20 de diciembre de 2018

#cuentosdeNavidad en las redes sociales....Mi Cuento de Navidad....Título: "Benino"

Cada mes de diciembre me gusta montar el belén en casa el día trece. Es el número supersticioso, cargado de malos presagios y a mí la Navidad siempre me ha parecido una fecha bastante siniestra e injusta. Nunca la pueden celebrar quienes están solos y siempre se añora a alguien que ya no está. Es una verdadera faena esto de la Navidad. Soy de belén y detesto el árbol cargado de bolas y cintas. A todo árbol se le debiera dejar vivir desnudo y libre de abalorios. Y también creo que todo belén debe llevar su  “caganer” y “pixaner” para atraer prosperidad y “mucha mierda”.
Aquella Navidad me trajo un amigo un Benino napolitano, como recuerdo de un viaje a la capital mundial de los belenes. Me hizo mucha ilusión poder acostar al precioso pastor durmiente,  en un plácido rincón lleno de musgo y palmeras de mi belén anual. Lo contemplaba a diario y me llenaba de alegría. Hasta que una noche al regresar a casa muy cansada de mi jornada laboral, con gran estupor constaté que Benino ya no estaba donde lo había dejado. Se encontraba tumbado en el extremo opuesto de donde yo lo había colocado. Además, para mi pasmo y horror, tenía los ojos abiertos y me sonreía. Lo cogí y lo volví a depositar en su lugar original. Benino cerró los ojos y pareció aceptar de buen grado este traslado. A la mañana siguiente, antes de desayunar y tomar el primer café mañanero, corrí hacia el belén para ver si Benino seguía en su sitio, pero el pastorcillo había emigrado y no lo encontraba por parte alguna del belén. En vez de preocuparme, decidí correr tupido velo a este asunto, tomar mi café y comenzar el día como si tal cosa, como un día normal sin un Benino incordio intentando amargarme el día. Olvidé durante la jornada todo este asunto turbio de una figurilla intrusa cambiándose sola de lugar dentro de mi belén. De hecho, regresé por la noche tan cansada que, después de tomar una ducha, me fui derecha a la cama muerta de sueño. Para mi sorpresa, Benino estaba tumbado en mi almohada dormido como un tronco. Aquello ya era más que alarmante. Llamé al móvil de mi amigo casi llorando con un nudo de angustia en la sien, para contarle lo que me estaba sucediendo con el dichoso regalito traído de Nápoles. Pero el teléfono de mi amigo se encontraba apagado y fuera de cobertura. Así que decidí meter a Benino en el armario cerrando la puerta con llave y me metí en la cama con la llave apretada dentro de mi puño. Al despertar, la llave ya no estaba en mi mano. Tampoco en la cama debajo de la almohada ni en parte alguna. La llave estaba puesta en la cerradura del armario y las puertas abiertas y abatidas de par en par. Benino había escapado. Aquello era tan desesperante y desquiciante para mí que me dediqué toda la mañana a buscar a Benino por todas partes, pero el maldito pastorcillo no apareció. Al llegar al trabajo, Benino estaba sobre la mesa de mi despacho. Se encontraba con ojos abiertos como platos y con aquella sonrisa sardónica tan desagradable en su diminuto rostro. Abrí la ventana y lo arrojé sin mayor contemplación ni remordimiento. Decidí que no llamaría a mi amigo para contarle lo sucedido y que desde ese momento, daría por zanjado el asunto.
Benino ya no dio señales de vida ni dormido ni despierto. La Navidad transcurrió pacífica y agradablemente como las precedentes. El día ocho de enero recogí el belén y guardé primorosamente todas las figuras en mi baúl. El once de enero recibí una llamada de mi amigo y me quedé pálida cuando exclamó: “Estoy muy extrañado. Dentro del congelador de mi nevera he encontrado un Benino idéntico al que te regalé traído de Nápoles. ¡Qué cosa más rara!”. Le respondí con mi corazón latiendo a mil por hora: “Creo, Mario, que debieras deshacerte de él ahora mismo”.


2 comentarios:

elpedrete dijo...

Será la magia de la Navidad. una historia curiosa y original la tuya. suerte en el concurso.

Yo también participo con mi cuento "imposible"
https://elpedrete2.blogspot.com/2018/12/zenda-cuentos-de-navidad.html

Gemmayla dijo...

Suerte para ti también. Ambas historias tocan el asunto de lo poco que ya va gustando la Navidad a mucha gente en el mundo.

Un saludo y felices fiestas navideñas.