary, en California fue una de las primeras, tuvo a sus gemelas después de los 50 años, ahora a sus 70 años es madre de las adolescentes Kely y Amy. En España María del Carmen tuvo gemelos con 66 años, tras diagnosticarle un cáncer, ahora se prepara para decir adiós a sus hijos para siempre.
En India la fecundación in vitro para mujeres mayores se ha convertido en un negocio floreciente. En India es un gran estigma social para una mujer no tener hijos. La gente no quiere ni siquiera verla. Especialmente en las primeras horas de la mañana.
¿Dónde trazamos la línea para tener un hijo? ¿A los 75? ¿A los 80? ¿O estamos diciendo que no importa a qué edad se tiene un hijo?"

El caso estremecedor de María del Carmen ha sido el que más me ha impactado. Una mujer que sacrificó su vida por cuidar a su madre centenaria, decidió ser madre a los 66 fingiendo tener 50 y pensando que sería tan longeva como su madre. Esta pobre mujer tuvo que esconderse en Barcelona porque el oprobio de la sociedad la estigmatizaron. Quiso la fatalidad que falleciera de cáncer dejando huérfanos a sus dos preciosos hijos gemelos. Los niños se encuentran perfectamente atendidos por el sobrino y el hermano de Mari Carmen, y su esposa. La familia lo criticó, pero ahora sin duda son dos bendiciones para esta familia y poco a poco descubrirán los motivos de Maria Carmen que entiendo profundamente.

En la India las mujeres que no han concebido hijos son estigmatizadas. Se las rechaza. Se rehuye su trato y se considera que sólo contemplarlas da mal fario. ¿Cómo no entender entonces estos anhelos de maternidad tardía a los 70 años o más, cuando llegan a las aldeas clínicas de fecundaciones in vitro. Desde nuestra óptica occidental nos puede parecer verdadera locura.

El caso de Mary en California es ejemplar y precioso. Mary con 70 años aparenta cincuenta. Es deportista. Activa. Entusiasta. Su marido tiene la edad de su hijo mayor y con él tuvo hace 16 años a sus preciosas gemelas que quieren a su madre con locura y ni siquiera se cuestionan la edad que pueda tener.

El caso de Jenny en Reino Unido, es quizás el que mayor polémica o escrúpulos éticos puede plantear porque a Jenny se la ve muy sola y mayor. Pero pienso que si Jenny tuviese el apoyo moral podría hacerlo. Lamentablemente vive en una sociedad individualista, egoísta y muy poco solidaria. Le aconsejaría que estando tan sola que no lo hiciese en su país. En otro país, decidiendo un cambio de residencia y entrando en una comunidad solidaria, le diría que no lo dude, pero en su país no me parece lo adecuado.

En cualquier caso, entiendo a todas estas mujeres y junto a ellas me siento feliz por mi decisión y me siento "la madre más joven del mundo" dicho sin ironía. Son un ejemplo para mí y para todas las mujeres que por esta vida que llevamos han tenido que ir postergando su maternidad y no saben si dar el paso o no porque reciben críticas familiares y de la sociedad en su conjunto.





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