28 de mayo de 2008

"La crisis de Spencer Singer"

Después de la Tercera Crisis Energética Mundial, los países adictos al petróleo decideron dar un giro a sus nefastas políticas energéticas.

Los cupones de racionamiento de combustible se vendían en el mercado negro al doble de su precio inicial. Spencer Singer guardaba en su garaje una imprenta falsificadora y vendia cupones falsos a mitad de precio en la propia gasolinera en la que trabajaba de turno de noche. Sabía que la pasma le seguía los pasos, pero algunos agentes uniformados le compraban los cupones sin tapujos, solicitándolos casi a gritos en medio del fragor de la noche entre idas y venidas de ciclistas que paraban a inflar las ruedas de sus bicis y a comprar barritas energéticas, batidos y piezas de fruta. Con tres cupones de racionamiento se podía llenar el depósito de cualquier turismo utilitario. Spencer Singer tampoco desaprovechaba cualquier ocasión de prodigar favores sexuales a bellas muchachas que no portaban cupones o los querían reservar para una mejor ocasión. En una de aquella situaciones, Laura Sendall le birló seis cupones, le propinó una bofetada y lo abandonó en el escusado con los pantalones bajados y el culo al aire despotricando que aquella mala jugada se la pagaría con creces, "¡valiente hija de perra!" "¡Qué te folle un pez, a ser posible espada!" le grito ella desde su Audi 900, marchándose del lugar con tamaños aspavientos, que durante tres días muchos preguntaron si el tornado de Colorado había pasado por allí.

Los cupones auténticos de razonamiento se agotaban y la inflación de cupones falsificados supuso el cierre de muchas gasolineras y surtidores en todo el país. Spencer Singer como veía peligrar su puesto de trabajo y el lucrativo negocio, tuvo una brillante idea. Se encerró en el garaje de su casa durante una semana las horas diurnas de sueño y diseñó un cargador de baterías solar apto para todo tipo de pilas. Cuando lo tuvo terminado lo llevó a la gasolinera y en poco tiempo el número de clientes que acudían andando a la gasolinera era muy superior al de los que lo hacían en auto o en bici. El cargador permitía realizar cargas en menos de tres minutos. Muchos clientes motorizados contemplaban admirados como la mayoría recorrían distancias kilométricas para llegar a la gasolinera para cargar sus baterías y optaron también por esta opción, desechar el vehículo a motor y abonarse al placer que ha procurado siempre "el coche de San Fernando, un rato a pie y otro andando"

Spencer Singer se convirtió con el tiempo en uno de los tipos más millonarios del universo, millonario en amigos. Las cargas las realizaba gratis a cambio de comida u otros enseres necesarios.

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