4 de julio de 2007

"Bronce compartido a capa y espada"

"Enredo, carácter, figurón y capa y espada en una sola jornada y acto" (bronce compartido) Aparecen en escena una mujer disfrazada de hombre, cual capitán Alatriste y un hombre disfrazado de mujer, cual Angélica de Alquézar con peluca de rubios tirabuzone.

EL DISFRADO DE ELLA - ¡Uysss! ¡Me equivoqué! Creo que es aquí donde han retado a duelo a mi marido - finge ser esposa de si mismo - Mi marido no ha podido venir. Está encamado con una fiebres terribles y entre delirios me dice que disculpe usted su ausencia, que no ha podido venir y que tal vez le venga mal quedar otro día, porque hoy son fiebres, pero tal vez mañana sean liendres o viruelas.

ELLA DISFRAZADA DE EL - ¡Upssssssss! ¡qué contrariedad! - (Vaya casualidad, mi marido, fingiendo dolores de vientre insoportables, me manda a mi con este recado de muerte y ahora esta pelandusca me dice que su marido.... )- Mi querida dama, no me perdonaría batirme en duelo con vos, en inferioridad de condiciones por vuestra noble condición femenina, bella y delicada criatura de Eva, pero podríais llevarle recado a vuestro noble y digno esposo de que si aplazamos mucho este duelo nos asaltarán los meses de infierno de este Madrid despiadado y la canícula decidirá en justicia y equidad acabar con los dos de lipotimias, desmayos y golpes de calor.

EL DISFRAZADO DE ELLA - ¡Cierto, digno y noble caballero, que con estas escotadas vestiduras de dama, los infiernos madrileños los soportamos de mejor talante que vuesas mercedes con tales atuendos embozados hasta la coronilla. Trasmitiré a mi señor esposo que cure presto los dolores de vientre, las ventosidades onerosas y los jactanciosos eructos que le amargan su existencia y la mía, y afronte con gallardía varonil lo que su pobre esposa no puede resolver con este fermoso escote.

ELLA DISFRAZADA DE EL.- Su fermoso escote fermoso es ciertamente, pero resolveríamos en otro escenario nuestras diferencias, si usted no tuviese un marido postrado en su lecho a punto de sufrir una peritonitis y yo no tuviese una esposa aguardando impaciente mi regreso para cumplir con mis deberes maritales que son muchos, pero se resumen en uno.

EL DISFRAZADO DE ELLA - ¿Un solo deber sólo? ¡Vuestra hombría no tiene precio! Mi marido cumple con todos, salvo ése que a vos os honra.

ELLA DISFRAZADA DE EL -¡ Si pensamos y tenemos en mente el mismo deber, entonces, no se hable más, deber y devoción caminan juntas! Su marido elige mal sus deberes. Ignorando devociones muchos malgastan sus vidas entre desidias y desdenes. Sois dama tan bella y fermosa que casi tengo a vuestro marido por mentecato por no cumplir con tan alto deber, que es devoción. Debéis saber, mi querida y preciosa mujer, que si los escotes ganasen duelos y dirimieran batallas, el vuestro habría vencido éste y avivaría la lucha en el frente.

EL DISFRAZADO DE ELLA - ¿Qué frente?

ELLA DISFRAZADA DE EL - ¡El de Lepanto que dejó al zurdo manco!

EL DISFRAZADO DE ELLA - ¿Podrá aguardar vuestra esposa si demorais el regreso?

ELLA DISFRAZADA DE EL - Acostumbrada la tengo a hilar en la rueca horas, días, meses, años y a esperar mi regreso para reparar la vara y el rocadero rotos de tanta labor fútil.

EL DISFRAZADO DE ELLA - ¡Entonces seguidme, leal y fiel caballero, que conozco un lugar donde cobijar nuestras devociones mientras aguardan impacientes los deberes nuestros y de otros. ELLA DISFRAZADA DE EL - Os sigo cual perro fiel. Creo que nos aguardan sorpresas.

EL DISFRAZADO DE ELLA - La mía supera en tamaño, importancia, dote e intensidad lo común y regular.

ELLA DISFRAZADO DE EL - ¡Hala, suspendamos el duelo y no demoremos por más tiempo la intriga de desvelar qué esconde este armario! Salen ambos cogidos del brazo. FIN

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